Salomé no supo en qué momento se quedó dormida escuchando la respiración de Jimmy, pero la despertó el frío en medio de la noche, y en cuanto estuvo consciente de la realidad, escuchó un leve ronquido proveniente del teléfono… Jimmy seguía ahí, del otro lado de la línea; sin embargo, había caído en un sueño profundo, como ella. Sonrió y suspiró enamorada, mientras se arropaba con las cobijas y acomodaba el teléfono en una esquina de la almohada para seguir escuchándolo por unos minutos, hasta que el gruñido de su estómago la hizo alertar; se había dormido sin cenar y no iba a volver a quedarse dormida con el hambre que tenía, así que se levantó nuevamente, tomando el teléfono para que los resuellos de Jimmy la acompañaran, y bajó a la cocina para buscar algo de comer, percatándose de que era la una de la madrugada y todo estaba en tinieblas. Había dormido más de siete horas, pero seguía con sueño, por lo que procuró no demorarse mucho alimentándose con algo ligero para luego volver a
Durante el almuerzo, Jimmy recibió una llamada de su padre, informándole que todo estaba arreglado y ya no era necesaria su estancia en Madrid; sin embargo, Frank se tendría que quedar al menos una semana más para terminar los trámites, pero la noticia no pudo alegrarlo más; iba a volver a ver a su pulga pronto, eso era lo que más le importaba. Empezó a comer como loco para terminar rápido y empezar a hacer su maleta; la otra buena noticia que le dio su padre, era que el vuelo ya lo estaba esperando, en una hora y media saldría, así que terminó como pudo y se bebió el jugo de un solo trago, levantándose de la mesa inmediatamente para correr al cuarto. Sacó la ropa del closet y ni siquiera la dobló, sino que la metió por montones en la maleta; al final tuvo que aplastarla con su propio peso para que cupiera, y luego saco también sus elementos de aseo del baño, embutiéndolos junto a la ropa, y gracias a que ya estaba vestido y arreglado, solo tomó su chaqueta y salió de la habitación d
El vuelo fue rápido, tardó menos de ocho horas y estuvo en la casa antes de las seis de la tarde. En cuanto se bajó de la camioneta que lo había recogido en el aeropuerto, y estuvo frente a la mansión; la sonrisa en su rostro se hizo más amplia y no dudó ni un minuto en entrar, desbloqueando la puerta con su boca. Cruzó el umbral sigiloso, escuchando la música que se reproducía en el equipo de sonido, y la vio en la sala, ya a tan solo unos cuantos metros de distancia, después de que habían sido miles de kilómetros… Estaba muy entretenida, bailando mientras limpiaba el polvo y cantaba: ♪♫ Encantada de conocerte, ¿dónde has estado?, Podría mostrarte cosas increíbles… Magia, locura, el cielo, el pecado… Te vi allí y pensé: “Oh, Dios mío, mira esa cara” Te ves como mi próximo error… El amor es un juego, ¿quieres jugar? ¡Ey! ♪♫ Se cruzó de brazos y se recostó en la columna para seguir contemplándola… Se veía hermosa con ese jersey suyo que apenas y le cubría el trasero, y agra
Se morían de ganas por estar juntos y darse amor, pero si era cierto que Jimmy estaba cansado, así que primero se dio una ducha rápida, mientras Salomé se lavaba los dientes en el mismo baño; pensó que se metería a la ducha y se aprovecharía de él, pero no, como toda una niña juiciosa, hizo lo que debía frente al lavabo mientras él a sus espaldas observaba su sombra a través del vidrio transparente. La vio salir primero del baño y cinco minutos después él la acompañó, entrando a la habitación: —¿Y ese vestido? —le preguntó al ver la prenda roja sobre la cama. —Me lo había puesto para esperarte. —¿Y por qué te lo quitaste? —cuestionó tomándolo entre sus manos para mirarlo. —No sabía a qué hora llegarías y estaba aburrida, así que me cambié para ayudarle a Ana a limpiar el polvo. La notó algo desanimada, y por primera vez en la historia de la humanidad, un hombre adivinó lo que pasaba por la mente de su chica: —Te ves más sexi con mi playera. —Le lanzó una mirada coqueta, r
Jimmy la cobijó sobre su pecho, pero fue él quien se sintió como un niño entre sus brazos; ella se aferró a él con tanto anhelo, como si su pecho y el latido de su corazón fueran su refugio… No quería que el tiempo corriera teniendo ese pequeño cuerpo abrazado a él, rodeándolo con sus brazos y piernas, mientras apoyaba su oído sobre su corazón para escuchar los latidos que la arrullaban. La lluvia caía sobre el tejado y Jimmy siempre había amado eso, pero en esa ocasión tenía un significado especial, porque estaba cobijando a la mujer que amaba… la que le tenía miedo a lo que él adoraba. Nunca le había dicho que a él le encantaba escuchar la lluvia junto con los truenos, y cuando venía acompañada de relámpagos, era muchísimo mejor. Quería hacer que ella dejara sus miedos, quería mostrarle lo hermosa que era esa actividad celestial, y que no tenía nada que temer mientras estuviera con él… Le acariciaba la espalda y desenredaba el cabello con ternura, como si de una niña se tratara…
Una semana después, Salomé estaba en su oficina, organizando unos pendientes y eran las diez de la mañana, cuando el gruñido de su estómago la distrajo. Jimmy y ella no habían alcanzado a desayunar en la casa, o más bien no habían querido ponerse a preparar el desayuno, porque Ana había salido temprano a uno de sus controles médicos. Ignoró la primera protesta de sus tripas vacías, pero no pudo con la segunda, estaba hambrienta y por primera vez en mucho tiempo, llena de trabajo, por lo que recordó a Brenda… Le había ofrecido que fuera su secretaria prometiéndole que la llamaría, pero lo había olvidado por completo, así que salió de la oficina directo a la de su tía; sabía que muy probablemente ella podría proporcionarle el número de teléfono de la peli teñida. —Siga —voceó Victoria desde adentro en cuanto tocó la puerta, y siguió hasta su escritorio—. ¡Sobrinita!, qué sorpresa verte pasar por aquí por voluntad propia. —Necesito que me ayudes con algo —fue al grano, no quería que
Tres golpes en la puerta, sacaron a Salomé de su inmersión laboral. Ya hasta se había olvidado de su amiga, y se levantó con rapidez para abrirle la puerta. —¿Lo conseguiste? —Sí, y no solo eso —contestó abriéndose paso al interior de la oficina y sentándose frente al escritorio. —Me muero por saber, pero necesito llamar a esa momia, dame el número. Saray sacó su teléfono y lo puso sobre la mesa con la pantalla encendida, y Salomé tomó nota para hacer esa llamada enseguida, esperando ansiosa que contestara, mientras se paseaba por la oficina. —Aló. —Se escuchó desde el altavoz. —Buenas tardes, ¿Brenda? —Sí, con ella. —Habla Salomé, te llamo para lo del puesto. Por un momento solo se escuchó el ruido de fondo, pero al final la rubia que odiaba, habló: —Sí, señorita, la escucho. —Pásate por mi oficina en dos horas, te enviaré por W******p la lista de documentos que debes traer. —De acuerdo, señorita Sol. Colgó el teléfono sin despedirse y le sonrió a la gemela,
En la sala de juntas estaba Frank, ya sentado en su sitio esperándolo, y con la barriga llena y el corazón contento, Jimmy se acercó a él y se sentó en su lugar. —¿Listo? —le preguntó su padre. —Más que eso —respondió contento, después de la dosis de amor que se habían dado él y Salomé en el baño, hace unos minutos. —¿Dónde está Paul? —¡Aquí! —voceó el rubio entrando a la sala, sudando, y Jimmy lo miró con el entrecejo arrugado, sospechando quien era la causa de que estuviera en ese estado; parecía recién follado… —Bien, ya que estamos los tres, entonces empecemos —dijo Frank, pasándoles un paquete de hojas a cada uno. Transcurrió una hora más, mientras terminaban los últimos asuntos pendientes, y luego Frank se excusó con ellos diciendo que tenía que irse y salió de la sala de juntas, dejándolos solo. —¿Ahora sí vas a decirme qué ocurre? —indagó Jimmy—. ¿Por qué llegaste como si hubieras acabado de coger? —Estaba llevando a Saray al zoológico donde trabaja, y Frank me citó aq