15. No voy a permitirlo

En la cocina, Derek y yo nos movíamos como un reloj suizo de una manera tan esplendida que se notaba nuestra quimica alli. Me sorprendió saber que el sabia cocinar aunque nunca tenia tiempo. Al terminar, juntos preparamos la mesa. Mientras yo me ocupaba de servir con cuidado las albóndigas con arroz que había cocinado, él se encargó de colocar las copas. La fragancia de la salsa de tomate se fundía con la del arroz, creando una sensación acogedora que me envolvió por completo. Al sentarnos finalmente, una sonrisa se dibujó en mi rostro al observar a Derek probando una porción de las albóndigas. La mirada radiante que tenía me hizo sentir que había conseguido conectar con algo en su interior.

—¡Guau, qué delicia! —dijo con entusiasmo, al tiempo que saboreaba nuevamente. —Me trae a la mente las acciones de mi madre. Ella solía hacerme estos platos en España.—hablaba con un ligero aire de nostalgia.

Las palabras que me dijo me llegaron al alma. No solo por el placer que le causó la comid
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