Pobre Brenda 😬…
En la sala de juntas estaba Frank, ya sentado en su sitio esperándolo, y con la barriga llena y el corazón contento, Jimmy se acercó a él y se sentó en su lugar. —¿Listo? —le preguntó su padre. —Más que eso —respondió contento, después de la dosis de amor que se habían dado él y Salomé en el baño, hace unos minutos. —¿Dónde está Paul? —¡Aquí! —voceó el rubio entrando a la sala, sudando, y Jimmy lo miró con el entrecejo arrugado, sospechando quien era la causa de que estuviera en ese estado; parecía recién follado… —Bien, ya que estamos los tres, entonces empecemos —dijo Frank, pasándoles un paquete de hojas a cada uno. Transcurrió una hora más, mientras terminaban los últimos asuntos pendientes, y luego Frank se excusó con ellos diciendo que tenía que irse y salió de la sala de juntas, dejándolos solo. —¿Ahora sí vas a decirme qué ocurre? —indagó Jimmy—. ¿Por qué llegaste como si hubieras acabado de coger? —Estaba llevando a Saray al zoológico donde trabaja, y Frank me citó aq
Esa semana había sido dura, los dos estaban llenos de trabajo en ambas empresas, pues, después de lo que había pasado en Corporación Matías Luna, tuvieron que ajustar muchas cosas. Estaban todos reunidos en la sala de juntas de Textiles Sol; los dueños, gerentes, directores, coordinadores, administradores, contadores, y los jefes de logística de las dos empresas. Salomé estaba al lado de su esposo en la mesa y los acompañaban Frank y Victoria del otro lado. Por primera vez conoció el lado estricto de su suegro, porque sin ser grosero, reprendió severamente a los responsables por el descuido que los llevó a perder grandes sumas de dinero para las dos empresas, porque Textiles Sol también se vio muy afectada y en ese momento ella supo cuán inmensa era su responsabilidad ahí. Victoria también tuvo la oportunidad de lucirse, regañando a sus empleados, y hasta hubo algunos que fueron migrados a otro cargo; sin embargo, nadie había sido despedido, pero la reprimenda, más las consecuen
Los días y las semanas pasaron, y con el tiempo llegó también el crecimiento de las empresas; el matrimonio por contrato entre Jimmy y Salomé había funcionado a la perfección, trayendo resultados extraordinarios para todos. Las empresas fueron reconocidas en muchos países más, y la marca “Luna”, se convirtió en “Sol y Luna”; la dueña de los más increíbles estilos de ropa femenina y masculina, confeccionada con las mejores telas del continente. Eran buenos tiempos; Frank y Victoria estaban en su mejor momento, triunfando por el mundo, y viajando para participar en desfiles de moda, exposiciones y conferencias, junto con Jimmy y Salomé, que los acompañaban a la mayoría de eventos, participando también como modelos en algunos desfiles y viajando casi por todo el mundo; pero ellos eran incluso más dichosos, porque además de que las empresas estaban en su punto más alto, la relación de ambos también. Se la pasaban felices, tomados de la mano, acompañándose a todos lados mientras presumían
El desfile por esa pasarela gigantesca dejó agotado a Jimmy; había tenido que modelar un montón de atuendos, y hasta había perdido la cuenta de cuantas veces tuvo que cambiarse rápidamente y salir a exhibirse ante millones de personas, porque no solo lo vieron frente a frente, sino que también se había trasmitido el desfile por televisión en vivo y en directo. No era que le molestara el modelaje, le gustaba lucirse ante el mundo como el hombre apuesto que era, y notar todas las miradas puestas en él, mientras los flashes de las cámaras fotográficas le alumbraban el rostro. Estaba en su habitación del hotel, recién duchado y a punto de irse a dormir. Eran casi las doce de la medianoche, y no había hablado con la pulga desde la mañana, así que le marcó para al menos darle las buenas noches, pero el contestador lo mandó al buzón; tal vez ya estaba durmiendo y no quiso molestarla, así que fue a la cocina para tomar un poco de agua y se acostó a descansar, quedándose profundamente dormido
Salomé se sentía fatal; por mucho que tratara de no derramar lágrimas, era casi imposible, porque salían por sí solas, las malditas. Todavía tenía esa imagen espantosa grabada en la mente, cuando vio a Ana ahí tirada y corrió hacia ella enseguida, examinándola, buscando algún indicio que le ayudara a entender qué le había sucedido, pero no hallaba nada, así que solo pudo tomar su mano para sentir su pulso, agradeciéndole al cielo que pudo percibirlo, aunque débil. Lo primero que hizo fue sacar su celular y llamar a la ambulancia; no le había pasado algo así nunca y no tenía ni idea de como brindar primeros auxilios, y la idea de empeorar la situación le daba pavor. Mientras esperaba la ambulancia, pensaba en Jimmy y en cómo le daría esa noticia, además teniendo en cuenta que él estaba muy lejos de ahí y quien sabe cuánto tiempo tardaría, quizás todavía estuviera desfilando y no obtuviera contacto con él, pero en cuanto apareció la ambulancia y los paramédicos subieron a Ana, perm
—¿Por qué me dices eso? —volvió a cuestionarle, mientras las lágrimas no dejaban de correr por su rostro. Ella llevó la mano que Jimmy sostenía a su cara, y le limpió las lágrimas con delicadeza. —Porque es necesario que lo recuerdes. —Sabes que te amo, ¿verdad? Su voz temblaba y el nudo en la garganta le impedía respirar, así que mantuvo los labios separados para inhalar más oxígeno. —Lo sé, y tú sabes que yo te amo a ti, como mi hijo. Su mentón tembló y solamente agachó la cabeza al suelo, mientras seguía llorando en silencio… porque se sentía como una despedida. —Lo sé —respondió volviéndola a mirar a la cara. —Jimmy, quiero que sepas que estoy muy orgullosa de ti, porque has cambiado; te has convertido en un hombre maduro y responsable, aunque siempre lo has sido, pero me refiero en cuanto a Salomé. —Él la miró fijamente a los ojos y esbozó una media sonrisa—. Esa niña te alumbró la vida y tú iluminaste la suya… la felicidad que veo en sus ojos lo confirma todo. —
Pasaron a Ana a sala de cirugía y los dos se quedaron mudos… Ambos habían tenido una conversación algo extraña con ella, pero muy significativa. Era como sentir paz y angustia al mismo tiempo, porque no lloraban, pero tampoco reían. Se miraron por fin a la cara sin emitir ningún gesto, y luego, simplemente se tomaron de la mano para empezar a caminar por el pasillo del hospital. Sabían que la operación sería larga, pues era a corazón abierto, y no querían pasar un minuto más allí. Los hospitales les aterraban a los dos, aunque se podría decir que así era para todos los que esperaban que algún ser querido saliera de ahí sano y salvo. Llegaron a una cafetería cercana y se sentaron uno frente al otro, casi sin mirarse, ni interactuar al principio, hasta que llegó la persona que los atendería y les preguntó qué deseaban tomar. Se miraron buscando la respuesta en el otro y luego asintieron, como si se hubieran comunicado a través de la telepatía. —Un par de tazas de café sin azú
Salomé despertó en su cuarto, en la mansión, y ni siquiera recordaba cómo había llegado hasta ahí. Le dolían y le picaban los ojos como si le hubiera caído tierra en ellos. Se enfocó en sus pensamientos y el corazón se le apretó de dolor, cayendo en cuenta nuevamente de lo que había pasado. Estar dormida ayudaba a olvidar los malos momentos, pero en cuanto la conciencia despertaba, todo dolía de nuevo y tendría que pasar un día del infierno… Empezó a recordar, cuando Frank llegó a la azotea, junto con Victoria, las gemelas y Paul. Todos se acercaron a ellos dos, intentando consolarlos. Frank se posicionó frente a Jimmy y se arrodilló para abrazarlo, mientras que Victoria les puso una palma a cada uno en los hombros; las gemelas la abrazaron, arrancándola de la espalda de Jimmy y luego Paul abrazó también a su hermano. Fue horrible, una porquería total, porque los recuerdos le llegaban como si eso hubiera pasado en otra dimensión; se sentía bastante extraño, pero el sentimiento er