Rachel
Le cuento a mi mejor amiga y hermana de sangre, Mara, lo que ha pasado en la barra con la ternurita sexy del cumpleañero, y no ha parado de reírse de mí. Es común, ya no le parece extraño sobre las propuestas que recibimos todas las bailarinas por parte de los clientes. Pero jamás había dejado que la rabia me dominara de esa manera y terminara golpeando en sus preciadas partes al cumpleañero más atractivo que he tenido el placer de bailarle. Estaba tan centrada en que cada movimiento fuera preciso y seductor, que, aun y con mi aviso unos minutos antes de empezar con mi baile, se atreviera a pedirme una noche a cambio de la cantidad de dinero que yo quisiera. De otra, con miles de cuentas que pagar, con una responsabilidad a cuestas y muchos problemas para conseguir un trabajo que se base en lo que estudió, no lo desaprovecharía. Pero la dueña de la barra nos protege mucho de los hombres y sus propuestas indecentes, quitando ese estándar de la chica que ofrece sexo a cambio de dinero. No, nosotras le brindamos buena entretención visual a un hombre con nuestros bailes. Y no somos strippers, no nos desnudamos frente a ellos, es solo una rutina de baile erótico y nada más.
Mara se ha puesto roja de la risa y me tiro en la cama de espaldas también riendo. Actué y puse esa carita que ha puesto el chico cuando sus huevos se rompieron por accidente en mi rodilla y recordar su expresión victoriosa quebrada más risa me da. No era mi intención, pero bien merecido se lo tenía.
Si no fuera cliente y mi jefa no hubiera implantado esas reglas de no involucrarnos con los clientes, muy seguramente hasta accedo sin necesidad de que me pague. El tipo vale la pena, es muy atractivo y tiene un aire de no te me acerques o te va a ir muy mal. Además, que su expresión, aunque lucia la excitación, no dejó esa mirada de hielo que no hace juego para nada con sus ojos avellanas.
—No puedo creer que me haya perdido ese espectáculo por tener esta maldita gripe — se me hace tan linda cuando tiene sus narices tapadas, se ahoga al pronunciar cada palabra —. Deja de burlarte de mis alergias, Rachel.
—Lo siento, pero es inevitable — se suena con un pañuelo y frunzo el ceño —. Me voy a mi habitación antes que me contagies y después no pueda a ir a ni primer día trabajo.
Mi sonrisa se expande, estoy demasiado feliz por haber conseguido el empleo en una de las universidades más prestigiosas del país. Y debo admitir que, si no hubiera sido por el nuevo amante de mi jefa, que lo tiene comiendo de su mano y lo usa a su antojo, no me hubiera recomendado con su amigo; el director de la universidad.
—Debo hacerte esta pregunta — alzo la barbilla para que continúe hablando —. ¿Piensas dejar el baile por el puesto que te han dado?.
Me quedo pensando por breves segundos en que responderle a mi expectante y curiosa hermanita menor. Desde hace cinco años que me gradué como profesora de lenguas extrajeras, y por más que toqué puertas en varias escuelas y universidades, no me dieron la oportunidad en ninguna de ellas. Es donde me baso, que muchas veces un titulo no sirve de nada si no cuentas con la experiencia que exigen en algunas empresas. Aun no comprendo mucho sobre los reglamentos de las mismas.
— No lo sé — me encojo de hombros —. Me han dado un mes remunerado en la universidad como prueba, supongo que todo depende a lo que suceda en ese tiempo. Le diré a Roxana que me baje las horas de los bailes, lo que menos quiero es llegar con aspecto de trasnocho a trabajar.
—¿Cómo te sientes con tu trabajo después de tanto tiempo de esperarlo? — sonreí.
—Me siento muy emocionada y nerviosa, no te lo puedo negar — reí nerviosa —. Llevo años haciéndome ideas de como seria mi primer día y créeme que siento como los intestinos se me estrujan. Aunque esté acostumbrada al publico no es lo mismo sin mascara y hablando.
—Lo harás bien, hermanita — la pensaba abrazar, pero retrocedí tirándole besos en el aire —. Te amo, pero mi francés debe sonar perfectamente mañana para mis estudiantes. Duerme bien, ¡te amo!.
Salgo por el pasillo hacia la habitación de mis padres y escucho su ahogada voz decir:
—¡Mi alergia no es tan grave! — arrugo la nariz tras oír su fuerte estornudo, y después otro y otro más.
Si para mi es desesperante escucharla estornudar cada rato, no quiero imaginar lo que mi tierna hermana debe sentir en su naricita. La verdad que me compadezco de ese malestar tan horrible como lo son sus alergias.
Dejo dos toques en la puerta de la habitación de al lado y un cansado "pase" se escucha al otro lado. Mi padre se debilita cada día que va pasando debido a su extraña enfermedad. Sus medicinas son demasiado costosas y el seguro solo cubre una cantidad de lo que valen, es por ello que bailo más de lo que debería.
—Hola, papito— susurro, al ver a mi mamá profundamente dormida a su lado —. ¿Cómo está el hombre más guapo, cariñoso y especial del planeta entero y dueño de mi corazón? — sus ojos se iluminan al verme.
—Bien, mi amor, ahí vamos, llevándolas por las buenas — el corazón se me oprime cada que me dice esa frase, que tan sencilla, oculta ese sufrimiento que por dentro lleva —. ¿Cómo te fue a ti, mi amor?.
—Bien, papi, muy bien — dejo un beso en su frente y me acuesto a su lado —. Me dieron el trabajo en la universidad, mañana es mi primer día.
—Sabia que lo lograrías, mi amor — deja un beso en mi cabeza y suspiro —. Tu madre se pondrá muy feliz cuando se entere, no dejó de orarle a Dios porque así fuera. Tiene el sueño que dejes de bailar en ese lugar algún día y que por fin te dediques por lo que tanto luchaste en conseguir.
Levanto la cabeza un poco para verla, se ve tan agotada y no es para menos, han sido meses muy difíciles para todas nosotras desde que papá enfermó. Mis papás nunca me dieron la espalda ni me criticaron cuando decidí bailar cuando estaba en el primer año de universidad para Roxana y abarcar cada gasto que la universidad que en ese entonces debía de asumir por mí misma ya que papá asumía las responsabilidades de la casa. El dinero siempre ha sido escaso, pero jamás nos hemos acostado sin un plato de comida. Mi padre sacrificó cada día de su vida para que nunca nos hiciera falta nada, ahora es mi deber retribuir un poco todo lo que nos dio.
—También quiero eso, papá. Quiero cada día levantarme y sonreír al ver que el sueño que he tenido toda mi vida desde niña por fin se ha hecho realidad hoy — suspiro —. Pero tengo miedo de hacer algo mal y yo misma arruinar este maravilloso sueño.
—No lo vas a arruinar, tenlo por seguro — me levanto de la cama y me sonríe —. Haz las cosas como siempre las has hecho, mi niña. Tu madre y yo nos sentimos muy orgullosos de ti.
—Gracias, papá — dejo un beso en su mejilla —. Jamás los defraudaré. Ahora descansa, papi — rodeo la cama y beso la cabeza de mamá —. Los amo,
—Descansa, mi amor — sonríe, acomodando la bala de oxigeno en el medio de mamá y él —. Te deseo lo mejor el día de mañana.
Sonrío, saliendo de la habitación de mis padres para ir a la mía.
—Cinco años — murmuro, quitándome los zapatos —. Cinco largos años.
Niego, sin saber por qué lo hago. Me siento como una niña que acaba de recibir el regalo que pidió en la universidad. Es una sensación ni que el mismo baile me había generado antes. Hacer lo que más amas en este mundo significa satisfacción y placer, y mañana empieza lo magnifico de mi gran sueño. Diosito, que todo me salga de maravilla, pido, antes de meterme bajo las cobijas y caer rendida en cuestión de segundos por el gran cansancio de mi cuerpo.
Veo la hora en el teléfono y miles de maldiciones dejan mi boca una detrás de la otra sin parar. Se supone que ya debería de estar en la universidad y aun ando a medio trafico y con los minutos contados. No me falta mucho por llegar, ¡¿pero por qué demonios me tiene que pasar esto en el primer día de trabajo?! Eso no es todo, yo venia con el tiempo exactamente contado, pero cinco cuadras después el carro falló y tuve que pedirle ayuda a un grupo de hombres para que me ayudaran a encenderlo empujándolo por atrás. Ahora me encuentro en el atascamiento faltándome muy poco por llegar. Mañana saldré más temprano de casa, esto no me pasará de nuevo.El teléfono suena en mis manos y decido contestarlo si fijarme de quien se trataba.—¿Sí?.—¿Tan temprano y de mal humor? — ruedo los ojos —. &
¡Corre!¡Huye!¡Escapa!¡Vete!¡Lárgate!¡¿Qué mierda estas esperando para irte, Rachel Christine Blum?!Eso es algo que me gritaría Diane si estuviera acá conmigo, viéndome casi morir ante este inesperado encuentro con estos chicos, que son mis estudiantes y anoche fueron mis clientes. Hasta puedo escuchar su vocecita diciéndome todo fatídicamente, mientras su risa ahoga cada una de sus palabras. ¿Por qué a mí? Yo no te he hecho nada de malo, Jesús de Nazaret, ¿entonces por qué me pasan estas cosas a mí? ¿eh?.Las miradas de todos están sobre mí, pero la que más me inquieta es la de huevos sexys quebrados, que desde que atravesó la puerta no ha dejado de observarme. Es como si me estuviera diciendo; sé quien eres
AxelEs ella; claro que debe ser ella. Su silencio me confirma que sabe a lo que me refiero. Sus ojos grises y ese tonito y acento en su voz es el mismo que usó la bailarina anoche. Ahora bien, su cabello es del mismo color, la misma altura, la misma sonrisa ladina y atractiva, la misma forma de caminar, las mismas ricas proporciones de sus curvas. Solo me faltaba su rostro, y no se puede negar que es mucho más hermosa de lo que en la noche llegué a pensar. Los nervios la delataron solita; y solita cayó.Casandra o Rachel, ¿Cómo le gustará que la llame cuando me la esté follando bien duro contra la pared? Quiero ver esas expresiones sensuales y eróticas que hace, pero esta vez para mí, y que más tentación y adrenalina de saber que es Miss Blum; la profesora de lenguas. A pesar de todo, no me fue tan difícil dar con el paradero de la bailarina exótica. Ella soli
La veo marcharse y no sé por qué tengo una estúpida sonrisa en los labios. La bailarina con profesión de profesora caerá, solo es cuestión de tiempo para que esa mujer esté en mi cama; gritando y pidiendo para que la tome una y otra vez hasta que se quede sin voz.Sé que quieres Miss. Blum, no te hagas del rogar.Regreso al interior de la universidad y tengo mi ultima clase sin ningún contratiempo alguno. Bueno, por lo menos no en cuanto a las clases u exámenes. Mi cabeza no deja de pensar en mi sexy profesora. Me ha herido el ego dos veces la misma mujer, y sin necesidad de haberle rozado ni la piel.—¿Qué hacemos en este lugar, Axel? No es que no querías volver nunca más por aquí. Quien te entiende.—No hace falta que me entiendas, Yo sé lo que hago.—¿Te vas a disculpar? — pr
RachelMe lleva varios minutos recapacitar y darme cuenta que estoy en medio de la calle, actuando como una hormonal adolescente por el beso tan húmedo, suave y muy corto que me han dado en toda mi vida. No puedo negarlo, he quedado muy picada, antojada de sentir más de esa suavidad y sabor que tienen sus labios.Maldita sea.Maldita la hora en que me he dejado llevar por la calentura del momento y no pensar con la cabeza. ¿Pero cómo le digo que no a alguien tan jodidamente sexy como lo es él?.Diane y Mara siguen burlándose de mi tan mala suerte, mientras veo su auto de último modelo perderse en el tráfico de la tarde.Me la vas a pagar, ternurita. Esto no se va a quedar así.—¡No puedo más, me duele la barriga de tanto reírme! — exclama Diane, doblándose y tocándose el vientre —. Eso ha sido
AxelBebo el trago de golpe y me apresuro a sacar las llaves de mi auto. No puedo estar más en este lugar, no se supone que deban de ser de esta manera las cosas. Se suponía que ella estaría a mis pies al otro día, pidiéndome por más, pero su frialdad me hizo dar gigantes pasos hacia atrás. Ahora bien, venir a verla bailar solo hace que el deseo aumente y persista con fuerza. Ella no tiene idea de lo mucho que me abstengo en decir lo que realmente pienso. Ella no se imagina que este deseo me está quemando como nunca.Miss Blum es una tentación muy grande, una la cual me está cobrando factura y muy caro. Han sido semanas tratando de negar lo evidente; me gusta y mucho, y a la vez me asusta que me guste de esta manera tan grande. Ella se ve una mujer ajena al compromiso, liberal, abierta, ¿y entonces por qué no pasar una noche a mi lado?.Quiero verla bailar as&ia
RachelLlego al camerino con una tonta risa al recordar ese atractivo y sexy rostro confundido y ganoso de más. Diane me atacó con miles de preguntas en cuanto me vio y no tuve de otra que contarle lo que sucedió en el privado hace unos minutos atrás.Diane me observa divertida, con esa expresión en sus ojos de que me atacará sin compasión.—El chico te está gustando más de lo que debería, Rachel, a mí no me lo puedes negar — sonríe maliciosamente —. ¡Joder, mil veces joder! ¡Sí te gusta! Bueno, es que está bien bueno el condenado chiquillo.—Me gusta y también me gustaría disfrutarlo, pero no sé si debería.—¿Por qué
Al entrar al salón, una media hora antes de que la clase inicie me llevo la gran sorpresa de ver un paquete mediano encima del escritorio. Frunzo el ceño sin despegar mis ojos de tan llamativa bolsa roja con lazos dorados y me quedo totalmente quieta, deteniéndome frente a ella. ¿Quién ha puesto esto aquí? ¿Para quién será esto? ¿Será para mí? Me pregunto, observando detenidamente el salón aun vacío. Ladeo la cabeza y alcanzo la pequeña nota que cuelga del paquete.“Lo que hay en el interior del paquete no es para ti, es un detalle para ella. Para mantenerla bien hidratada para mí, Miss Blum. Úsalo.”Suelto una risita imaginándome miles de cosas pervertidas dentro de la bolsa, pero me quedé sin palabras al sacar una tanga de encaje negro, con un pequeño aparato de color rosa en la zona vaginal.