VINCENZO: -Ni se te ocurra ir tras ella -dijo Sophia y volteé a verla. -¿O si no qué? -pregunté retándola. -Estás loco si crees que voy a permitir que la sigas -dijo Massimo en respuesta y lo miré confundido. -Alguien puede abrir la maldita boca para dar una explicación de que mierda es lo que sucede -dije desesperado. Necesitaba ir a ver si estaba bien. Necesitaba saber dónde estaba. -Ella es mi hermana -empezó a decir Sophia pero no la miré. No necesitaba respuesta de ella. Las necesitaba y quería de mi tío-. Cuando estaba empezando con tu tío ella se metió en nuestra rel...-Tú cállate -sisié-. Tu voz chillona me aturde -abrió la boca y la volvió a cerrar para mirar a mi tío-. No necesito escuchar nada de ti -miré a Massimo-. Tú eres quién va a decir todo. ¡ABSOLUTAMENTE TODO! Mauricio se acercó a mí y me tomó del hombro. -Cálmate, hombre -me dijo y lo miré furico. -Tú ve y búscala -le dije-. Llévala a casa. Quiero respuestas positivas -dije cuando se dirigía a la puerta.
Cuando estuve fuera del hotel, esperé diez minutos en recepción. Esperando si Massimo también había conseguido su dirección y, efectivamente si lo hizo. Me coloqué la capucha de la chaqueta y subí por las escaleras. Cuando estuve arriba, él ya había llegado y estaba tocando la puerta como un loco. -¿Qué... qué haces aquí? -escuché su voz.-Vine a verte -respondió mi tío con una sonrisa-. Necesitamos hablar. -No tienes nada que hacer aquí, y por tu bien, vete de aquí y no vuelvas a buscarme. -Gabriela, solo déjame entrar cinco minutos para hablar. En ese momento vi como el ascensor se abrió y los chicos de la foto salieron con un pequeño. Mi mirada cayó en el niño y... ¡Mierda! Tenían un hijo. No había duda alguna que era de Massimo. Es igual a él cuando era pequeño. -Vete, Massimo -escuché entonces a Gabriela. -Mami -dijo el pequeño cuando vio a Gabriela. La capucha me tapaba la cara lo suficiente para voltear y ver la cara de terror de la mujer. Estaba claro que no quería qu
GABRIELA: Fui a Fabrizzio a prepararle la cama y así tomar su siesta. Tenía casi diez años pero seguía siendo mi pequeño. Los chicos me estaban esperando en el sofá. No podía pedir mejores amigos que éste par. A noveno mes de mudarme a Venezuela conocí a Jessica, solo faltaba unos días para dar a luz y ella estuvo conmigo cuando tuve que ir de urgencias a la clínica. Desde ese momento no volvió a separarse de mí y empezamos a compartir departamento. Nos cuidaba a ambos y me ayudaba en las madrugadas.Y un mes más tarde, cuando Fabri ya tenía casi un mes de nacido, volví a la universidad, y fue cuando conocí a Ángel, me defendió de un idiota abusador. Sin importarle que tenía un bebé en brazos. Ellos ya eran amigos y no fue problema para ninguno. Estudiabámos la carrera de Derecho y siempre estabámos unidos. Se preocuparon por mí y por mi bebé desde el primer momento de conocerme. Cuando les dije que volvía a Italia, se preocuparon. Pues sabía poco de mi historia aquí y no estaban
GABRIELA: -¿De dónde lo conoces? -preguntó Ángel. -Es mi tío -respondió él mirándolo. Ángel me miró y no me inmuté. Siguí curando la mano del chico. -¿Que clase de juego es este? -dijo alterado-. ¿Uno de ellos te agrede y el otro de defiende? ¿Te has vuelto loca? -No sabía que eran familia -respondítranquila-. Solo sé que debía darle clases a él -dije señalando al chico-. Y después me enteré que era su tío. -¿Este fue el tipo que te sacó del politécnico? -preguntó. Sí -respondí guardando todo en el botiquin-. Él fue quién me ayudó -lo miré entonces-. Te lo agradezco -dije con sinceridad-. Por lo de ahora y por lo de ahorita. Actuaste rápido para que no lo viera. Él me sonrió y mi corazón aleteó con ese gesto.Ángel resopló y se dirigió a la puerta. -Buscaré a Jessica y a Fabrizzio. -Procura que no te vea -le dijo Vincenzo-. Estoy seguro que va a rondar por aquí toda la noche. -Qué puta obsesión la de ese tipo -dijo mi amigo antes de cerrar la puerta. Nos quedamos solos y e
VINCENZO: ¿Entonces era en serio lo que Massimo había dicho? ¿Sophia había matado a su propia hermana?Tenía que hablar con mi tío. Dejaría que se tranquilizara estos días. Pero no iba a escapar tan fácil del tema. Ya no más. No podía creer que prefirió quedarse con una arpía como Sophia después de lo que le hicieron pasar tanta mierda a la mujer que "amaba". No sé de dónde salía mi sentido de protección hacía ella. Pero al verla llorar, esta vez aún más fuerte y destrozada, me partió el corazón. Yo había tenido problemas familiares toda la vida y siempre me había quejado de ello, pero ver a Gabriela así mientras contaba sus tragedias, sentí que lo mío era un simple roce. -¿Qué pasó con ella? -preguntó el tal Ángel a Gabriela. -Basta de preguntas -sisié, no podía dejar que ella siguiera contando algo que a leguas se veía que era complicado. Hacerle recordar su pasado era doloroso, para cualquiera que lo escuchara-. Ya déjenla. -Estoy bien -aseguró después de respirar profundament
VINCENZO: La muchacha me dejó pasar tras darle una mirada seductora. Al entrar al ascensor revisé mi móvil. Era tarde. Seguían llegando mensajes de mi madre preocupada. Y otros cuantos de Mauricio diciendo que quería verme lo antes posible. Las puertas del ascensor se abrieron por fin en el piso de Massimo. Mi sangre hirvió de nuevo al recordar el motivo de mi visita. Ese infeliz por mucho que sea mi tío me debe muchas explicaciones al respecto. Había mucho de esa historia que no cuadraba y lo iba a descubrir sea como sea. Pateé la puerta de su apartamento sin miramientos. No iba a estar como marica tocando la puerta y a esperar que dicidiera abrirme. Su esposa salió de la cocina y me miró asustada. -¿Dónde mierda está? -pregunté furioso. -En la habitación -respondió asustada-. ¿Qué pasa? -Nada -respondí dirigiéndome a la habitación. No estaba en la terraza, tampoco en la cama. Escuché el agua correr del baño. Me dirigí allí sin importarme un carajo. Abrí la puerta de la duch
VINCENZO:Me detuve frente a la puerta de casa, el frío de la noche calando en mis huesos. Justo cuando estaba sacando las llaves, los gritos de mi padre atravesaron el aire, llenando el espacio con una rabia palpable. -¡Maldición, Teresa! ¡¿Cómo pudiste criar a un hijo así?! ¡Metiéndose en problemas que no le corresponden! -sentÍ un escalofrío recorrerme la espalda. Esa voz, llena de furia, resonaba en mi mente como un eco de tiempos pasados. No era la primera vez que escuchaba a mi padre estallar así, pero esta vez era diferente. Sabía que el tema de conversación giraba en torno a mí y mis decisiones recientes-. ¡Él no sabe lo que es responsabilidad! -las palabras de mi padre se sentían como dagas, cada una más afilada que la anterior. Respiré hondo, intentando calmar el torbellino en mi interior. La idea de entrar y enfrentar esa tormenta me llenaba de ansiedad, pero sabía que no podía quedarme fuera. Con determinación, empujé la puerta y entré a un hogar que solía ser un refugio
GABRIELA:Después del beso con Vincenzo, me levanté rápidamente del sofá y me fui a mi habitación sin mirar atrás. No podía creer que eso había ocurrido. No tenía porque haber pasado. Por Dios, era el sobrino de Massimo, de mi antiguo amor. Estaba totalmente decidida a olvidar lo acontecido. No era algo que necesitaba recordar. Había sucedido y ya está. Preparé mi cama y me acosté. Me sentía cansada, agotada, me dolía la cabeza. Necesitaba con urgencia descansar y olvidar este día por completo. Mañana me prepararía para enfrentar la realidad una vez más, y aún peor, enfrentar las consecuencias en la universidad por lo acontecido. Los rayos del sol me dieron en la cara. Intenté seguir durmiendo pero sonó la alarma. Eran las 07:00AM. Necesitaba prepararme y no llegar tarde esta vez. Aunque, daba igual. Llegase temprano o no, estaba segura que sería la última vez que pisaría la universidad. La despidieran o no, ese día sería el último allí. No quería toparse con los D'Angelo nunca má