Soy un bastardo.
Mi madre siempre me lo dijo de este pequeño desde que nací, que era un bastardo hijo de un hombre casado producto de una infidelidad, porque este hombre quería tener un hijo suyo.
Mientras, fui un niño nunca lo comprendí.
Nunca le vi la importancia hacer un hijo bastardo y ser un hijo nacido en el matrimonio.
Para mí eran cosas inútiles de pensar, pues a la larga siempre serias, un hijo, no importa si de un hombre casado o de un hombre soltero y vas a ser su hijo y por consiguiente debías de cuidarlo, protegerlo y estar ahí para cuando lo necesitara.
Pero con el pasar de los años me di cuenta de que esto era puro cuento de hadas puro, cuento inútil para hacerle creer a los niños que ellos podían tener su final feliz.
Pero no era así, el final feliz se consigue luchando, sacrificando e incluso poniendo tu propia fel
—¿Estás bien? — le pregunto a mi madre buscando un vaso con agua que me acaba de pedir. —no quiero que te Son pocas, con esto, ni tampoco que sufras en demasía.—¿Cómo quieres que no sufra? —Me pregunta ella con la voz rota. —¿Cómo puedes pedirme algo así cuando tu padre acaba de ser asesinado?La misma pregunta, repitiéndose una y otra vez, comienza a hartarme y así que dejando el vaso en sus manos mientras ella recuesta su espalda de un montón de almohadas que tiene en el espaldar de la cama, doy media vuelta, alejándome de mi madre antes de que le diga una sarta de maldiciones que acaben con nuestra relación.—Ernest, Escúchame. —Me llama ella y yo me giro. Lo que menos quiero es molestar a mi madre, ser un incordio para ella cuando está en una cama de hospital.—¿Mamá
El funeral del padre de Ernest se realizó con pocas personas, bastante reservado y alejado de todos. La noticia voló como pólvora y todos en Seattle se enteraron del vil asesinato. Los periódicos solo hablaban de ello. Por mi parte, me limité a esperar a que Ernest me hablara, pero no sucedió. Timotheo fue quien me llamó para informarme sobre el funeral, hora y lugar. Aunque le dije que no me sentía bien yendo, el me pidió que lo hiciera. Puse mi mejor sonrisa y vine.No he ido muchos funerales, solamente al de mi abuela y el de la madre de Rosita, que murió cuando ella era pequeña; pocas cosas recuerdo de ambos funerales, pero lo que sí sé es que los funerales por lo regular siempre hay alguien que llora, alguien que deben sacar en ambulanci
Inconformidad.Esa es la palabra precisa para cómo me siento. Viéndola tan cerca y a la vez tan lejos, observando como de reojo ella me mira y no se atreve a acercarse a mí. Quizás porque está dolida o a lo mejor porque está intentando sacarme de su vida.Pero yo no quiero que lo haga, no deseo que me saque de su vida, necesito estar en ella, necesito demostrarle lo más urgente posible, que soy todo lo que ella necesita.Pero mi vida está hecha una mierda ahora mismo.—Tranquilo. —Mi madre toma mi mano mientras observo cómo mis dedos temblorosos se envuelven entre los de ella finos y delicados. —Aguanta, por lo menos a que terminen de enterrar a tu padre para que puedas ir a verla.—Siento que se me escapa de los dedos. —Le confieso a mi madre.—No va a ir a ninguna parte. Pero es propio como director de la empresa y sucesor de tu
Capítulo 99: Si la montaña no va a Mahoma. Completa. Así me siento cuando estoy junto a él, cuando él descansa su cabeza junto a la mía, cuando su corazón y el mío laten al unísono con una misma melodía.Disfruta de su respiración junto a la mía y de su aroma al perfume que recuerdo en mi sueños, a su tranquilidad y como me toca.Es un tacto suave, delicado, pero a la vez me hace sentir que está ahí, que esta vez sí está y que no se va a ir.—¿Puedes bajarme, por favor? —Le pregunto con voz queda.—Te bajaré cuando estés en la limosina y los seguros estén puestos.—¿Pretendes secuestrarme? —Le pregunto y una risa nerviosa sale de mi boca.—No te rías, no sabes de lo que soy capaz. —Dice
Capítulo 100: Ya no más dolor. Olvido todo en cuanto a sus labios se unen a los míos. En cuanto a su lengua, danza junto a la mía. No puedo pensar con claridad. No puedo pensar que estamos en una limusina con los vidrios tintados y que estamos rodeados de personas cerca de un cementerio en el funeral del padre del hombre que ahora mismo estoy besando. No puedo pensar que cualquiera puede entrar e intentar abrir la puerta o que el chofer va a tocarnos en el cristal porque la madre de Ernest ya desea irse. No puedo pensar que mi hermana anda por allí deambulando, porqué la dejé sola para hablar con Ernest. Tampoco puedo pensar en las probabilidades de que él me esté mintiendo, no puedo pensar en eso, porque quiero confiar a ciegas en él, quiero confiar que lo que tenemos es real y confiar en lo que vi en sus ojos. En esa verdad que está ahí, en sus ojos Almendrados. Así que basta de pensar en todo e
Ella es mía y esta vez no la voy a dejar escapar, no me importa lo que los demás digan, tampoco que estaba en el funeral de mi padre, ni mucho menos que mi madre estaba allí y que me estaba pidiendo mantener las distancias.Ella podía pedirme lo que quisiera, menos que me mantenga lejos de Vicky, lejos de esa que quiero y que lleva mi hijo en su vientre. No voy a hacerlo. No puedo hacerlo, es como que me pida que me corte un brazo.Ella es mas que una parte de mi cuerpo, ella es mi corazón.—¿Qué quieres? —Le pregunto a mi primo mientras bajaba el cristal de la ventana junto a mi. —¿No tienes alguna otra pareja que acosa?Mi primo lanza una mirada hacia adentro de la limosina.—Parece que se están divirtiendo. —Dijo, y sonrió, era más que obvio lo que estaba pasando allí. El sonrojo en el rostro de Vicky lo dejaba a entend
Capitulo 102: El apartamento. He caído en la tentación de venir a su apartamento, es sucumbido ante la tentación de estar con él, de escucharle, de hacerle entender que estoy dispuesta a todo por el, que no me importa lo que suceda a nuestro alrededor. Que puede confiar en mí y que yo confiaré en él a ciegas.En lo que Ernest buscaba una taza de té caliente para mí me recuesto en el sofá, subo los pies en el reposabrazos y dejo que mi cabeza descanse un poco. Necesito dejar descansar los ojos unos minutos. Hoy me he levantado terriblemente temprano y casi no he logrado conciliar el sueño en la madrugada.Pero aquí, por alguna razón, sabiendo que el está cerca, me siento segura.Pero al parecer, mis ojos no fueron los únicos que descansaron.Al abrir los ojos me doy cuenta de que Ernest
Capitulo 103: Nos amamos. —Nadie más va a amarte así. Nadie va a tomarte, ningún otro. Eres mía, Vicky Román. Te haré ver las estrellas. —Sus dedos comienzan a acariciar mi sexo. Sus palabras me llenan, me dan tanta paz que me siento enferma de amor.Mi clítoris erecto y grueso, está elevado, hambriento y feliz de la atención que los dedos conocedores de Ernest le prestan.—Uhmm, esto…Ernest… —murmuro. Casi no reconozco mi propia voz.—Eso es, siénteme preciosa…Su voz es como un estimulante. Me cerca y me cautiva.Lo rodeo con mis brazos y lo aprieto contra mí. Separo mis labios aún más y suavemente atraigo su boca, al igual que su lengua para que se adentre más y el placer sea aún más intenso. Él se mueve como me encantaría que