A las dos y media los dos estaban frente a un grupo de chalets alejados de la ciudad, un lugar muy estratégico y mágico, eran hermosas edificaciones invitando a la discreción y al alejamiento. Apenas bajaron del auto, ella sintió una extraña emoción, Merritt fué el primero en descender e ir al encuentro de ella, abrió La Portezuelo de su coche y la tomó de la mano sin palabras y se dirigieron al interior del recinto, una vez dentro él preguntó: — ¿Qué te parece mi pequeña?— le preguntó solícito Merritt. — Me encanta, es hermoso y también muy discreto— dijo ella con emoción. — Ten las llaves— dijo él— yo también conservaré un juego de llaves, así cuando queramos encontrarnos llegas acá y estarás dentro esperando o viceversa. Ella sonrió y él la llevó a conocer cada rincón, poseía una sola habitación, con una cama amplia y cómoda, muebles de estilo moderno y exquisito decorado, todo digno de reyes. Ella se colocó en un sofá y lo invitó a él a sentarse a su lado. Él obediente se acercó y
Ella lo miró con los ojos aún mojados y llenos de ternura y le dijo:— ¡Perdóname a mí, por favor!— No tengo nada que perdonar amor mío— dijo él cariñoso.Ella le ofreció nuevamente sus labios y él le dio un besó tierno y suave, luego Merritt pidió un taxi y ella salió discretamente sin que él saliera. Unos minutos después estaba conduciendo hasta su oficina con el ceño fruncido, lo que le había pasado ese día con Eleanor no volvería a pasar.Necesitaba buscar la manera de desahogar su cuerpo sin lastimar a su joven prometida, era fogosa la chica, pero era natural su temor ante su primera experiencia, él quería que fuese inolvidable y maravilloso para ella ese momento, pero Eleanor debía estar dispuesta y por ahora era mejor no presionar. Eleanor, también tenía el ceño fruncido, por razones diferentes a las de Merritt, se sentía enojada por haber manejado tan pésimamente el momentos de su lección de sexo, menos mal que recurrir a las lágrimas, al final le había salido bien; ya pensa
Así que ya estaba decidido, ese viernes le propondría a Eleanor que trabajara con él sería su mujer de confianza, trabajando como su asistente, así se iría fogueando y cuando fuera su esposa estaría más que experimentada y él estaría sin ningún temor. Era increíble ésta chica, todo lo hacía con propiedad y seguridad, ésto le encantaba de ella; sus negocios estarían seguros en las manos de ella.Eleanor no daba un paso sin antes medir, sopesar y asegurarse que ella era la que tenía el control. Ya ese viernes se había preparado para acaparar a Merritt para ella y estaba decidida a no retroceder por nada ni por nadie.Sus padres pocas veces le pedían explicaciones de dónde o con quién se relacionaba, ella siempre había sido sensata y ellos confiaban plenamente en su única hija; así que ella se valdría de esa confianza y más que todo de que ella estaba acostumbrada a hacer su voluntad. Esa noche se durmió tarde, conversando con Merritt a través de masajes, ella quería asegurarse de que
Merritt continuó acariciando los pechos de ella con pasión desmedida y Eleanor gemía ante esta experiencia nueva para ella; él disfrutaba de los gemidos de ella provocando más placer al verla disfrutar. Sus manos expertas fueron recorriendo la esbeltez del cuerpo de su prometida, besó su vientre y poco la despojó de su ropa, quedando ella completamente desnuda. El también se fue despojando de su ropa con la ayuda de ella, disfrutando de las caricias inexpertas de su joven novia, que actuaba más, por instinto natural; él estaba disfrutando de tan maravillosa experiencia de saber que una joven como ella lo deseaba tanto, que le había pedido que fuera su primer hombre. Al pensar en todo ésto, una corriente de excitación subió por su espalda de Merritt Downey haciendo que su virilidad alcanzara la más alta erección, ella lo miró fascinada y con su mano lo tomó para acariciarlo. Entonces él exclamó: — ¡Oh amor, que divina eres, me encanta que me toques! Ella lo miró con ojos velados por
— Si amor, será nuestro secreto— dijo ella . — Deberías vestirte para ir a casa— sugirió él, acariciando sus caderas y cabellos. — Un ratito más y ya salgo— dijo ella— además tú eres tú propio jefe y no tienes porqué volver a la oficina. — A ésta hora, ya no voy a volver mi princesa— dijo él, dándole un beso suave en los labios. — ¡Me encantan tus besos!— dijo ella. — ¡Y a mí, me encantas tú!— dijo Merritt totalmente enamorado. Estuvo unos minutos más y luego se levantó y ella se dio cuenta que él era muy alto, tenía un cuerpo atlético y muy bien formado, piernas que demostraban que su prometido le dedicaba tiempo a mantener su cuerpo en buena forma física, brazos fuertes y muy bien tonificados, con una virilidad nada despreciable, tenía un rostro duro y hermosamente tallado, ojos verdes esmeraldas hermosos, mentón firme, que denotaba decisión y carácter; le gustaba Merritt y mucho, lo contempló a sus anchas y él dijo: — ¿Ya terminó la señorita bella, de contemplar mi cuerpo?—
Frialdad… — Está bien papá, ya olvidemos esto— exigió ella. — ¿Podemos ir y almorzar en un buen restaurante?— preguntó Alexia— estoy hambrienta. — Sí y por favor invitemos a Merritt— dijo Eleanor. — ¿Merritt?— se extrañó su padre. — Si papá, él es mi novio y quiero que almuerce con nosotros— dijo ella con ceño fruncido. E inmediatamente le llamó invitándolo a venir a encontrarse con ellos en un exclusivo restaurante de la ciudad. Merritt llegó donde estaban ellos en menos de media hora, saludando alegremente a los padres de Eleanor, a su novia le dio un suave beso en los labios. — Hola Merritt, te ves muy animado— dijo Alfred. — ¿Tú crees?— respondió éste— realmente si, me siento muy bien y más por compartir con mi prometida sin estar en el ojo del huracán. — Si, eso siempre es bueno— dijo Alexia— compartir como familia, es una buena oportunidad para que se vean en público. — Si realmente es una muy buena idea la que tuvo mi hija al invitarte Merritt— convino Alfred. — Yo e
Manipulación. Eleanor no se sintió bien al escuchar la explicación de Merritt, pero por los momentos tenía que conformarse, ella sabía que él,.se había contrariado con el rechazo de ella, al no querer tener más sexo, ya vería como lo manejaba. Bajó y buscó a su padre, quien estaba en su estudio ocupándose de un asunto financiero urgente, él al verla entrar le hizo señas para que entrara y pudiera esperar a que terminara de resolver un asunto para atenderla. Diez minutos después Alfred se estaba desocupando y le prestó toda la atención, ella le sonrió cuando él le preguntó: —¿A ver, qué necesitas hija? — Papá, quisiera hacerte una pregunta— dijo ella muy interesada. — Pregunta con toda confianza— dijo él entusiasmado. — Papito, ¿tú te enojarias si yo me acostara con Merritt?— Preguntó Eleanor directamente. Alfred se quedó mirándola con ojos entrecerrados y le dijo: — Enojarme como tal, no, pero a ningún padre le gusta que su hija que apenas comienza la vida y acaba de cumplir 1
Después de haber disfrutado de unos cuantos besos tiernos de Merritt, Eleanor salió satisfecha y complacida de su actuación con su prometido. Sabía que él no había sido fácil de conquistar y ella, a pesar de su juventud había avanzado bastante, no quería arruinar lo conseguido con remilgos y niñerías. Le gustaba lo que el sexo representaba y si debía convertirse en la novia, que se le metía debajo de las sábanas cada vez, lo haría. Llegó a casa dispuesta a disfrutar de la nueva estrategia y ver cómo manejaba a su prometido, quien no era un hombre tan fácil de manipular. Sopesó todas las ventajas y desventajas de seguir teniendo sexo con él, era su novio y nada iba perder, lo más normal del mundo era que una pareja de prometidos en matrimonio mantuvieran relaciones sexuales para el buen funcionamiento del noviazgo. Pasó el día planificando su vida, sus estudios y sus estrategias de negocios, no quería nada fuera de lugar en su vida, todo para poder todos sus objetivos. Eleanor era un