Eleanor
—Estamos jodidos, lo sabes. —comento contra su hombro.
Suelta una pequeña carcajada antes de darme otro apretón en la mano que tenía sujeta y seguir acariciando mi cabello con la otra.
Claro que él lo sabía. Ambos siempre lo hemos sabido.
—Perdón por insultarte, por agredirte, por ser un patán, por no cumplir mi promesa, por no estar ahí contigo, perdón por todo —dijo besando mi coronilla con cada disculpa.
—Perdón por insultarte, por usar cosas de tu vida, por culparte de lo que me sucedió, por provocarte pesadillas, perdón por todo.
—Tú no tienes la culpa de mis pesadillas.
—Aun así no puedo evitar sentirme culpable, mucho menos después de decirte lo de mis… —levanto mi cabeza de su hombro para mirarlo y hacer una
Blake —Deja de sonreír así, comienzas a asustarme. —menciona Nico desde donde se encuentra sentado. —No estoy sonriendo de ninguna manera. —Pues díselo a tu cara. Verte tan feliz es… extraño y me provoca… —sacude su cuerpo de manera exagerada— escalofríos. —¿Escalofríos? —no pude evitar mirarlo con incredulidad—. ¿Por qué el que sonreía te provocaría escalofríos? —No es tan extraño decirlo porque se trata de ti. Nunca sonríes tanto. —se levantó del césped antes de continuar—. En esta relación, yo soy elamigable-sonrientey tú eres elamargado-chico malo. —¿Chico malo? —lo mire con las cejas alzadas—. No seas ridículo, Nico. Aunque no lo admitiría en voz alta, comprendía a lo que se refería.
Eleanor —¿Entonces esto debe ir archivado aquí? —pregunta, por tercera vez, Daniel. —Dani, deja de hacerte el idiota y ponte a ordenar esas carpetas, aún tenemos trabajo que hacer. —apuro mientras archivaba las boletas de calificaciones en las carpetas antes de pasárselos a Daniel. Yo solo estiraba mi brazo en su dirección para que los tomara y fuera a archivarlo a donde correspondían, todo esto sin mirarlo, excepto cuando mi brazo quedó colgado por más minutos de los necesarios fue que lo mire. En su cara había plasmada una extraña sonrisa. —¿Qué? —pregunto, desconcertada. —Me llamaste Dani, desde que llegue me llamas Daniel —su sonrisa se expandió más de ser posible—. Hace tiempo que no lo hacías Miré hacia otro lado cuan
Blake —“Celos de tus ojos cuando miras a otro chico, tengo celos, celos”—canturrea Nico. —Nico, cierra la boca por favor. No estoy celoso. —“Celos de tus manos cuando abrazas a otro chico, tengo celos, celos.” —¡¡Nicolás!! —Buena ya, ya. Perdona. Pero debes admitir que es divertido. —No es divertido. —digo, fastidiado. —Lo es porque te estas muriendo de celos. ¿O acaso vas a decirme que no estas ni un poquito celoso de que Eleanor este saliendo con ese chico? —No están saliendo. Son amigos. Es una salida como amigos. —Sí claro. Y yo soy virgen y además me gustan los hombres. —cruzó sus brazos y los puso sobre la barra—.
Eleanor —¿Segura que estarás bien si te dejo aquí? —preguntó Dani, algo inquieto. —Claro que sí. Aún quedan autobuses para ir a casa y no es justo que me acompañes hasta la mía porque ya no habrá autobuses para que regreses tú a la tuya. —Pero en verdad no me molesta, me sentiría más a gusto sabiendo que te lleve a casa y no te deje sola aquí. —No sigas insistiendo —reí posando mi mano en su hombro—. Anda ve yendo ya que tu autobús ya viene. —Pero... —Ningún pero. Anda ya. —Bien, tú ganas —dio media vuelta para irse pero dio otra media vuelta para regresar conmigo—. Me la pase bien hoy, fue di
Blake "—Esto te pasa por seguir comportándote como una perra. —mencionó, mientras seguía clavando en su brazo los cristales de la botella que acababa de romper solo para hacerlo. —Por favor, detente. Me duele. —solloza una Eleanor de 6 años. ¿Yo gritaba? Claro que lo hacía. Pero de mi boca, aunque la abriera, no salían las palabras. Y como siempre no podía moverme, solo estaba parado en la esquina siendo testigo de la horrible escena. Perdí la cuenta de las veces que intente cerrar los ojos, hasta que por un momento pude hacerlo, la imagen desapareció y me sumí en la oscuridad. Estuve a punto de soltar un suspiro de alivio antes de que una fuerza inexplicable me hiciera abrir los ojos de golpe.
Lo único que era capaz de sentir era el frio metiéndose por cada poro de mi cuerpo. Eso, junto a la lluvia que empapaba toda mi ropa.Había perdido total sentido del tiempo al salir de donde vivía.¿Ya era de día? ¿O aún era de noche? ¿Dónde estaba? ¿Cómo llegue hasta aquí? ¿Por qué seguía bajo la lluvia? ¿Y mi teléfono? ¿Lo había dejado o estaba en uno de mis bolsillos?Era como si todos mis sentidos hubieron huido de mí, dejándome sin nada, quizás solo con el sentido del tacto, porque seguía sintiendo como el agua me empapaba más de lo que ya estaba, además del frio.No podía sentir nada más a parte de esas dos cosas.Ni siquiera pude distinguir a la sombra que se puso frente a mí, parecía una simple mancha. Tampoco podía oír
Blake—¿Qué? —preguntaron a la vez Nico y ella.Estaba claro que esperaban que lo dijera en broma. Pero yo hablaba enserio. Demasiado enserio.Su mirada saltona me transmitía la idea de que pensaba que había perdido la cabeza.Sin duda la perdería si permitía que volviera a ese lugar, o que se fuera a un motel.La deje sola por cinco años, no planeaba dejarla sola en esto.Aun sentía ira en mí, la sentía a través de mis venas y las ganas de golpear algo, y si fuera a alguien mucho mejor, seguía intacta.Era la misma ira que viajaba por mi cuerpo entero en el pasado, la misma ira que me trajo problemas debido a peleas, incluso con Eleanor.Claro está que me contuve por el momento, pero no era capaz de responder si Eric, el padre de Eleanor, le ponía una mano encima.—No puedo quedar
Blake—¡Blake! —volvió a gritar Eleanor mientras seguía repartiendo golpes a los chicos que se lanzaban a mí—. ¡¡BLAKE!!No podía detenerme, la adrenalina me llenó por completo que ni siquiera sentía dolor en mis nudillos, mucho menos me dolían los golpes que alcanzaban a tocarme. Ese era el efecto de la adrenalina en mi cuerpo.No recordaba que golpear se sintiera tan bien.***Un par de horas antes…—Cuenta ya. Quiero todos los sucios detalles —pidió subiendo y bajando las cejas.—Que solo hemos dormido y ya.—¿Me crees idiota? —lo mire con la ceja alzada—. No contestes. Nadie duerme solo en una cama.—Pues para tu información, nosotros sí –dije guardando mis cosas en la mochila.Salí del aula esc