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LOS HAMILTON
Salgo del camerino para ir arriba.
Subo las escaleras tratando de estar segura de mi misma, no puedo permitirme sentirme intimidada por estar a solas con un hombre en vez de estar acompañada por las otras chicas. Abro y cierro las manos con cada escalón, es algo que he adoptado desde niña, cuando estoy nerviosa para tranquilizarme es lo que hago. Al llegar a la puerta número tres, me ajusto mi conjunto y me adentro respirando profundamente.
La oscuridad combinada con unas luces de neón del cuarto es lo primero que me atrapa. Enseguida sentí el calor azotándome el rostro, ese tipo de calor que te hacen dar ganas de desnudarte de una vez por todas, y ese era el arma que usaba Ricky para nosotras, poner la calefacción a una temperatura alta. Dice que es mejor cuando nuestra piel brilla un poco por el sudor, es lo que hace que los clientes paguen todavía más, y por más extraño que suene, tenía toda la razón.
Cerré la puerta detrás de mí.
Entonces lo vi.
Él estaba sentado en uno de los sofás negros con una copa de vino en su mano izquierda, bebió un trago pero con la mirada clavada en la alfombra Nórdica Piel Pelo Largo Escandinava, tenía los primeros botones de su camiseta blanca desabrochados, no pude distinguir sus rasgos faciales con claridad sin embargo juraría que no tendría más de unos veintiocho años quizás, las luces neón lo iluminaban por completo del torso a los pies, que ahora me doy cuenta se encuentra descalzo.
¿Quién será?
—¿Vas a quedarte ahí de pie como estúpida o vas a hacer tu trabajo? —su voz grave y profunda me enojo.
¿Quién demonios se cree para insultarme?
Las ganas de devolverle el insulto mil veces peor no me faltaban, pero me debía controlar y no olvidar donde estaba.
Trague saliva y me acerque.
—¡Ten! —me tira un fajo de billetes de cien dólares que cae al suelo, lo levanto como un cachorro abandonado que le han tirado un trozo de pan. No me iba a poner a contar cuanto había, pero por lo que puedo ojear hay dos mil completo—. Ahora deja de perder el tiempo, y comienza a bailarme.
Todo sería mucho más fácil si él simplemente no hablara.
La música sonando de fondo me daba paso a empezar el baile.
Cierro mis ojos al ponerme delante de él para darle el baile que espera. Por encima de la música oigo como gruñe, ¿estaba enfadado y se la estaba tomando con la primera persona que se le cruzo y para la mala suerte soy yo?
Lo ignore.
Sensualmente comencé a llevar mis manos a mis pechos, esto lograba una mayor propina, y a pesar de que ya me ha pagado, no estaría de más que tal vez me diera algo extra.
Recuerdo en como Carly me había aconsejado que tenía que jugar con mi cuerpo divirtiéndome conmigo misma la primera vez que puse un pie en este lugar era mucho mejor según sus propias palabras.
—No eres para nada lo que esperaba —frunzo el ceño al oírlo.
Estoy fracasando y esto podía llegar a los oídos de Ricky.
Me estaba asustando.
Bien, debía llegar al nivel dos antes de tiempo.
Inicio con quitarme la parte de arriba del conjunto de mucama sexi, pero para mi gran y confusa sorpresa, la voz del extraño desconocido hizo que no continuara.
—¿Qué haces? —Usa un tono frío—. No te estoy pidiendo que te desnudes, ¿para qué? ¿Para follar? Si quisiera eso, buscaría a una prostituta, y una fogosa, no como tú.
No me puedo creer lo que estoy escuchando.
Es un hijo de puta.
Bien, si no quiere que me desnude, mucho mejor para mí, no me sentiría tan sucia de estar casi sin nada delante de él. Sin embargo me siento furiosa por cómo me trata, como si fuera un trapo de piso, y si, así soy cuando estoy sola, pero eso no le da a él el derecho de recordármelo.
No dejaba de preguntarme cuanto me falta para acabar. Siento como si hubiera pasado horas ya. Y hasta que alguien no venga a buscarme, no voy a poder salir.
De repente un celular comienza a sonar, no era el mío, lo había dejado en el camerino junto a mis cosas. Ese pertenecía al desconocido quien al mirar la pantalla, esta ilumino su rostro como una linterna, pude notar que llevaba una barba de hace unos días, su cabello castaño claro a dorado estaba desordenado, al notar que lo estaba mirando, levanto los ojos hacia mi dirección, azules, ojos azules.
No dijo nada y respondió.
Era atractivo. No iba a negarlo. Pero su pésima actitud lo eclipsa todo.
—Evan Hamilton —pronunció para la persona del otro lado de la línea.
Y mi corazón se detuvo.
¡No, no, no!
¡No podía ser cierto!
Ese nombre y ese apellido me llevaron de vuelta a ese día.
A esa noche.
Necesitaba salir de ese cuarto porque de lo contrario iba a vomitar. Mi estómago se revolvió a tal punto que me urgía ir al baño de inmediato y salir de aqui. No interesa en este instante las consecuencias que me traería después abandonar a un cliente a mitad del baile, ese era el menor de mis problemas.
Salí corriendo del cuarto, las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas como la lluvia, me cubrí la boca para ahogar mis sollozos, no podía dejar que nadie me viera así.
Llegue al baño y me encerré colocando el cerrojo.
Me deje caer contra la puerta hasta tocar el frío suelo. Respire hondo, calmando la ansiedad de mi estomago por escuchar ese nombre en especifico.
Hundo mi rostro entre mis rodillas quebrándome en pedazos. Odiaba hacer esto, odiaba recordar, odiaba soñarlo, odiaba revivir. Cada vez que me voy a dormir e intento no pensar en nada, lo logro hasta que concilio el sueño para sumergirme en la pesadilla del cual siempre me despierto con gotas de sudor corriendo por mi frente. Entonces se me es imposible volver a dormir.
Me digo a mi misma que ese nombre lo tiene cualquiera, que hay miles y miles de personas que llevan el mismo nombre en esta ciudad, pero algo me dice que no es casualidad, no puede serlo.
Conocía a Los Hamilton, aunque solamente sus nombres. Con la excepción de la cabeza mayor, Nicholas Hamilton, él es del único a quien yo conozco su rostro, cada rasgo. Él fue el responsable de quitarme todo lo que un día tenia, de arrebatarle la vida a mi padre sin piedad alguna, mandando a sus matones a hacer el trabajo sucio para evitar él mancharse las manos, pero de todos modos ya las tenía manchada al igual que su conciencia, si es que tenía conciencia.
—¿Nina estas ahí dentro? —Carly golpea la puerta tres veces seguidas, hace una pausa y lo vuelve a repetir—. ¿Nina? Nina, si estás ahí necesito que me respondas, ¿estás bien? Ricky está furioso contigo.
No quería salir del baño como tampoco quería responder, pero no hacía falta, ella ya sabía que me estaba encerrando.
—Nina, ¿Qué sucedió? ¿Ese hombre se pasó de mano contigo? ¿Quieres que hable con Ricky para que lo eche?
Levanto la cabeza de mis rodillas.
¿Seguía aquí?
¿Debo hacer algo?
No hice nada la última vez que pude y mi padre término con un balazo en la sien.
Si debo actuar.
Es necesario que sepa si Evan Hamilton es el hijo de Nicholas Hamilton, sé que su hijo así se llama, y si estoy en lo correcto y él es uno de sus tres hijos, tengo una deuda que cumplir. Una que le prometí a mi padre en su funeral. Una que jamás pensé que iba a llevar a cabo.
Acabar con la riqueza de los Hamilton.
3 TENTANDO A LA SUERTE Eso es lo que no debería estar haciendo en este momento, eso es lo que James siempre me repetía constantemente cuando me escapaba de su casa para ir hasta Los Hamilton y estudiar sus pasos. La cabeza mayor podría reconocerme y acabar conmigo como lo hizo con mi padre, pero siempre le había reiterado que eso era un noventa y nueve por ciento imposible, si Nicholas me quisiera tres metros bajo tierra para que yo no reclamara el asesinato de mi padre, entonces desde hace ya muchísimo tiempo se hubiera encargado de mi existencia, sin embargo estoy muy segura que ni siquiera recuerda que Grant Martin tenía una hija. Estoy tratando de controlar los temblores de mis manos mientras con Carly nos íbamos acercando a la oficina de Ricky donde me espera seguramente para gritarme y tal vez echarme a la calle, pero eso no era lo que me tenía el corazón latiendo a una velocidad que no creía posible, tam
4 ODIOSO ¿Cómo lo sabe? Eso no importa. Me he topado frente a frente con un verdadero Hamilton. Lo he conocido, y es un verdadero Hamilton por tratar como mierdas a los demás. Debo pensar muy detenidamente si esto es cosa del destino, porque no creo que sea casualidad, se supone que las casualidades no existen. Y si es de verdad cosa del Destino he de poner manos a la obra entonces. Solo que aún no sé cómo. Aunque se cuál es mi objetivo. —Espera, espera —de pronto lo recuerdo—. ¿Por qué te ha pagado a parte? ¿A caso los clientes siempre lo hacen y nosotras no nos enteramos? —¿Cómo crees que mantengo este lugar con todas las comodidades? Por supuesto que me pagan un dineral aparte y todas lo saben, tú llevas trabajando aquí unos meses, te falta mucho por aprender. La última frase me da la esperanza que no me despedirá, no esta noche al menos. Sin embargo no me prec
5 JAMES Cuando llegue a mi departamento en una de las peores calles de la ciudad de Chicago, no podía dejar de darle vuelta al rostro de Evan Hamilton y tengo en mi memoria permanentemente esos ojos azules fríos e inexpresivos. Esa voz profunda que te haría temblar tan solo al oírla y haría que te cagues encima, sin embargo ese no era mi problema, no. Mi corazón estaba amenazándome con salir de mi pecho de tanta emoción, de saber que por fin voy a poder hundir a esa familia, ya no soy una niña, y aunque no estoy en la mejor etapa de mi vida no importa, cada minuto de cada día solamente me tengo que esforzar en meterme en la vida de él, de Evan. A la mañana siguiente tras salir a correr por unos treinta minutos, me di una ducha rápida al regresar y al poco tiempo correr otra vez pero a la casa de Carly, necesitaba ver a James, él también debía saber que me topé con un Hamilton, aunque es muy probable que ya mi a
6 Masoquista Tenía presente del poder de Nicholas Hamilton en todos, pero no sabía que también decidía el futuro de sus propios hijos también, aunque no tendría por qué estar sorprendida. No me interesaba su poder, acabaría con esa familia aunque eso me quite mi último soplido de aire. —¿Me darás la carpeta? —pregunto, James me mira sacudiendo la cabeza. —¿No escuchaste nada de lo que te dije? —Te oí, claro que sí. Pero no voy a detenerme —me cruzo de brazos. James me hace a un lado para adentrarse en el interior, lo sigo instintivamente hasta que nos detenemos en su oficina, abre la puerta se va directo a la caja fuerte que se encuentra escondido detrás de un cuadro con la pintura de un caballo, no era un muy buen escondite, lo que si es que el código para abrirla era imposible de descifrar, y vaya que lo he intentado durante años sin éxito. Me lanza la carpeta por el es
7 INTERCAMBIO Las manos me sudaban horrores mientras no dejaba de darle vueltas al asunto de trabajar para la familia Hamilton, no supe que responderle a Carly cuando me contóque había una vacante para ser la asistente personal precisamente de Evan Hamilton. La antigua persona que trabajaba para él terminó renunciando por motivos que hasta el momento ella desconoce. Carly consiguió esta información gracias a una amiga que trabaja allí. Y esa misma amiga podrá hacerme entrar y acepto, me dio hasta mañana para decidirlo, tenía que tener una respuesta segura. De lo contrario no podrá evitar que ese puesto se ocupe cuando las entrevistas comiencen. No tenía una decisión, de tan solo pensar que tengo que obedecer las órdenes de uno de ellos, me llena de ira. Sin embargo soy muy consiente que otra elección no hay. Y que si quiero acercarme a su mundo, a sus vidas, debo sacrificar mi dignidad y orgullo sin más.
8 ATRAPADA ¡Me siento una puta indefensa estar de espaldas! ¡Me hace sentir vulnerable estando él detrás de mí! ¡Sé que es él! Podría darme simplemente la vuelta y enfrentarlo pero me limito a quedarme quieta. Quizás eso es lo que le agrade, tener a las mujeres bajo control, no me sorprendería para nada, es un Hamilton después de todo. —Llevas retrasada quince minutos —susurra en mi oreja. No respondo. Tengo miedo que reconozca mi voz. —Lamentablemente esta noche tengo poco tiempo, así que porque no comienzas a moverte para mí. Roza mi nuca con su aliento y un escalofrió recorre mi espina dorsal. Evan se aleja de mí para chocar su espalda contra la pared detrás de él. La oscuridad lo eclipsa. Apenas puedo verlo, no se va donde esta las luces y al menos pueda percibir su mirada, aún más vulnerable me siento. Pero dejando eso de lado, me coloco a un m
9 PREGUNTAS Su respiración era calmada, y esta se encontraba en mi nuca, cosa que no me ayudaba en lo absoluto a pensar con claridad, él sabía exactamente quién era yo, pero la pregunta que no abandonaba mi cabeza era como, es decir, los dos días que baile para Evan en todo momento utilice una máscara, era imposible reconocerme así de fácil como lo ha hecho él. Buscaba una mentira para hacerle creer que se equivocaba, pero mientras más lo estaba haciendo, más me daba cuanta que tal vez no era tan malo que supiera quien soy, después de todo tengo que seducirlo, ese era el primer paso. Aunque no me sentía del todo segura cuando este me robaba mi espacio personal. Solo me enderece en la silla. Miraba la ventana que daba a la ciudad de m****a. No voy a negarlo, así que dije: —¿Debo preocuparme de que no me des el trabajo solamente por mi “oscuro
10 DESCUBRIMIENTO INESPERADO Me levanto de mi asiento obligatoriamente para irme. Quería quedarme. Pero por lo menos ya sé que la entrevista sigue en pie, él mismo me ha dicho. —Te veo en un rato, ratoncito. Me salgo de su oficina y tras cerrar la puerta detrás de mí respiro el aire que me faltaba mientras me encontraba dentro. Tengo la tentación de apoyar mi oreja a la puerta y tal vez con suerte oír lo que habla. Pero cambio de opinión cuando la recepcionista se detiene a mitad del pasillo y me mira arqueando una ceja como preguntándose qué demonios estoy haciendo. No hago caso a su mirada y paso por su lado para dirigirme al elevador. Cuando este abre sus puertas metálicas me adentro, necesitaba ir a ver a Carly y contarle todo lo que sucedió, de seguro esta con el corazón en la boca de los nervios. Al s