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Capítulo Tres: Tentando a la suerte

3

TENTANDO A LA SUERTE

Eso es lo que no debería estar haciendo en este momento, eso es lo que James siempre me repetía constantemente cuando me escapaba de su casa para ir hasta Los Hamilton y estudiar sus pasos. La cabeza mayor podría reconocerme y acabar conmigo como lo hizo con mi padre, pero siempre le había reiterado que eso era un noventa y nueve por ciento imposible, si Nicholas me quisiera tres metros bajo tierra para que yo no reclamara el asesinato de mi padre, entonces desde hace ya muchísimo tiempo se hubiera encargado de mi existencia, sin embargo estoy muy segura que ni siquiera recuerda que Grant Martin tenía una hija.

Estoy tratando de controlar los temblores de mis manos mientras con Carly nos íbamos acercando a la oficina de Ricky donde me espera seguramente para gritarme y tal vez echarme a la calle, pero eso no era lo que me tenía el corazón latiendo a una velocidad que no creía posible, también se encontraba él, el probable hijo de uno de los hombres más desgraciados que puede existir en el mundo, a pesar de que mi cuerpo está jugándome una mala pasada al hacerme temblar y con los ojos enrojecidos, estoy más que decidida a averiguar si Evan Hamilton pertenece a la familia que mantiene a la ciudad de Chicago cagando de miedo.

—Puedes estar calmada, Nina. Le explicaremos a Ricky que saliste huyendo porque te acojonaste a último momento por ser tu primer privado —dice relajadamente Carly dándome unas palmaditas en la espalda. Le sonrío sin muchas ganas en realidad, si ella supiera que la verdadera razón no es Ricky por la que estoy al borde de un colapso.

Me estaba debatiendo si confesarle a mi mejor amiga y casi hermana de corazón lo que me sucedió cuando oí el nombre de Evan Hamilton, tal vez me entendería. Carly conoce toda mi historia desde ya hace bastantes años, su padre se lo revelo a las semanas de haberme mudado, Carly y yo no nos llevamos del todo bien las primera semanas al pisar su casa, ella tenía la idea que era una intrusa, y decía que me llevaba la atención de sus padres cuando en realidad no era así para nada, entonces fue cuando James decidió que era momento que su hija supiera toda la verdad, lo hizo más bien para que la niña de casi ya trece años me tuviera un poco de compasión y vaya que después de la confesión, comenzó a tratarme bien, nos volvimos inseparables, no fue lastima lo que ella sintió por mí, claro que no, fue compasión y eso muy diferente pero gracias a eso ahora somos como uña y mugre.

Al llegar hasta la puerta algo maltratada de Ricky, mi amiga golpeo dos veces seguidas, no hizo falta más puesto que de inmediato nuestro jefe nos abrió con un ceño fruncido y un cigarrillo casi acabado entre medio de los labios agrietados.

—¡Adelante! —Gruñe Ricky con los ojos clavados en mí, Carly pretende entrar conmigo pero es detenida—. ¡Este no te incumbe ahora, Carly!

Y sin esperar que Carly cuestione eso, cierra la puerta detrás de él. Yo desvió mi atención de Ricky para buscar con la mirada Evan. La oficina no era tan grande, pero sí que estaba en un completo desorden, hacía falta pasar una aspiradora por cada espacio de este lugar. La iluminación es fosco, solamente había una lámpara sobre el escritorio que por lo visto eso era más que suficiente para Ricky.

No lo ubicaba.

No estaba aquí.

Mis músculos se aflojan pero mi mente grita a los cuatro vientos al no verlo.

¿Donde esta?

—Me hiciste perder dinero, Nina —vuelvo mi atención en la única persona dentro de la oficina—. ¿Sabes cuánto?

¡A lo mejor mucho!

Pienso.

No me importaba, al menos no en este instante.

—¿Sabes con quien te mande al cuarto Vip?

¡Sí! ¡Se su nombre y apellido! ¡Pero no sé si es la persona que creo!

Trago la saliva que estaba acumulándose en mi boca, me aclaro la garganta para preguntar:

—¿Quién?

Ricky rodea su escritorio para tomar asiento en el sillón y colocar las piernas cruzadas sobre esta, las manos van a parar detrás de su cabeza.

No es una mala persona, o al menos en el tiempo en que llevo tratándolo nunca se ha comportado como un patán, no se gana el premio al mejor jefe del año, pero es respetable. Pone en su lugar a todo aquel que trata de pasarse de listo con él, pone guardias en las puertas de salida del club para que estos vigilen a los clientes que intenten sobrepasarse con nosotras, sin embargo siempre se pondrá del lado del cliente cuando surge problemas, después de todo esto es un negocio y hay que mantener a la clientela con una sonrisa.

—Uno de los hijos del hombre más poderoso de esta ciudad —me contesta marcando cada palabra, luego levanta una ceja—. ¿No te das una idea?

Las lágrimas amenazan con regresar, no me podía permitir llorar delante de mi jefe, ¿Qué explicación le daría? ¿Qué me agarro alergia? ¿De qué? No podía sollozar solamente por escuchar su respuesta que por dentro ya me esperaba.

Apreté mis puños a mi costado manteniendo los ojos fijos en Ricky, él estaba evaluando mi reacción. No mostré más que un encogimiento de hombros.

—Me ha sacado los diez mil dólares que pago por que una chica nueva le hiciera poner dura su polla —me asombro por las palabras escogidas de Ricky—. Al parecer ha tenido algo de problemas en la cama —me aclara.

Parpadeo un par de veces.

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