—Por fin te dignas en venir. —le digo mientras sonrío. —Creí que te habias olvidado de mí.
—¿Qué te crees? — pregunta mi primo en cambio. —¿que tengo todo el tiempo para tus malditas disparatadas? ¡Este no es un juego!— me grita el.
—No llores. Pronto te abrazo. — digo sarcástico y él sonríe. Estoy bien. Deja de preocuparte tanto. — al menos intento no dejar que vea el temor que me cala los huesos. Ser el unico sospechoso de la muerte de mi padre es algo delicado.
Por lo que podrian encerrarme de por vida.
Me acerco a la reja lo mas posible para alcanzarle y tomar su mano, pero me detengo de inmediato pues un oficial se acerca y abre la puerta, apiadándose de nosotros.
—¿Va a dejarme salir?— pregunto una vez que
Capítulo 89: Nada peor que desconfiar. Esa expresión. Silencio. Su rostro lo dice todo.No va a creerme.Joder.Deseo contarle, pero no estoy seguro de que mi hermana... mi nueva hermanastra, mi sangre, la mujer con la cual se supone me casaría. esté lista para decirle al mundo que estamos relacionados, que estamos emparentados.Creo que aún no estoy listo yo, dudo mucho que ella lo esté.Así que prefiero agachar la mirada y esconderme de sus ojos verdes penetrantes. Prefiero no contarle antes que violentar su intimidad.—Eres increíble, Ernest. —Me dice. — vine con Vicky, jediéndonos la cabeza, rompiéndonos los sesos pensando cómo sacarte de este puto embrollo, ¿Y tu me dices que te preocupas por Priscila?—Si mal no recuerdo tú también te
La insinuación es bastante clara.—¿Me está preguntando si yo vi algo, o peor aún, si lo asesiné?—Lo que menos quiero es alterarlo y hacerle sentir que lo estoy acusando de algo. Su familia, especialmente su primo, ha sido bastante colaboradora en este tema. Espero que usted haga lo mismoDespués de decir todo esto, se fue silencio, el abre la puerta y me hace señas para que salga.—¿Así de simple? ¿Puedo irme? —inquiero sin moverme. —¿Para qué diablos han ido a buscarme y me ha colocado unas esposas en las muñecas si a fin de cuentas me marcharía sin más?—Señor Ernest, alguien ha puesto una denuncia en su contra. — me dice con tono hastiado. —Usted mismo amenazó a su padre en el
Capitulo 91: Ella ya lo sabe.—Mamá, ahora mismo no es un buen momento. — le digo mirando como el cuerpo de Vicky y Timotheo se desaparecen por los escalones y pierdo señas de ellos.—Ernest, ¿Cómo puedes ser tan insensible?—¿Te puedo llamar más tarde? — le pregunto pero mi madre suelta un grito ensordecedor y me alejo el móvil de la oreja, mientras Priscila me mira enarcando una de sus cejas y haciéndome la pregunta silenciosa sobre qué sucede.—¿Qué diablos pasa contigo? ¡tu padre acaba de ser asesinado en la comisaría y tú me tratas como si no me tuviera que doler!—Puede dolerte, pero no puedo hablar ahora, mamá.—¡Estas muy jodido de la cabeza Ernest! ¿Cómo puedes comportarte como si no te doliera? ¡Esto es terrible! —
Rota.Dolida.Destruida.Como la misma mierda. Así es como me siento mientras me monto en el carro de Timotheo y él me coloca el cinturón y luego se coloca el suyo.Estoy en el aire, me siento como si hubieran pinchado mi globo de felicidad con una aguja muy afilada y me hubieran dejado tirada en el suelo, desecha, sin ayuda.—Lo lamento.—No lo hagas, no fuiste tú quien me fue infiel después de prometerm
No quiero hacer nada más que llorar un rato.Me duelen los ojos, me duele el cuerpo, tengo pesadez en la espalda y siento que en cualquier momento voy a caer en un bucle sin fin de llorar sin parar.Odio mi vida.Odio como las personas me hacen sentir.He intentado por todos los medios posibles ser buena con los demás pero la gente al parecer se esfuerza en sacar lo peor de mí y en dejarme como si fuera la villana de la historia.Seco la lágrima silenciosa que baja por mí mejilla mientras dejo la cartera a un lado en la mesita de noche y dejo caer mi cuerpo pesado sobre la cama.Miro hacia el techo, mi mirada está perdida y mi cuerpo, aunque está allí se siente vacío, se siente sin sentido por la vida.En el momento exacto en que mi vida se convirtió en esta mierda.Sé bastante bien en qué momento dejé de
—Vamos, vamos, toma el teléfono. — digo mientras estoy parqueado en la acera frente al apartamento donde Vicky vive.Tengo aproximadamente treinta minutos aquí después de haber llevado a Priscila a su casa en las afueras de la ciudad. No he podido llegar a mi apartamento. No quise hacerlo porque sería un apartamento vacío. Lo único que quiero es resolver este tema con Vicky y que ella entienda que es la única mujer que me importa. La única mujer que quiero en mi vida de esa manera.Pero ella no responde la llamada, ella no está dispuesta a colaborar para que esto se solucione, sé que a lo mejor pueda tener todos sus inconvenientes, pues su vida es una muy diferente a la mía. Y ambos estamos luchando contra nuestras propias familias y nuestros propios problemas.De igual forma, yo estoy aquí.Pero eso el parecer, no es importante.Al m
Soy un bastardo.Mi madre siempre me lo dijo de este pequeño desde que nací, que era un bastardo hijo de un hombre casado producto de una infidelidad, porque este hombre quería tener un hijo suyo.Mientras, fui un niño nunca lo comprendí.Nunca le vi la importancia hacer un hijo bastardo y ser un hijo nacido en el matrimonio.Para mí eran cosas inútiles de pensar, pues a la larga siempre serias, un hijo, no importa si de un hombre casado o de un hombre soltero y vas a ser su hijo y por consiguiente debías de cuidarlo, protegerlo y estar ahí para cuando lo necesitara.Pero con el pasar de los años me di cuenta de que esto era puro cuento de hadas puro, cuento inútil para hacerle creer a los niños que ellos podían tener su final feliz.Pero no era así, el final feliz se consigue luchando, sacrificando e incluso poniendo tu propia fel
—¿Estás bien? — le pregunto a mi madre buscando un vaso con agua que me acaba de pedir. —no quiero que te Son pocas, con esto, ni tampoco que sufras en demasía.—¿Cómo quieres que no sufra? —Me pregunta ella con la voz rota. —¿Cómo puedes pedirme algo así cuando tu padre acaba de ser asesinado?La misma pregunta, repitiéndose una y otra vez, comienza a hartarme y así que dejando el vaso en sus manos mientras ella recuesta su espalda de un montón de almohadas que tiene en el espaldar de la cama, doy media vuelta, alejándome de mi madre antes de que le diga una sarta de maldiciones que acaben con nuestra relación.—Ernest, Escúchame. —Me llama ella y yo me giro. Lo que menos quiero es molestar a mi madre, ser un incordio para ella cuando está en una cama de hospital.—¿Mamá