AVRIL STEEL —Ahora que has recuperado la memoria, no tengo motivos para que te quedes a mi lado y así poder cuidarte —dijo Chapman viendo el anillo en la caja, notando mi duda ante su propuesta. —Pero… —Las cosas no son sencillas, Avril. Si aceptas casarte, no solo podré seguir cuidando de ti, sino que podemos ir por tus hijos y que vivan con nosotros en la casa, como una verdadera familia… Estaba desesperado, como si estuviera contra reloj. Algo lo estaba asustando. No dudaba que lo hiciera para protegerme, pero… ¿de qué? —Es demasiado precipitado… yo… —Hace unos días los padres de John, los señores Foster, terminaron sin nada. Su casa fue confiscada y sus hoteles clausurados. Los negocios de la familia fueron sometidos a una revisión muy minuciosa. El señor Foster terminó detrás de las rejas por evasión de impuestos, lavado de dinero y otras clases de ilegalidades que parecían bien escondidas… —¿Eso es malo? —pregunté ladeando la cabeza. Todo lo que estaban recibiendo se lo m
HENRY CHAPMANMe sacaron ante la mirada de todos los comensales y pude sentir que mi carrera como médico se iba a la mierda con todo este escándalo. Comencé a hacer memoria, intenté pensar en alguna paciente que pudiera tomar mis acercamientos como algo indebido, pero no pude encontrar ningún nombre.Cuando trataba con mujeres, por lo general insistía que una enfermera se quedara a mi lado para seguir el procedimiento. Sabía que era complicado y podía prestarse a mal algunas palpaciones, pero… ¿al punto de que me denunciaran por abuso? ¡Debía de ser una pésima broma!Me metieron a la patrulla, una camioneta negra con vidrios polarizados y su habitual sirena azul y roja parpadeando sobre el techo. Cuando volteé hacia mi lado, sintiendo que no estaba solo, un puño me recibió de lleno en la cara, haciéndome retroceder y chocar con la puerta recién cerrada.—Es lo mínimo que te mereces por todo lo que has hecho, Chapman —dijo John viendo sus nudillos y apretando los puños.—De lo único qu
AVRIL STEEL —Gracias por traerme… —dije cabizbaja mientras recorría al lado del detective el camino hacia el pórtico. —Lamento las circunstancias… —contestó antes de entregarme la pequeña caja de terciopelo que se había quedado en la mesa del restaurante—. Es un golpe muy grande a la reputación del doctor, pero haré lo que sea necesario para ayudarlo con esos falsos testimonios. Tomé la caja entre mis manos y la volví a abrir. No me sentía con ganas de tomar ese anillo. —Creo saber quien está detrás de todo esto… —susurró pensativo, haciendo que mi atención volviera hacia él—. La misma persona que está acabando con los Foster. No está a salvo, señorita Steel. ¿Se refería a John? No quise preguntarle en voz alta. —Estaré visitándola constantemente para asegurarme de que está bien —agregó con media sonrisa—. Que pase buena noche. —Gracias, detective —contesté mientras lo veía marchar. Cuando entré a la ca
AVRIL STEELEl juicio de Chapman fue breve pero intenso. Tres mujeres jóvenes y hermosas se presentaron en el estrado, llorando, acusando al doctor de haberlas tocado indebidamente. Cualquiera que no conociera a Chapman les creería, pues en verdad parecían devastadas y sus palabras entrecortadas y lágrimas tocaron el corazón del jurado, incluso yo me sentí tentada en creerles.El abogado de las chicas pedía una condena de cinco a diez años, lo cual parecía demasiado, el juez solo dictó tres años, uno por cada mujer. Fue curioso, un recuerdo más se desbloqueó, era John cuando éramos adolescentes, mientras nos columpiábamos suavemente en aquel parque: «Avril, siempre pide más de lo que necesitas… para que te den justo lo que quieres. Si necesitas un auto, pide un helicóptero, porque de pedir el auto, te darán una bici
AVRIL STEEL—Entenderá que la custodia de la señorita Steel… —No terminó de hablar el detective cuando John lo interrumpió mientras acariciaba mi mejilla con extrema delicadeza.—Tengo entendido que la señorita Steel ha recuperado la memoria, esa era la única condición que la mantenía atada al doctor. Dada la situación, ella es libre de ir a donde quiera y con quien quiera —contestó con una voz tan suave como la seda. Cuando levanté mi mirada hacia él, me sentí pequeña y vulnerable.No era el hombre de mis recuerdos, esa aura de poder y ferocidad lo hacían ver imponente y peligroso. Nunca usó sus recursos para intimidar a los demás. Nunca se dejó envenenar por el poder, hasta hoy. Aun así, pese a que había cambiado, mi corazón seguía latiendo desbocado, quer&iacut
AVRIL STEELLlegué al cuarto de los niños, con Amber pegada a mi pierna. Fue lindo verla y su olor y cariño me hacían sentir tan bien que no paré de abrazarla y besarla en todo momento. Cuando me acerqué a la cuna, mi corazón se volvió a acelerar. George estaba dormido al lado de Mary, era curioso como sujetaban sus manitas. Eran hijos de diferentes padres y parecían tan unidos.Acerqué mi mano hacia Mary y no pude evitar notar cierto parecido a Rita, puse mi otra mano en mi pecho, dándome cuenta de que no solo tenía su asqueroso y negro corazón latiendo dentro de mí, sino que también tenía a su hija. ¿En verdad podría ser una buena madre para esa niña?Jugué con Amber en el piso, arrullé a los pequeños, asistida por un par de niñeras que parecían haber sido contratadas espec&iacu
AVRIL STEEL Cada segundo de esa cena fue hermoso, comimos, reímos, recordamos y no fui capaz de pensar en nada más que en él. Me di cuenta de que, pese a todos los cambios que había sufrido mi vida, había algo constante en ella, y eso era John. Conservando ese buen humor, subimos hacia la habitación tomados de la mano, compartiendo risas en voz baja para no despertar a los niños. Cuando llegamos a la puerta, él se detuvo, como si hubiera un campo de fuerza que no le permitía entrar. Desconcertada, ladeé la cabeza, preguntando en silencio, mostrando mi confusión. —No quiero incomodarte… —susurró con media sonrisa—. Puedes quedarte aquí, yo dormiré en la habitación de huéspedes. Tomó mi mano con delicadeza y la besó. Sabía que estaba tan ansioso como yo de que esa noche compartiéramos la cama, mi corazón lo exigía, así que cuando quiso soltar mi mano, yo me aferré. —Pasa la noche conmigo… —pedí en un suspiro y tiré de él. Sabía
AVRIL STEELRecostada en la cama, ahogué un suspiro en cuando sus labios se presionaron contra mi intimidad y sus dedos se aferraron como ganchos a mis muslos, los cuales peleaban por cerrarse y apresar la cabeza de John entre mis piernas.Mis caderas empezaron a moverse sin que pudiera controlarlas, frotándome contra su rostro, envuelta en espasmos. Mis dedos se enredaron en las sábanas y mi cuerpo se arqueó cuando sus labios dieron paso a su legua, húmeda y caliente, que se retorcía, saciándose con mi sabor, torturándome y dándome tregua cuando sus dientes decidían morder mis suaves muslos.Cuando estuve a punto de liberar un grito de placer, su mano se posó en mi boca, silenciándome, mientras su cuerpo presionaba el mío contra la cama, reduciendo mi capacidad de respirar, pero sintiendo su piel adherida a la mía. —Shhh… —susurr