Separados por la Luna
Separados por la Luna
Por: Samantha Mor
Capítulo 1: Compromiso

“El compromiso es lo que convierte una promesa en realidad”

Abraham Lincoln

PV Ellyn

El sol recién comenzaba a asomarse, sus rayos eran tenues, pero yo estaba muy emocionada y apenas había podido dormir la noche anterior después de todo. Hoy era “el día” que hace años estaba esperando o mas bien sería la noche que estuve ansiando. Mi buen humor me persiguió en la ducha mientras tarareaba canciones pop de moda y también mientras me vestía para asistir al entrenamiento matutino. Peiné mi cabello lacio de color castaño claro en una cola alta para que no me molestara en el rostro, y me puse mi sostén deportivo y unos leggins cortos, lo usual para estar cómoda durante tres horas de instrucción.

- Alguien está de muy humor el día de hoy – sonrió mi madre, Riona, mientras me servía unas tortitas con sirope y un café con leche. Le respondí con otra sonrisa cómplice, después de todo, ella lo sabía todo.

- ¡Ya sabemos el porque de su buen humor! – bufó mi hermano menor, Fionn mientras robaba mi taza de café.

- ¡Oye! Eso es mío- respondí enojada mientras lo miraba con enfado

- Basta ya niños- respondió mi padre, Cahir, pero él también tenía una sonrisa en su rostro y realmente no nos estaba riñendo.

El desayuno era un momento especial para nosotros, nos reíamos, hablábamos de las cosas que haríamos en el día y luego nos íbamos cada uno a hacer nuestras actividades. Pero hoy, además del amor que nos teníamos, existía cierta expectativa y cierta ansiedad palpable.

- Ellyn, Fionn, se les hará tarde si no se apuran- mencionó mi madre mirando el reloj y me apresure a terminar mi desayuno y lavar mis dientes.

Cogí las llaves de mi auto y saqué a rastras a mi hermano de mi casa sin importarme si terminó o no su comida. Si fuera por él, no dedicaría ni una hora a entrenarse al día, pero como yo era la mayor, aunque fuera solo por unos meses y aunque por mi altura de metro sesenta y cinco no lo pareciese, era mi responsabilidad que él asistiera. Saludamos a nuestros padres con abrazos y besos, y nos alejamos rápido por el sendero que nos conducía hacia el campo de entrenamiento, a unos diez minutos en automóvil desde nuestro hogar.

Mi mente divagaba, no podía concentrarme en nada el día de hoy y gracias a eso recibí varios golpes en el estomago y en las costillas en la segunda hora de entrenamiento.

- ¡Ellyn! -grito el delta Boris llamándome la atención cuando por tercera vez caí al suelo- ¿qué estas haciendo? Tienes que tomarte el entrenamiento en serio – rugió enfadado por mi falta de concentración- eres un Beta, o lo serás en el futuro, ¿quieres decirme donde esta tu mente hoy?

- Lo siento Delta Boris, no volverá a suceder – murmure con vergüenza. Odiaba que me regañaran estúpidamente. Desde muy temprana fui educada y entrenada en todos los aspectos de una manada, desde lucha hasta etiqueta y que me amonestaran frente a los demás adolescentes era una mancha en mi impoluto expediente de vida.

- Tienes que concentrarte y luchar como si tu vida realmente dependiese de ello, hay niños aquí que siguen tu ejemplo, no nos decepciones- agregó el Delta ahora un poco menos enfadado, pero eso no hacía que mi vergüenza menguara.

Así había sido siempre, se me exigía al máximo, todo debía hacerlo bien o mas bien, de forma excelente. Mis padres eran amorosos, pero también exigentes, ellos eran ambos Betas y teníamos un linaje que nos instaba a ser mejores, generación tras generación, para acompañar, cuidar y asesorar a los Alfas. Pero a pesar que yo destacaba en la escuela, era una de las mejores guerreras de la manada y sabía de memoria el protocolo, no me sentía como un futuro beta, y no me sentía así hace muchos años y no era un secreto que ocultase.

Como Betas teníamos contacto cercano con el Alfa y su Luna y en consecuencia con su descendencia. Xavi, era su primogénito y solo dos años mayor que yo. Crecimos prácticamente juntos, primero floreció la amistad. El me protegía y cuidaba durante nuestra infancia de aquellos que quisieran molestarme por mi tamaño. Su lado Alfa lo instaba a ser un protector a toda costa y yo era su protegida. Pero cuando llegamos a la adolescencia, la amistad se transformó en una atracción innegable y nos llevó a prometernos la eternidad juntos, y hoy después de dos años de no verlo, volvería a casa después de su arduo entrenamiento Alfa para tomar posición como tal.

Para sorpresa de toda la manada, él fue aceptado en la academia del Rey mucho antes de su transformación, por lo que era considerado un gran honor, pero para nuestra mala suerte, eso significó no estar allí cuando su lobo llego a él y consecuentemente no sabíamos si éramos realmente una pareja destinada. Pero eso no importaba, ambos hicimos una promesa, nos amábamos más allá del vínculo invisible que la Diosa de la Luna podría otorgarnos; nos amábamos con el corazón y era tan real y verídico que nadie dudaba que también la Diosa nos uniría. Oraba por eso, noche a noche mientras seguía estudiando, entrenando y haciendo todo lo posible para que, cuando me tocase ser Luna, fuera igual de buena que la madre de Xavi, Luna Sophia.

Tanto el Alfa Jared, como su pareja destinada, Luna Sophia, manejaban nuestra manada con justicia y amor. Sabia que en otras manadas el manejo no era el mismo, pero aquí se trataba con respeto a cada integrante, desde el eslabón más pequeño hasta el principal, todos teníamos una función que era considerada relevante en el funcionamiento de nuestro mundo, y por ello éramos considerados una de las grandes manadas y bendecidas por la gracia del Rey; y yo no aspiraba a ser menos. Quería que nuestra manada siguiera prosperando y creciendo bajo los mismos preceptos.

Mi mente divago otra vez hacia mi novio, Xavi. Lo había extrañado muchísimo más allá que nos escribíamos y hablábamos por video-llamada todos los días, pero no era lo mismo. Vi su cambio corporal a lo largo de estos 730 días de ausencia. Si bien siempre fue un chico grande, ahora se había transformado en un hombre enorme, con músculos fuertes en cada resquicio de su corporeidad, se había cambiado el corte de cabello y hace mucho tiempo atrás su melena rubia ceniza se había reducido, luciendo algo muy moderno rebajado hacia los costados y ligeramente mas largo en la parte superior. Pero lo que no cambiaba era su forma dulce de tratarme como si fuera una princesa y su sentido del honor y la justicia.

Mi ansiedad creció a niveles inimaginables cuando vi una caja en medio de mi cama al llegar del entrenamiento. Una pequeña esquela enunciaba con su fuerte caligrafía solo tres palabras “Para mi amor” y mi corazón parecía querer salir de mi pecho. Xavi, ya estaba en la manada. Mi primer instinto fue dejar todo e ir corriendo a la casa de la manada para arrojarme a sus brazos, pero me contuve. Habíamos acordado vernos en la fiesta de asunción que se realizaría esta noche, la misma noche en que me declararía su Luna ante toda la manada, la misma noche que nos comprometeríamos.

Mis manos sudaban por lo que cogí una toalla y me sequé las palmas. Cuando abrí la caja el mas exquisito y bello vestido color gris se hallaba en su interior, el escote en forma de corazón poseía un encaje de cuentas brillantes, cuyo corpiño transparente estaba adornado para que no se vislumbrara nada de lo que di debiese y tenia apliques de encaje con cuentas a juego que fluía desde el corte hasta las caderas, y luego una falda larga que se abría en una abertura lateral. La tela era brillante, de seda, y se ajustaría a mi cuerpo de manera maravillosa.

“Gracias por tan hermoso regalo” – le envié un rápido mensaje, lo amaba.

“Nada puede ser mas hermoso que tu”- respondió Xavi rápidamente haciéndome sonrojar por sus maravillosas palabras.

No podía esperar a que nos volviésemos a encontrar. Quería volver a sentir sus abrazos y también besarlo por primera vez. La emoción de estar a su lado y empezar a escribir nuestra historia juntos era tal que no podía concebir algo mejor

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