Recuerdo cómo me divertí escribiendo este capítulo 🤭, espero que ustedes se hayan divertido leyéndolo ❤.
Se morían de ganas por estar juntos y darse amor, pero si era cierto que Jimmy estaba cansado, así que primero se dio una ducha rápida, mientras Salomé se lavaba los dientes en el mismo baño; pensó que se metería a la ducha y se aprovecharía de él, pero no, como toda una niña juiciosa, hizo lo que debía frente al lavabo mientras él a sus espaldas observaba su sombra a través del vidrio transparente. La vio salir primero del baño y cinco minutos después él la acompañó, entrando a la habitación: —¿Y ese vestido? —le preguntó al ver la prenda roja sobre la cama. —Me lo había puesto para esperarte. —¿Y por qué te lo quitaste? —cuestionó tomándolo entre sus manos para mirarlo. —No sabía a qué hora llegarías y estaba aburrida, así que me cambié para ayudarle a Ana a limpiar el polvo. La notó algo desanimada, y por primera vez en la historia de la humanidad, un hombre adivinó lo que pasaba por la mente de su chica: —Te ves más sexi con mi playera. —Le lanzó una mirada coqueta, r
Jimmy la cobijó sobre su pecho, pero fue él quien se sintió como un niño entre sus brazos; ella se aferró a él con tanto anhelo, como si su pecho y el latido de su corazón fueran su refugio… No quería que el tiempo corriera teniendo ese pequeño cuerpo abrazado a él, rodeándolo con sus brazos y piernas, mientras apoyaba su oído sobre su corazón para escuchar los latidos que la arrullaban. La lluvia caía sobre el tejado y Jimmy siempre había amado eso, pero en esa ocasión tenía un significado especial, porque estaba cobijando a la mujer que amaba… la que le tenía miedo a lo que él adoraba. Nunca le había dicho que a él le encantaba escuchar la lluvia junto con los truenos, y cuando venía acompañada de relámpagos, era muchísimo mejor. Quería hacer que ella dejara sus miedos, quería mostrarle lo hermosa que era esa actividad celestial, y que no tenía nada que temer mientras estuviera con él… Le acariciaba la espalda y desenredaba el cabello con ternura, como si de una niña se tratara…
Una semana después, Salomé estaba en su oficina, organizando unos pendientes y eran las diez de la mañana, cuando el gruñido de su estómago la distrajo. Jimmy y ella no habían alcanzado a desayunar en la casa, o más bien no habían querido ponerse a preparar el desayuno, porque Ana había salido temprano a uno de sus controles médicos. Ignoró la primera protesta de sus tripas vacías, pero no pudo con la segunda, estaba hambrienta y por primera vez en mucho tiempo, llena de trabajo, por lo que recordó a Brenda… Le había ofrecido que fuera su secretaria prometiéndole que la llamaría, pero lo había olvidado por completo, así que salió de la oficina directo a la de su tía; sabía que muy probablemente ella podría proporcionarle el número de teléfono de la peli teñida. —Siga —voceó Victoria desde adentro en cuanto tocó la puerta, y siguió hasta su escritorio—. ¡Sobrinita!, qué sorpresa verte pasar por aquí por voluntad propia. —Necesito que me ayudes con algo —fue al grano, no quería que
Tres golpes en la puerta, sacaron a Salomé de su inmersión laboral. Ya hasta se había olvidado de su amiga, y se levantó con rapidez para abrirle la puerta. —¿Lo conseguiste? —Sí, y no solo eso —contestó abriéndose paso al interior de la oficina y sentándose frente al escritorio. —Me muero por saber, pero necesito llamar a esa momia, dame el número. Saray sacó su teléfono y lo puso sobre la mesa con la pantalla encendida, y Salomé tomó nota para hacer esa llamada enseguida, esperando ansiosa que contestara, mientras se paseaba por la oficina. —Aló. —Se escuchó desde el altavoz. —Buenas tardes, ¿Brenda? —Sí, con ella. —Habla Salomé, te llamo para lo del puesto. Por un momento solo se escuchó el ruido de fondo, pero al final la rubia que odiaba, habló: —Sí, señorita, la escucho. —Pásate por mi oficina en dos horas, te enviaré por W******p la lista de documentos que debes traer. —De acuerdo, señorita Sol. Colgó el teléfono sin despedirse y le sonrió a la gemela,
En la sala de juntas estaba Frank, ya sentado en su sitio esperándolo, y con la barriga llena y el corazón contento, Jimmy se acercó a él y se sentó en su lugar. —¿Listo? —le preguntó su padre. —Más que eso —respondió contento, después de la dosis de amor que se habían dado él y Salomé en el baño, hace unos minutos. —¿Dónde está Paul? —¡Aquí! —voceó el rubio entrando a la sala, sudando, y Jimmy lo miró con el entrecejo arrugado, sospechando quien era la causa de que estuviera en ese estado; parecía recién follado… —Bien, ya que estamos los tres, entonces empecemos —dijo Frank, pasándoles un paquete de hojas a cada uno. Transcurrió una hora más, mientras terminaban los últimos asuntos pendientes, y luego Frank se excusó con ellos diciendo que tenía que irse y salió de la sala de juntas, dejándolos solo. —¿Ahora sí vas a decirme qué ocurre? —indagó Jimmy—. ¿Por qué llegaste como si hubieras acabado de coger? —Estaba llevando a Saray al zoológico donde trabaja, y Frank me citó aq
Esa semana había sido dura, los dos estaban llenos de trabajo en ambas empresas, pues, después de lo que había pasado en Corporación Matías Luna, tuvieron que ajustar muchas cosas. Estaban todos reunidos en la sala de juntas de Textiles Sol; los dueños, gerentes, directores, coordinadores, administradores, contadores, y los jefes de logística de las dos empresas. Salomé estaba al lado de su esposo en la mesa y los acompañaban Frank y Victoria del otro lado. Por primera vez conoció el lado estricto de su suegro, porque sin ser grosero, reprendió severamente a los responsables por el descuido que los llevó a perder grandes sumas de dinero para las dos empresas, porque Textiles Sol también se vio muy afectada y en ese momento ella supo cuán inmensa era su responsabilidad ahí. Victoria también tuvo la oportunidad de lucirse, regañando a sus empleados, y hasta hubo algunos que fueron migrados a otro cargo; sin embargo, nadie había sido despedido, pero la reprimenda, más las consecuen
Los días y las semanas pasaron, y con el tiempo llegó también el crecimiento de las empresas; el matrimonio por contrato entre Jimmy y Salomé había funcionado a la perfección, trayendo resultados extraordinarios para todos. Las empresas fueron reconocidas en muchos países más, y la marca “Luna”, se convirtió en “Sol y Luna”; la dueña de los más increíbles estilos de ropa femenina y masculina, confeccionada con las mejores telas del continente. Eran buenos tiempos; Frank y Victoria estaban en su mejor momento, triunfando por el mundo, y viajando para participar en desfiles de moda, exposiciones y conferencias, junto con Jimmy y Salomé, que los acompañaban a la mayoría de eventos, participando también como modelos en algunos desfiles y viajando casi por todo el mundo; pero ellos eran incluso más dichosos, porque además de que las empresas estaban en su punto más alto, la relación de ambos también. Se la pasaban felices, tomados de la mano, acompañándose a todos lados mientras presumían
El desfile por esa pasarela gigantesca dejó agotado a Jimmy; había tenido que modelar un montón de atuendos, y hasta había perdido la cuenta de cuantas veces tuvo que cambiarse rápidamente y salir a exhibirse ante millones de personas, porque no solo lo vieron frente a frente, sino que también se había trasmitido el desfile por televisión en vivo y en directo. No era que le molestara el modelaje, le gustaba lucirse ante el mundo como el hombre apuesto que era, y notar todas las miradas puestas en él, mientras los flashes de las cámaras fotográficas le alumbraban el rostro. Estaba en su habitación del hotel, recién duchado y a punto de irse a dormir. Eran casi las doce de la medianoche, y no había hablado con la pulga desde la mañana, así que le marcó para al menos darle las buenas noches, pero el contestador lo mandó al buzón; tal vez ya estaba durmiendo y no quiso molestarla, así que fue a la cocina para tomar un poco de agua y se acostó a descansar, quedándose profundamente dormido