Adrenalina

No dije palabra alguna, pues no hay tiempo que perder y hay mucho por hacer.

—Lo segundos corren en el reloj, ternurita — sonríe malicioso y estampa sus labios sobre los míos —. Déjate de besos, esos me los das luego.

Ríe, subiéndome el vestido de un solo tirón hasta mis caderas.

—Alguien regresó exigente y dominante, eh — desliza la diminuta braga por mis piernas y acomoda mi cuerpo en el borde del escritorio —. Te has tomado muy en serio mis palabras, ¿no?.

—Dijiste que te gustaban malas — me apresuro a desabrochar su pantalón y liberar su erección de tanta tela que lo cubre. Es que con solo la idea de hacerlo justo

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