Segunda parte: Carcel.

Mi padre está muerto.

Muerto.

La palabra se repite una y otra vez mientras pienso en todas las veces que desee que él muriera todas las veces que desee que mi madre fuera una madre soltera y que me hubiese tenido bajo sacrificio después de que el desgraciado que el embarazo se marchara tantas veces que desee no tener un padre, pues era mucho mejor estar solo que con alguien violento en casa.

Veía a mi tío, el hermano de mi padre, sonriéndole a su hijo jugando con él, yendo a los campamentos, yendo a la escuela, mientras el mio siempre estaba ocupado y nunca tuvo tiempo para mí, no más que para pelear. Y Golpearme.

Golpearme hasta que ya las lágrimas no salían hasta que provocó que no llorara mientras recibía los golpes hasta que provocó que mi corazón no llorara a cántaros con su muerte.

Muerto.

Muerto, como la vez en

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