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capitulo 4: Entre sus brazos

El sol se ocultaba lentamente detrás de las colinas, tiñendo el cielo de un suave tono anaranjado que prometía una noche estrellada, como un tapiz de sueños esperando ser tejido. Kyra se adentraba en el bosque, sus pasos silenciosos sobre la hojarasca húmeda que crujía suavemente bajo sus pies. Había algo sagrado en esas horas crepusculares que la llenaban de una mezcla de excitación y ansiedad, un sentimiento que la envolvía como un abrigo cálido en el frío de la inminente noche. Sabía que su encuentro con Kael estaba a punto de comenzar, y cada vez que se veían, un torbellino de emociones la invadía, un mar de sentimientos intensos que la hacían sentir viva. Desde aquel día en que sus labios se encontraron por primera vez, sus encuentros habían adquirido una nueva dimensión, convirtiéndose en momentos cargados de pasión y deseo. Ambos se encontraban atrapados en un éxtasis de amor desenfrenado que los mantenía en un estado de euforia constante. Se habían vuelto inseparables, sus encuentros ahora eran diarios, aunque siempre tomaban la precaución de que nadie en el pueblo los viera.

Kyra llegó a su refugio habitual, un claro escondido entre los árboles donde la luz de la luna se filtraba a través de las ramas, creando un paisaje mágico que parecía sacado de un cuento de hadas. Las sombras danzaban a su alrededor, y el suave susurro del viento entre las hojas parecía hablar en un idioma antiguo, como si la naturaleza misma aprobara su amor. Allí, lejos de las miradas curiosas y del estricto juicio de sus familias, podían ser simplemente ellos, libres de las ataduras que los mantenían en un mundo que no entendía su conexión. Alzó la vista y lo vio, apoyado contra un robusto roble, su figura esbelta y enérgica contrastando con la solidez del árbol que parecía haber sido testigo de sus secretos. Su corazón se aceleró al contemplar la intensidad de sus ojos, que brillaban con una luz que no parecía corresponder con la oscuridad que los rodeaba, como si llevase en su interior un fuego que iluminaba la noche.

—Hola, Kyra —dijo Kael, su voz baja y suave como una melodía que sólo ella podía escuchar en medio del murmullo de la naturaleza. Se acercó y la abrazó, un gesto que, aunque simple, la llenaba de calidez y seguridad, como si en sus brazos encontrara un refugio del mundo exterior. Era curioso cómo, en esos momentos clandestinos, podía olvidar por completo las responsabilidades que pesaban sobre sus hombros y las expectativas que la sociedad tenía de ella.

—Hola, Kael —respondió ella, tratando de mantener la calma mientras sentía el latido de su corazón resonar en su pecho como un tambor ansioso. Se separó ligeramente, suficiente para mirarlo a los ojos, y en ese instante todo lo demás desapareció. —Hoy se siente diferente, ¿no crees?

Kael arqueó una ceja, intrigado, como si sus palabras despertaran algo en su interior. —¿A qué te refieres?

—No lo sé... Es como si el aire estuviera cargado de promesas. Tal vez sea porque cada vez que te veo, siento que las posibilidades se amplían, como si este momento fuera un punto de inflexión en nuestra historia.

Él sonrió, y en esos momentos, el peligro, el secreto que escondían, parecía desvanecerse, evaporándose como la niebla al amanecer. Eran solo dos almas en el vasto universo, perdidos en un rincón de la naturaleza, donde el tiempo se detenía y el mundo exterior dejaba de existir. —Tal vez sea porque nuestra historia está en desarrollo —dijo él, acercándose más a ella, el aroma de su piel y la brisa de la noche envolviéndolos en un abrazo invisible, un lazo irrompible que los mantenía unidos en su burbuja de felicidad.

Kyra sintió que su corazón se llenaba de una mezcla de esperanza y temor. La conexión que compartían era tan intensa que a veces le daba miedo pensar en lo que podría suceder si alguien los descubría. Pero en ese instante, todo lo que importaba era la calidez de su abrazo, la forma en que sus almas se entrelazaban en un baile de complicidad y amor. La noche prometía ser mágica, y en ese claro, rodeados de susurros y sombras, ambos sabían que estaban escribiendo su propia historia, una que desafiaba las convenciones y las expectativas, una historia que solo ellos podían vivir.

Kyra sabía que el amor no debería ser secreto, que cada latido compartido merecía ser celebrado abiertamente. Pero el contexto que los rodeaba complicaba todo. Sus familias venían de corrientes opuestas; ella, de un linaje de comerciantes, y él, de guerreros leales al reino. Un amor entre ellos podría desatar una tormenta de conflictos en un entorno donde la lealtad y la historia eran más fuertes que sus deseos personales.

-No puedo evitarlo, Kael. A veces siento que el mundo se interpondrá entre nosotros -confesó, su voz temblorosa mientras se alejaba un poco, como si la distancia pudiera protegerla del dolor de lo inevitable.

Él la tomó de la mano, insistiendo en que se mantuvieran conectados. -No dejes que el miedo te consuma. El amor que sentimos es más fuerte que cualquier amenaza exterior. Siempre encontraremos la manera de encontrarnos.

Su seguridad y convicción llenaron a Kyra de valor, pero no podía ignorar las advertencias que siempre sonaban en su mente. A pesar de su instinto de seguir adelante, había un eco de precaución que la retenía en el lugar donde estaba. -Pero existen reglas, Kael. Y quebrarlas tiene consecuencias. No solo para nosotros, sino para nuestros seres queridos.

Las palabras se deslizaban entre ellos, creando una burbuja de tensión inminente. Sus cuerpos estaban cerca, pero sus corazones batían en realidades distintas. Sin embargo, Kael tenía una forma especial de calmar sus dudas. Con su mano libre, le acarició el rostro, su mirada confiriéndole un valor que ella no sabía que poseía.

-Nosotros somos la chispa que prenda la llama del cambio. Si al menos unos pocos se atreven a desafiar lo convencional, tal vez otros se unirán a nosotros. -Su voz, aunque grave, llevaba un ligero tono esperanzador que hizo que Kyra se sintiera más fuerte. -Lo que tenemos es único, y no hay más nada en este mundo que valga la pena que yo arriesgue más que esto.

Un escalofrío recorrió la espalda de Kyra. Había una profundidad en la declaración de Kael que la empujaba hacia adelante, hacia un futuro repleto de incertidumbres pero también de promesas. Se quedó en silencio, reflexionando sobre las palabras que resonaban en su interior. Fue en ese momento, rodeada por la seguridad de su amor, que decidió no permitir que el miedo interrumpiera su felicidad.

-Entonces hagámoslo -dijo determinadamente, realizando un paso hacia él, sus corazones latiendo como si fueran uno solo. -Quiero vivir el presente y abrazar lo que somos, sin mirar hacia atrás.

Kael sonrió, su expresión llena de orgullo y anhelo. La atrajo hacia él, y mientras sus labios se encontraban, el tiempo se detuvo. Era un beso que hablaba de deseos ocultos, de promesas en un susurro, de un amor que florecía incluso en la sombra de su realidad.

Los minutos parecieron convertirse en horas mientras se abrazaban, dejando que la naturaleza los envolviera. El canto de los grillos se convirtió en una sinfonía que los acompañaba, inspirando cada uno de sus movimientos. Mientras las estrellas comenzaban a brillar en el cielo, Kael rompió el silencio.

-Debemos tener cuidado. No podemos permitir que nadie descubra nuestros encuentros.

Kyra asintió, el peso de la realidad volviendo a caer sobre sus hombros. -Lo sé. Pero cada momento contigo me hace sentir viva, y no puedo imaginarme un día sin ti.

La sinceridad en sus palabras dejó a Kael en un estado de tristeza por lo que podría venir. La amenaza de ser descubiertos siempre pesaba sobre sus cabezas. Sin embargo, ignorar aquello era más fácil en esos momentos imbuidos de amor y conexión.

Así, mientras el viento susurraba entre las hojas, continuaron compartiendo risas y confidencias, hablando de sus sueños y anhelos. Sus almas se entrelazaban a través de cuentos fantásticos que dibujaban un futuro donde su amor podía ser conocido y celebrado. Kael, soñador por naturaleza, habló sobre un mundo en el que podrían ser libres, sin barreras ni divisiones.

-Imagina un lugar donde no haya fronteras, donde los hijos de comerciantes y guerreros puedan jugar juntos sin temor a las consecuencias. Donde nuestras manos, entrelazadas, puedan caminar en plena luz del día.

Kyra sintió que su corazón se expandía, alimentándose de la visión que él le ofrecía. -Sería hermoso, Kael. Pero, ¿cómo podríamos lograrlo? Las familias jamás estarán de acuerdo.

-No pienses tanto en eso. Toma un momento para soñar. -Kael acercó su mano al rostro de Kyra, acariciando su piel con ternura. -Si miles de personas pueden unirse por una causa, nosotros también podemos hacerlo por amor.

Esas palabras tocaron un acorde en el interior de Kyra. Sin darse cuenta, se habían convertido en parias de una historia que merecía vivir. La luz de la luna danzaba sobre sus rostros, iluminando un futuro desconocido.

Mientras las horas avanzaban, el aire se volvió más fresco, y Kyra supo que pronto tenían que separarse. Se produjo una mezcla de tristeza y agradecimiento en su interior. Cada encuentro era un regalo, pero cada despedida era una herida abierta que no sanaba fácilmente.

-Kael -dijo, su voz temblorosa-, cuando pienso en lo que podría ser entre nosotros, quiero que sepas cuánto significas para mí. No importa lo que pase, siempre estarás en mi corazón.

Él la miró fijamente, el brillo en sus ojos reflejando la intensidad de su propio sentimiento. -Y tú en el mío, Kyra. Eres la razón por la que sigo adelante. Si nuestra historia debe ser secreta por ahora, que así sea. Solo prometemos nunca dejar de luchar por lo que sentimos.

Y así, con la promesa flotando en el aire y los ecos de sus risas resonando en el bosque nocturno, sellaron su encuentro con un último beso. Un beso que era tanto un inicio como un final, un susurro de esperanza en medio del caos que aguardaba en el horizonte.

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