VINCENZO:
Mi sangre hirvió. Iba a darle unos golpes a la puerta pero no lo hice. Recordé que tenía copia de cada aula. Se las había quitado a mi tío hace unos días para aprovechar los salones vacíos.
Estaba apunto de abrir cuando escuché los gritos dentro y esperé para escuchar todo ants de entrar y enfrentar a esa m*****a bruja.
-¿Qué carajos crees que estás haciendo? -escuché que preguntó Franchesca a gritos-. ¿Sabes con quién te estás metiendo?
-Con un idiota caprichoso -respondió la cínica-. El cuál no me va a pisotear.
Oh, querida, eso lo tuviste que pensar antes de hacer este show, pensé con una sonrisa.
-Eres una estúpida -gritó Franchesca. Sabía que estaba enojada y que era capaz de agarrarla por los moños en cualquier momento.
-Abres esa puerta y vas a terminar como él -le aseguró seria-. No vine aquí a buscar enemigos ni mucho menos a pelear con niñitos inmaduros -dijo y estuve seguro entonces que esa mujer era una fiera indomable-. Vine aquí a enseñarlos, si ustedes no ponen de su parte y se quieren comportar como unos maleducados y con ínfulas de Dioses, vayan rezando por no reprobar la materia conmigo.
-¿Quién te crees que eres para cerrarme la puta puerta en la cara, bruja? -pregunté enfadado detrás de mi novia, la mujer bajó la mirada y vi la llave en mi mano-. Soy el sobrino del nuevo director -dije mirándola con suficiencia.
-Bien por ti -respondió sin bajarme la mirada-. Ahora siéntate. Los dos -dijo mirando Franchesca.
-Vamos, amor -dijo ella tomando mi mano-. No le prestes atención a esta bruja.
Pasamos por su lado. Y no pude obviar el hecho que Franchesca rozó su hombro con el de ella. No dijo nada, solo se giró en su eje y se sentó detrás del escritorio.
-Sigues sin responderme -dije cuando me senté-. ¿Quién carajos te crees?
Me miró por unos segundos. Me importaba un carajos quién era, pero iba a encontrar la respuesta. Por ella o por mi cuenta. Pero iba a destruirla.
-No responder es de mala educación -dijo Mauricio. Y todos rieron.
-Ahora quién es la maleducada -dijo mi novia.
-¿Qué te hace pensar que haremos lo que una chica de tu edad nos diga? -preguntó Mauricio.
-Por su bien -dijo mirando la lista de asistencia-, lo harán. La profesora soy yo.
-Tienes 27 años -dije lo obvio.
-¿Y te da miedo que una chica que les lleva unos años los mande? -preguntó mirándome. Tensé la mandíbula y la miré directamente. De pronto como si tuvieran vida propia mis ojos bajaron a sus labios y seguí bajando hasta llegar a su pecho-. ¿Te gusta la vista? -preguntó seria y alcé la mirada.
-He visto mejores -respondí con suficiencia.
Vi como una sonrisa pícara aparecía en sus labios cuando miró a Franchesca.
-Me da curiosidad saber de quién.
Mi novia no tenía mucho que digamos. Tenía pecho pequeño. Podía decir con seguridad que era unas tallas más pequeños. No negaba que era bonita. Pero ver a nuestra nueva profesora con ese escote, me prendió a tal manera que mi erección era notable.
-Entonces profesora -insistí-. ¿Quién eres?
-En G****e sale bastante información sobre mí -dijo sacando el lapicero de su bolso-. Cuando quieras revisas. Estoy cansada de responder siempre lo mismo.
Estaba leyendo unos papeles que tenía en mano, cuando escuché al idiota a mi lado maldecir por lo bajo.
-¡MIERDA! -dijo y alcé la vista.
-Ya dejen de decir groserías -espetó ella furiosa.
-M****a, m****a -seguía. La miró como si le fuese salido otra cabeza-. Usted... usted...
-¿Yo qué? -preguntó seria.
-Usted es Gabriela Renaldi -dijo atónito.
-Eso dije cuando entré -dijo confusa . ¿A qué quieres llegar?
-Su madre es Lionetta Russo -dijo pálido el pobre chico y vi por un segundo como ella palidecía también-. Su padre es...
-Voy a pasar asistencia -lo interrumpió.
Jamás había sentido tanta ganas de conocer a alguien como ahora.
Había escuchado el apellido de esa mujer. Decían que era una cazafortunas. También que nadie sabía quién era su esposo. Había que tener acceso a información confidencial para saber a profundidad toda su historia.
Iba a conseguir esa información costara lo que costara. Ésta bruja no se iba a salir con la suya.
Tenían que ser demasiado idiotas como para no darse cuenta que a la pobre mujer no le gustaba recordar el origen de su familia. Sería divertido jugar con ella. Estaba listo para jugar todas mis cartas de ser necesario.
-Aurora Bagnoli.
-Presente.
-Alessandro Banducci.
-Presente.
-Antonella Bartolotti.
-Presente -respondió la amiga de mi novia.
-Alonzo Benetti.
-Presente -respondió el idiota de arriba.
A mitad de lista ya me había cansado de escuchar <<PRESENTE>>. Ya quería acabar y largarme.
-Franchesca Galano -durante toda la asistencia no le había quitado la vista a la bruja y por unos segundos vi algo extraño en su comportamiento. Incomodidad.
¿Acaso conocía a mi novia? ¿O alguien de su familia?
Otra cosa a mi lista para averiguar.
-Presente -respondió Franchesca.
Tomó aire y siguió tomando asistencia.
-Carajo -dijo Mauricio a mi lado.
-¿Qué? -pregunté. Tomé el móvil y me sorprendió lo que leí-. Era de esperarse -dije al final, entregando el móvil.
-¿Algo interesante? -dijo la bruja tomando el móvil-. ¿Para compartir en la clase?
Miró por unos segundos la pantalla. Segundos interesantes que me hicieron averiguar sobre su vida con más ganas.
Esta mujer conocía a la familia de mi novia y claro está que a la mía también.
Habían muchas personas con el apellido Renaldi. De diferentes familias. Solo tenía que dar con el de ella.
Mi tío tenía ese poder justo ahora. Ella tuvo que haber entregado papeles en dirección. Iba a aprovechar cien por ciento esto.
-¿Me puede devolver el móvil? -preguntó Mauricio.
Se lo entreguó sin decir nada devolviéndose a su sitio.
Sabía que estaba por llegar a mi nombre. ¡BINGO! Se puso nerviosa.
-Vincenzo D’Angelo -todos se levantaron y no respondí. Dejaría que volviera a llamarme. Solo para hacerle la vida imposible-. Vincenzo D’Angelo -dijo casi a gritos.
-Presente -dije alzando la mano cuando estuve en la puerta rodeado de todos.
No iba a dejar que supiera como me llamaba. Se lo haría saber poco a poco.
Estaba seguro que iba a disfrutar esto.
Mi tío dijo que vendría hoy a arreglar asuntos con la directora.
Seguro vendrá con arpío de su prometida. Esa mujer me sacaba de quicio. Su voz era jodidamente estresante. No sabía como carajos Massimo era capaz de aguantarla. Yo ya me fuese vuelto loco. Me era estresante tener alguien encima, no podría imaginarme a alguien teniendo una voz tan malditamente chillona.
Cuando esté en la oficina aprovecharé para hablar con él y me permita revisar el espediente de la bruja.
-Llegó -dijo Franchesca mirando a la entreda.
Un auto se visualizó en la entrada de Politécnico y no tenía que ser adivino para saber de quién se trataba.
Un MBW M6 en color plateado apareció frente a mí. Como todo un caballero me posé al lado de la puerta del copiloto y con toda la amabilidad que no tenía le tendí mi mano a la prometida de mi tío. Ella me sonrió y por educación le devolví el gesto.
Cuando estuvo fuera del auto, solté su mano como si quemara. No quería seguir tocándola más de lo necesario. Detrás de mí se posó mi tío y me dió un apretón de manos.
Volteé a verlo y no se podía ver peor. Algo le pasaba. Y no dudaba ni por un segundo que era por la noticia que estaba en las redes con respecto a su compromiso. Tenían mucho tiempo comprometidos pero jamás se había dado fecha, hasta hace un par de días.
-Sobrino -me saludó con un apretón de manos-. ¿Cómo estás?
-Bien, tío -respondí aceptando el gesto-. Feliz de estar aquí -dije con sarcasmo. Uno que él entendió y se carcajeó.
-¿Tus padres? -preguntó y me tensé.
Él lo notó y me sonrió como pudo. Sabía la historia con mis padres. Massimo después de rogarle a su hermano, lo convenció para que me dejara estudiar.
-Como siempre -respondí después de unos segundos.
-¿Las clases? -siguió con su interrogatorio.
Sin duda Massimo era el padre que no tengo. Se comportaba como tal. Y lo agradecía.
La verdad si no fuese por él, solo Dios sabrá dónde estuviera.
-Tenemos nueva profesora -dijo Mauricio acercándose para saludarlo con un apretón.
-¿Otra anciana asquerosa? -habló por primera vez la prometida de Massimo.
-No -respondió Antonella-. Es una mujer joven. Tiene 27 años, o eso dice.
-Yo digo que tiene más -dice Franchesca-. Y solo lo oculta con maquillaje.
-Como sea -dijo Massimo serio-. ¿Cómo se llama?
-Gabrie...
-Señor D’Angelo -la directora llegó justo en el momento que mi novia iba a soltar el nombre.
Mi tío se quedó mirando a Franchesca por unos segundos más. Segundos dónde sus ojos se iluminaron.
¿Por qué?, me pregunté. Ni siquiera sabía que iba a decir mi novia.
-Directora Lombardi -saludó mi tío con un apretón de mano-. Lamento llegar tarde. Había tráfico.
-No se preocupe, señor D’Angelo -respondió la directora con una sonrisa-. Entiendo. No hay apuro. Sígame, por favor.
-Después de usted -dijo Massimo señalando las escaleras y siguiéndola. Dejando a su prometida como idiota con nosotros.
Sabía perfectamente que esto era un compromiso arreglado. Mi familia quería el poder de la familia de Sophia. No sabía quién carajos era ni su apellido. Nunca me interesó. Ahora mucho menos que tenía en mente algo.
Sin pensarlo dos veces, seguí a mi tío y a la directora. Obviamente no iba a hablar con él delante de ella, ni siquiera iba a su oficina, pero iba a estar cerca por si Massimo se iba y perdía la oportunidad.
Los chicos aparecieron después con la prometida de Massimo y estuvimos allí esperando como idiotas. Hasta que me cansé de estar sentado y me fui, no sin antes pedirle a Mauricio que me avisara cuando la directora saliera y mi tío quedara solo.
Vi como Gabriela entraba a la sala de descanso de profesores y estuve tentado a seguirla. Pero lo pensé mejor. No iba a formar un escándolo con todos los profesores allí. Esperaría a qué estuviera sola.
Me fui a la cafetería por algo de tomar. Y cuando venía de regreso, vi como Sophia entraba en la sala de profesores hecha una furia. ¿Ahora que m****a le pasaba a esa mujer?
Iba a pasar de largo pero justo cuando pasaba por allí, escuché voces.
-¿Qué mierdas crees que haces volviendo después de casi diez años? -escuché la voz de Sophia.
Empecé a caminar cuando nadie respondió, pero me paralicé cuando escuché la voz de Gabriela.
-A ti debería importar mil hectáreas de rabano lo que hago aquí -respondió ella tranquila-. Si volví no es asunto tuyo.
-Si volviste para volver con...
-No vine para volver con nadie -la interrumpió Gabriela. Me asomé en la puerta con cuidado de no ser visto. Una hecha una furia y otra de lo más tranquila-. Me fui para dejarle el camino libre -volvió a hablar, con tanta seguridad que me sorprendió-. Me cansé de ser un estorbo.
-Qué bueno que sepas la verdad -respondió Sophia con suficiencia-. Eres un puto estorbo. Un maldito grano en el trasero.
-No puede importarme menos lo que digas -dijo mirándola con dagas en los ojos-. Dejáme en paz y vete a lamerle el culo a tu prometido.
-Ven acá -dijo la otra tomándola del cabello a Gabriela-. ¿Qué mierdas haces aquí?
-Soy profesora suplente -respondió ella soltándose del agarre-. Puedes estarte tranquila, no voy a volver a casa.
-Espero que no se te ocurra volver -dijo la arpía con odio-. Porque te saco por las greñas.
-¿Así como casi lo haces con tu propia hija por estar cerca de él? -preguntó Gabriela con rabia.
-Como te atreves -dijo Sophia. Y como en cámara lente vi como su mano cayó fuerte en la mejilla de Gabriela.
-¿Qué m****a pasa aquí? -pregunté entrando.
GABRIELA: Vi en cámara lenta como Sophia alzaba la mano y luego como se acercaba a mí. Mil recuerdos pasaron por mi mente en ese momento.Cuando me golpeó por haber ganado un concurso en la preparatoria. Cuando al volver a casa me golpeó por haber salido con un chico que no sabía que le gustaba. Cuando estando en la preparatoria me abofeteó por haber sido elegida como reina del baile. Cuando se enteró que salía con Massimo. Y como olvidar cuando se enteró que le iba a dar un... -¿Qué mierda pasa aquí? -escuché una voz masculina en la entrada.No me atrevía a alzar la cabeza. El golpe me había dejado aturdida. -Eres una maldita -dijo Sophia ignorando al hombre.Como nunca le bastaba una bofetada, se vino encima de mí y me tumbó. Caí unos centímetros lejos, iba a volver a golpearme pero el hombre la sujetó. -¡YA BASTA! -gritó el hombre y alcé la mirada por fin. Cuando mis ojos se encontraron con los de él, empecé a llorar. Nunca me había humillado tanto. Siempre había sido en casa
GABRIELA: Detallé a más profundidad la decoración. Solo rezaba que el agua estuviera caliente. Me planté frente al espejo y vi mis ojos hinchados, como me esperaba. ¿Este espectáculo le estaba dando al pobre chico? Dios. Con razón se reía de mí. Mientras me miraba, solté un sollozo y sin esperarlo, empecé a llorar de nuevo. Tanto recuerdos. Tantas humillaciones. Tanta mierda en mi vida que volvía a mí como un huracán.No quería imaginar como se pondría mi padre cuando Sophia le contará que volví. Y eso me hizo llorar con más ahínco. Seguro se la iba a desquitar con mi madre. Porque así era él. Se desquitaba con las personas equivocadas. Sin importarle nada. Me tapé la cara y no paraba de llorar. Tenía que soltar todas las lágrimas que pudiera antes de enfrentarme a la realidad. Necesitaba desahogarme. Y sabía a dónde necesitaba ir para hacer tal cosa. De pronto sentí unos brazos fuertes entorno a mi cintura y di un respingo. Quité mis manos del rostro y miré por el espejo. Él me m
VINCENZO: -Ni se te ocurra ir tras ella -dijo Sophia y volteé a verla. -¿O si no qué? -pregunté retándola. -Estás loco si crees que voy a permitir que la sigas -dijo Massimo en respuesta y lo miré confundido. -Alguien puede abrir la maldita boca para dar una explicación de que mierda es lo que sucede -dije desesperado. Necesitaba ir a ver si estaba bien. Necesitaba saber dónde estaba. -Ella es mi hermana -empezó a decir Sophia pero no la miré. No necesitaba respuesta de ella. Las necesitaba y quería de mi tío-. Cuando estaba empezando con tu tío ella se metió en nuestra rel...-Tú cállate -sisié-. Tu voz chillona me aturde -abrió la boca y la volvió a cerrar para mirar a mi tío-. No necesito escuchar nada de ti -miré a Massimo-. Tú eres quién va a decir todo. ¡ABSOLUTAMENTE TODO! Mauricio se acercó a mí y me tomó del hombro. -Cálmate, hombre -me dijo y lo miré furico. -Tú ve y búscala -le dije-. Llévala a casa. Quiero respuestas positivas -dije cuando se dirigía a la puerta.
Cuando estuve fuera del hotel, esperé diez minutos en recepción. Esperando si Massimo también había conseguido su dirección y, efectivamente si lo hizo. Me coloqué la capucha de la chaqueta y subí por las escaleras. Cuando estuve arriba, él ya había llegado y estaba tocando la puerta como un loco. -¿Qué... qué haces aquí? -escuché su voz.-Vine a verte -respondió mi tío con una sonrisa-. Necesitamos hablar. -No tienes nada que hacer aquí, y por tu bien, vete de aquí y no vuelvas a buscarme. -Gabriela, solo déjame entrar cinco minutos para hablar. En ese momento vi como el ascensor se abrió y los chicos de la foto salieron con un pequeño. Mi mirada cayó en el niño y... ¡Mierda! Tenían un hijo. No había duda alguna que era de Massimo. Es igual a él cuando era pequeño. -Vete, Massimo -escuché entonces a Gabriela. -Mami -dijo el pequeño cuando vio a Gabriela. La capucha me tapaba la cara lo suficiente para voltear y ver la cara de terror de la mujer. Estaba claro que no quería qu
GABRIELA: Fui a Fabrizzio a prepararle la cama y así tomar su siesta. Tenía casi diez años pero seguía siendo mi pequeño. Los chicos me estaban esperando en el sofá. No podía pedir mejores amigos que éste par. A noveno mes de mudarme a Venezuela conocí a Jessica, solo faltaba unos días para dar a luz y ella estuvo conmigo cuando tuve que ir de urgencias a la clínica. Desde ese momento no volvió a separarse de mí y empezamos a compartir departamento. Nos cuidaba a ambos y me ayudaba en las madrugadas.Y un mes más tarde, cuando Fabri ya tenía casi un mes de nacido, volví a la universidad, y fue cuando conocí a Ángel, me defendió de un idiota abusador. Sin importarle que tenía un bebé en brazos. Ellos ya eran amigos y no fue problema para ninguno. Estudiabámos la carrera de Derecho y siempre estabámos unidos. Se preocuparon por mí y por mi bebé desde el primer momento de conocerme. Cuando les dije que volvía a Italia, se preocuparon. Pues sabía poco de mi historia aquí y no estaban
GABRIELA: -¿De dónde lo conoces? -preguntó Ángel. -Es mi tío -respondió él mirándolo. Ángel me miró y no me inmuté. Siguí curando la mano del chico. -¿Que clase de juego es este? -dijo alterado-. ¿Uno de ellos te agrede y el otro de defiende? ¿Te has vuelto loca? -No sabía que eran familia -respondítranquila-. Solo sé que debía darle clases a él -dije señalando al chico-. Y después me enteré que era su tío. -¿Este fue el tipo que te sacó del politécnico? -preguntó. Sí -respondí guardando todo en el botiquin-. Él fue quién me ayudó -lo miré entonces-. Te lo agradezco -dije con sinceridad-. Por lo de ahora y por lo de ahorita. Actuaste rápido para que no lo viera. Él me sonrió y mi corazón aleteó con ese gesto.Ángel resopló y se dirigió a la puerta. -Buscaré a Jessica y a Fabrizzio. -Procura que no te vea -le dijo Vincenzo-. Estoy seguro que va a rondar por aquí toda la noche. -Qué puta obsesión la de ese tipo -dijo mi amigo antes de cerrar la puerta. Nos quedamos solos y e
VINCENZO: ¿Entonces era en serio lo que Massimo había dicho? ¿Sophia había matado a su propia hermana?Tenía que hablar con mi tío. Dejaría que se tranquilizara estos días. Pero no iba a escapar tan fácil del tema. Ya no más. No podía creer que prefirió quedarse con una arpía como Sophia después de lo que le hicieron pasar tanta mierda a la mujer que "amaba". No sé de dónde salía mi sentido de protección hacía ella. Pero al verla llorar, esta vez aún más fuerte y destrozada, me partió el corazón. Yo había tenido problemas familiares toda la vida y siempre me había quejado de ello, pero ver a Gabriela así mientras contaba sus tragedias, sentí que lo mío era un simple roce. -¿Qué pasó con ella? -preguntó el tal Ángel a Gabriela. -Basta de preguntas -sisié, no podía dejar que ella siguiera contando algo que a leguas se veía que era complicado. Hacerle recordar su pasado era doloroso, para cualquiera que lo escuchara-. Ya déjenla. -Estoy bien -aseguró después de respirar profundament
GABRIELA:Hoy es mi primer día de trabajo. Quién iba a decir que de la noche a la mañana, me llamarían para empezar a trabajar en una Universidad. ¿Lo más loco? Qué pensé que el trabajo sería en el ámbito de limpieza, pero no. Me llamaron para ser profesora de universitarios, ya que les hacía falta personal? ¿Qué tal les quedó el ojo, eh?No tenía título en Educación. Ni siquiera había pasado por mi cabeza estudiarla. Pero necesitaba hacer algo más, salir de mi zona de confort. Además, desde llegué no había empezado a ejercer ninguna de las carreras que había estudiado fuera. Acepté sin dudar. Después de todo, me habían despedido de mi antiguo trabajo en Venezuela y por eso me vine. ¿Qué más podía hacer? La incomodidad del primer día se hizo presente. Claramente no conocía a nadie allí. Pero eso no me importó. Tarde o temprano me acostumbraría al trabajo, a mis compañeros, y aún más importante, a los alumnos, pedía al cielo que así fuera. Gracias a Dios, o a quién fuese, no fueron