Salomé llegó a su empresa para terminar los asuntos que había dejado pendientes con su tía Victoria, y ambas se encerraron en la sala de juntas toda la tarde, pero los pendientes eran tantos, que terminaron casi a las nueve de la noche; sin embargo, el tiempo que estuvo entretenida con tanto trabajo, le fue útil para no pensar en Jimmy y en lo que había sucedido con la rubia; hasta que salió y caminó al parqueadero rumbo a su coche, y un hombre se le atravesó en el camino haciéndola pegar un grito por el susto de muerte que le dio.Era Jimmy, que tenía la capota de la chaqueta puesta, luciendo como todo un matón, y Salomé estuvo a punto de golpearlo con su bolso:—¡Qué carajos te pasa! —Lo reprendió fulminándolo con la mirada.—Estaba esperándote para ir a casa.—¿En medio de la oscuridad del parqueadero, como todo un asesino en serie?, ¿acaso no pudiste encontrar un sitio y una pinta peor? —cuestionó con enojo—. Me das miedo.Notó la curva de su preciosa sonrisa, pero lo miró mal por
—Salomé, yo…Toc-toc-toc. Tres golpes en la puerta los interrumpieron y Salomé no consiguió escuchar lo que él pretendía decirle, porque apenas y había podido empezar la frase.Lo soltó para que fuera a abrir y ambos se llevaron la sorpresa de ver a Frank del otro lado de la puerta, sosteniendo una maleta de viaje en su mano derecha.—Buenos días, ¿ya estás listo?, baja a desayunar, nos vamos en una hora.El ceño de Jimmy se frunció, mirando a su padre desconcertado, pues no sabía a qué se refería con “tenemos que irnos”, igual que ella. «¿A dónde y por qué tanta prisa?»Salomé también lo miró confusa, sin decir nada, decidió que lo mejor era esperar a que su esposo reaccionara y le preguntara a su padre de qué estaba hablando.—Nos vamos, ¿a dónde? —cuestionó por fin.—A Madrid, surgieron unos problemas que debemos solucionar cuanto antes.El corazón de Salomé se arrugó… no quería separarse de él, no justo en ese momento, cuando todo era perfecto… Lo miró transmitiéndole su desacuerd
Se dio la vuelta caminando hacia la salida, resignado a no poder despedirse de ella una vez más, pero entonces, justo cuando estaba cruzando el umbral y su mano derecha jalaba la manija, escuchó pisotones rápidos en las escaleras, seguidos de su voz:—¡Jimmy! —Giró el rostro buscándola y la halló descendiendo a toda prisa por las escaleras—. ¡Jimmy Matías Luna, detente!❤ღღღღღღღღღღ❤Bajó el último escalón y corrió hacia él para poner las manos en sus mejillas y besarlo con vehemencia, apretándole el rostro con las manos, haciendo que los labios de él se estiraran hacia afuera para poder abarcarlos completamente… Le chupó ambos labios al mismo tiempo y luego los separó con su lengua para besarlo con pasión, y él se dejó llevar, correspondiendo su beso con el mismo deseo insaciable que poseían ambos.Él le apretaba la cintura con fuerza, sin querer soltarla, y ella paseó después las manos por su pecho, acariciándolo sin poder detener el beso y sin querer hacerlo, hasta que, como siempr
Después de que el muñeco de porcelana colgó el teléfono en esa llamada, todo empezó a ser más difícil para ella, aunque pudo dormir esa noche, al día siguiente fue una tortura. Creía que podría concentrarse en sus labores, pero no fue así; no dejaba de pensarlo ni un minuto y se llenaba de ansiedad con cada día que pasaba sin saber de él, pero su maldito orgullo tampoco la dejaba llamarlo. Suponía que él debía ser quien la llamara para darle noticias, porque también era consiente de que él había viajado por trabajo y quería pensar que estaba ocupado, pero tampoco le parecía justo que él no se comunicara. Llegó el viernes y decidió ir a Corporación Matías Luna, para ver como estaban marchando las cosas sin Jimmy; esa también era su empresa y quería asegurarse de que todo estuviera en orden. Recorrió los pasillos en todos los pisos hasta que llegó al décimo, y pasó primero por el cubículo de Dana para anunciarse: —Buenas tardes, Dana. —Buenas tardes, señorita Salomé. —¿Todo en orden
Lo primero que Jimmy escuchó cuando ella le contestó, fue una música de discoteca sonando fuerte, y eso le dañó el día… —Hola niño bonito —lo saludó su adorado tormento, notablemente más alegre de lo normal. —Veo que te estás divirtiendo. —¿Por qué no me habías llamado? —Se atrevió a preguntarle, obviamente queriendo librarse de cualquier crítica suya. —Tengo mucho trabajo. —Estaba cansado y el ánimo se le había caído al suelo, como para responderle con frases más largas. —Entonces tal vez no has comido, ni dormido, ni siquiera te has bañado, ¿verdad?, porque no te ha quedado tan solo un minuto libre para algo más. —Esa era una reprimenda a medias, porque el tono de su voz seguía siendo alegre, tal vez la estaba pasando muy bien… —Tú tampoco me has llamado. —Se defendió y le funcionó porque ella se quedó callada—. Te fuiste de fiesta sin bañarte porque el tiempo no te alcanzó, ¿cierto? —Ash, ya, cálmate, no quise molestarte. —No me molestas, pulga, quería escucharte. —Empezó a
Jimmy despertó a las siete y lo primero que hizo fue revisar su celular, pero no había ninguna llamada perdida de ella. Quería estar seguro de que Salomé había llegado bien a la casa esa noche y esperaba que no se hubiera puesto ebria como la última vez; quizás todavía podía estar en ese club, ya que había siete horas de diferencia entre un país y el otro, pero quiso creer que tal vez ya se encontraba durmiendo, así que prefirió no molestarla y esperar unas horas.Se metió a la ducha, y luego bajó a la recepción del hotel para encontrarse con su padre y continuar con las diligencias. Faltaba mucho por hacer y le dolía la cabeza de solo pensar que no llevaba ni una semana fuera del país…Frank lo estaba esperando mientras tomaba una taza de café, sentado en un sillón y hablando por teléfono, así que simplemente se sentó frente a él a esperar que terminara la llamada, pero pudo escuchar claramente parte de la conversación y frunció el ceño al notar una sonrisa pícara en el rostro de su
Jimmy estaba a punto de irse a la cama, después de un largo día de trabajo, pero no podía quedarse sin llamar a la pulga rabiosa, ya que tenía una excelente noticia que darle, así que esperó paciente escuchando los pitidos receptores hasta que ella le contestó:—Mi renacuajo romántico, ¡por fin me llamas!—Ya te había llamado, pero no me contestaste.—De verdad lo siento, estaba con las gemelas.—¿Cómo te terminó de ir ayer?, o más bien en la madrugada.—Esta madrugada estaba teniendo un sueño erótico con un pimpollo de ojos color mierda. —La escuchó carraspear—. Color miel, lo siento.Esa enana si sabía cómo sacarle una sonrisa.—¿Y qué soñaste?—Mejor te lo muestro cuando estés aquí…Jimmy se mordió el labio; las ganas de estar con esa ninfómana estaban a casi nada de hacerlo tomar el primer vuelo hacia ella, sin importarle nada más…—¿Y por qué no me lo cuentas ya?—Estoy en el comedor con Ana, no querrás que ella escuche esas cosas que son del diablo.—¿Estás cenando?— Casi, no t
Salomé no supo en qué momento se quedó dormida escuchando la respiración de Jimmy, pero la despertó el frío en medio de la noche, y en cuanto estuvo consciente de la realidad, escuchó un leve ronquido proveniente del teléfono… Jimmy seguía ahí, del otro lado de la línea; sin embargo, había caído en un sueño profundo, como ella. Sonrió y suspiró enamorada, mientras se arropaba con las cobijas y acomodaba el teléfono en una esquina de la almohada para seguir escuchándolo por unos minutos, hasta que el gruñido de su estómago la hizo alertar; se había dormido sin cenar y no iba a volver a quedarse dormida con el hambre que tenía, así que se levantó nuevamente, tomando el teléfono para que los resuellos de Jimmy la acompañaran, y bajó a la cocina para buscar algo de comer, percatándose de que era la una de la madrugada y todo estaba en tinieblas. Había dormido más de siete horas, pero seguía con sueño, por lo que procuró no demorarse mucho alimentándose con algo ligero para luego volver a