Así que ya estaba decidido, ese viernes le propondría a Eleanor que trabajara con él sería su mujer de confianza, trabajando como su asistente, así se iría fogueando y cuando fuera su esposa estaría más que experimentada y él estaría sin ningún temor. Era increíble ésta chica, todo lo hacía con propiedad y seguridad, ésto le encantaba de ella; sus negocios estarían seguros en las manos de ella.Eleanor no daba un paso sin antes medir, sopesar y asegurarse que ella era la que tenía el control. Ya ese viernes se había preparado para acaparar a Merritt para ella y estaba decidida a no retroceder por nada ni por nadie.Sus padres pocas veces le pedían explicaciones de dónde o con quién se relacionaba, ella siempre había sido sensata y ellos confiaban plenamente en su única hija; así que ella se valdría de esa confianza y más que todo de que ella estaba acostumbrada a hacer su voluntad. Esa noche se durmió tarde, conversando con Merritt a través de masajes, ella quería asegurarse de que
Merritt continuó acariciando los pechos de ella con pasión desmedida y Eleanor gemía ante esta experiencia nueva para ella; él disfrutaba de los gemidos de ella provocando más placer al verla disfrutar. Sus manos expertas fueron recorriendo la esbeltez del cuerpo de su prometida, besó su vientre y poco la despojó de su ropa, quedando ella completamente desnuda. El también se fue despojando de su ropa con la ayuda de ella, disfrutando de las caricias inexpertas de su joven novia, que actuaba más, por instinto natural; él estaba disfrutando de tan maravillosa experiencia de saber que una joven como ella lo deseaba tanto, que le había pedido que fuera su primer hombre. Al pensar en todo ésto, una corriente de excitación subió por su espalda de Merritt Downey haciendo que su virilidad alcanzara la más alta erección, ella lo miró fascinada y con su mano lo tomó para acariciarlo. Entonces él exclamó: — ¡Oh amor, que divina eres, me encanta que me toques! Ella lo miró con ojos velados por
— Si amor, será nuestro secreto— dijo ella . — Deberías vestirte para ir a casa— sugirió él, acariciando sus caderas y cabellos. — Un ratito más y ya salgo— dijo ella— además tú eres tú propio jefe y no tienes porqué volver a la oficina. — A ésta hora, ya no voy a volver mi princesa— dijo él, dándole un beso suave en los labios. — ¡Me encantan tus besos!— dijo ella. — ¡Y a mí, me encantas tú!— dijo Merritt totalmente enamorado. Estuvo unos minutos más y luego se levantó y ella se dio cuenta que él era muy alto, tenía un cuerpo atlético y muy bien formado, piernas que demostraban que su prometido le dedicaba tiempo a mantener su cuerpo en buena forma física, brazos fuertes y muy bien tonificados, con una virilidad nada despreciable, tenía un rostro duro y hermosamente tallado, ojos verdes esmeraldas hermosos, mentón firme, que denotaba decisión y carácter; le gustaba Merritt y mucho, lo contempló a sus anchas y él dijo: — ¿Ya terminó la señorita bella, de contemplar mi cuerpo?—
Frialdad… — Está bien papá, ya olvidemos esto— exigió ella. — ¿Podemos ir y almorzar en un buen restaurante?— preguntó Alexia— estoy hambrienta. — Sí y por favor invitemos a Merritt— dijo Eleanor. — ¿Merritt?— se extrañó su padre. — Si papá, él es mi novio y quiero que almuerce con nosotros— dijo ella con ceño fruncido. E inmediatamente le llamó invitándolo a venir a encontrarse con ellos en un exclusivo restaurante de la ciudad. Merritt llegó donde estaban ellos en menos de media hora, saludando alegremente a los padres de Eleanor, a su novia le dio un suave beso en los labios. — Hola Merritt, te ves muy animado— dijo Alfred. — ¿Tú crees?— respondió éste— realmente si, me siento muy bien y más por compartir con mi prometida sin estar en el ojo del huracán. — Si, eso siempre es bueno— dijo Alexia— compartir como familia, es una buena oportunidad para que se vean en público. — Si realmente es una muy buena idea la que tuvo mi hija al invitarte Merritt— convino Alfred. — Yo e
Manipulación. Eleanor no se sintió bien al escuchar la explicación de Merritt, pero por los momentos tenía que conformarse, ella sabía que él,.se había contrariado con el rechazo de ella, al no querer tener más sexo, ya vería como lo manejaba. Bajó y buscó a su padre, quien estaba en su estudio ocupándose de un asunto financiero urgente, él al verla entrar le hizo señas para que entrara y pudiera esperar a que terminara de resolver un asunto para atenderla. Diez minutos después Alfred se estaba desocupando y le prestó toda la atención, ella le sonrió cuando él le preguntó: —¿A ver, qué necesitas hija? — Papá, quisiera hacerte una pregunta— dijo ella muy interesada. — Pregunta con toda confianza— dijo él entusiasmado. — Papito, ¿tú te enojarias si yo me acostara con Merritt?— Preguntó Eleanor directamente. Alfred se quedó mirándola con ojos entrecerrados y le dijo: — Enojarme como tal, no, pero a ningún padre le gusta que su hija que apenas comienza la vida y acaba de cumplir 1
Después de haber disfrutado de unos cuantos besos tiernos de Merritt, Eleanor salió satisfecha y complacida de su actuación con su prometido. Sabía que él no había sido fácil de conquistar y ella, a pesar de su juventud había avanzado bastante, no quería arruinar lo conseguido con remilgos y niñerías. Le gustaba lo que el sexo representaba y si debía convertirse en la novia, que se le metía debajo de las sábanas cada vez, lo haría. Llegó a casa dispuesta a disfrutar de la nueva estrategia y ver cómo manejaba a su prometido, quien no era un hombre tan fácil de manipular. Sopesó todas las ventajas y desventajas de seguir teniendo sexo con él, era su novio y nada iba perder, lo más normal del mundo era que una pareja de prometidos en matrimonio mantuvieran relaciones sexuales para el buen funcionamiento del noviazgo. Pasó el día planificando su vida, sus estudios y sus estrategias de negocios, no quería nada fuera de lugar en su vida, todo para poder todos sus objetivos. Eleanor era un
Eleanor llegó a su casa de un humor de perros, menos mal que nadie estuvo en su camino, tenía deseos de arrasar con cualquier persona que encontrara a su paso. Le molestaba no salirse con la suya, estuvo hasta ése día, llevando todo suave con Merritt para ir retrasando el matrimonio, pero ya él había dado su ultimátum. Le hubiese gustado casarse con más edad, pero él tuvo que encapricharse con ella y pedirla como esposa. Bueno ya había llegado el tiempo de encargarse de los preparativos de su majestuosa boda, porque eso sí, sería el matrimonio del año, por el esplendor y lo fastuoso, daría que hablar en el día más grandioso de su vida. Invitaría a todas las celebridades de las finanzas y el comercio. Habló con sus padres del asunto y le pidió a su madre que se asegurara de que ese día fuese inolvidable para todos; flores telas, luces, todo lo que fuera necesario para que su día fuese apoteósico y maravilloso. Alexia le dijo: — No te preocupes mi niña, ya verás qué hermoso será el
Ya todo estaba dispuesto para el gran acontecimiento, Merritt por fin era atrapado legalmente por una mujer, se sentía maravillosamente feliz, con cuarenta y tres años después de mucho esperar por fin se estaba casando con la bellísima Eleanor Hawkins. Durante casi tres años, había mantenido relaciones sexuales esporádicamente con ella una o dos veces por semana y ya quería tenerla metida en su cama por completo; Eleanor era algo escurridiza a la hora de tener sexo, pero una vez que él la encendía, pasaban horas disfrutando de una exquisita sesión sexual. Ya era hora de disfrutarla las veinticuatro horas sin excusa alguna, estaba nervioso y con expectativas, sabía que su prometida era bastante impredecible, pero confiaba en su sensatez y madurez. Había escogido un smoking blanco de diseño de alta costura, con camisa blanca, confeccionada en fina tela. Él era un hombre muy elegante y de cuerpo atlético y hermosamente formado, se miró al espejo y le agradó la imagen devuelta. Eleanor