Pensar en que las cosas mejorarían y se aclararían después de que Vicky reaccionara, era solo una utopía. ¡Esto no puede estar pasando! Es el peor de los escenarios que esperaba enfrentar.―No te angusties, por favor, iré a buscar al médico, él podrá explicártelo todo.La miro a los ojos durante algunos segundos. Veo la preocupación y el miedo dibujados en esos preciosos orbes celestes que ahora me miran con inseguridad. Salgo a toda prisa de la habitación, con el temor atenazado alrededor de mi garganta y el corazón martillando debajo de mi pecho a una velocidad vertiginosa.Me acerco al puesto de enfermeras y pregunto por el doctor.―Señoritas, necesito al doctor Sullivan, mi esposa acaba de despertar.Una de ellas, a la que reconozco como la enfermera que ha estado visitando su habitación consecutivamente, se da la vuelta y me observa con mirada de sorpresa.―Iré a buscarlo, señor Callaway, está visitando a otro de sus pacientes ―asiento en respuesta, con la angustia y la preocupac
Tiro de la silla y me siento a su lado para contarle todo. Bueno, lo que necesito que sepa y sea necesario para protegerla de sí misma. ―No, no nos hemos casado aún, pero nos comprometimos hace poco y pronto lo haremos ―tomo su mano izquierda y le muestro la sortija que aún lleva incrustada en su dedo anular―. Te lo di el día en que aceptaste casarte conmigo. Lo observa, conmovida y confusa. Luego eleva su cara y me mira a los ojos. ―Entonces, ¿por qué todos dicen que eres mi esposo? Me mira, expectantes. Mis dedos acarician la sortija y parte de la piel de su dedo. ―Porque de otra manera no me hubiesen permitido quedarme contigo ―me rompe el corazón, descubrir que su mirada ya no es la misma que tenía antes de que ese maldito la lastimara. Ahora solo hay desconfianza, angustia e inseguridad―. Voy a cuidarte y a protegerte, nena ―niego con la cabeza―. No importa lo que pase, estaré siempre contigo. No será fácil mantener tantas mentiras de aquí en adelante, pero estoy dispuesto a
Me siento a su lado y mantengo su mano sujeta. Durante todo este tiempo ha estado callada y distante; perdida en sus pensamientos. Pero prometo que haré mi mayor esfuerzo para convencerla de mi amor, de que no hay otro lugar en el que quiera estar, que no sea a mi lado. Lograré que vuelva a confiar en mí.Por supuesto que la comprendo, despertar y no recordar nada, que tu vida ya no es la misma; es una situación terrible para cualquiera, sobre todo, para una mujer que no tiene a nadie más en esta vida. ―Estoy agotada ―salgo de mis pensamientos y giro mi cara para prestarle toda mi atención―. Creo que voy a dormir un rato ―pierdo el aliento cada vez que descubro a esos preciosos ojos celestes observándome, aunque ya no lo hagan de la misma manera en la que solían hacerlo―. ¿Puedo recostarme en tu hombro?Sonrío agradecido, porque cualquier gesto de confianza renueva mis esperanzas.―Por supuesto, cariño ―le doy un beso en la frente y, en lugar de permitirle que lo haga sobre mi hombro
Después de llegar a Nueva York subimos a la limusina que nos espera en la pista de aterrizaje. Ethan ha sido tan atento y comprensivo conmigo que no sé cómo corresponder a sus atenciones. Pero, si soy sincera conmigo misma, hay algo en él que me atrae y a lo que no puedo resistirme por más que lo intente. Bajo la mirada y observo nuestras manos entrelazadas. No hice nada para evitar que la tomara, porque de esta manera me siento segura y tranquila. Él mueve su pulgar y roza mi piel de forma delicada con la yema de su dedo. ―¿Te sientes bien, cariño? Elevo la mirada y lo miro a los ojos. Hay algo en ella que se siente familiar. ―Sí, gracias, un poco inquieta por la novedad, pero tranquila. Sonríe, eleva nuestras manos unidas y besa mi mano con mucho cariño. ―Te prometo que todo estará bien. Asiento en respuesta. Recuesto mi cabeza en su hombro, porque ahora más que nunca necesito de su apoyo y comprensión. Respiro profundo y me pongo a pensar en las cosas de las que me enteré cua
Al terminar con mi cuerpo, coloca champú sobre mi pelo y lo lava con delicadeza. ¿Cómo logra controlarse de esta manera? Apenas puedo concentrarme en lo que estoy haciendo. Me mantengo en silencio mientras intento recuperar mis sentidos y calmar las palpitaciones de mi corazón. Sin embargo, es imposible que pueda controlar la reacción de su miembro. Trago grueso, al sentirlo pulsando sobre la parte baja de mi espalda. Aclara los restos de jabón y champú y luego procede a hacerlo consigo mismo. Al terminar sale de la bañera y coloca una toalla atada a su cintura. Busca una bata de baño y me la pone con una dedicación y paciencia que me deja impresionada. Toma otra toalla y envuelve mi cabello. Me alza entre sus brazos y me sienta en la encimera del lavabo. Extrae un secador de pelo de la gaveta y comienza a secar mi cabello mojado como todo un profesional. Aquella manera de actuar enternece mi corazón. Me siento tan cuidada y protegida por él que todas mis dudas y temores están comenz
—¡Maldita sea! Expreso en voz alta mientras hago bola el periódico entre mis manos. Victoria me suelta, nerviosa por mi reacción. Lo que me obliga a calmarme y disimular mi enojo para evitar que se entere de lo que está pasado. Es una noticia que puede causar daños irreversibles en ella, así que voy a hacer lo que sea necesario para protegerla. —Ethan… ¿Pasa algo? Susurra bajito y con expresión preocupada. —No cielo, disculpa ―fuerzo una sonrisa y elevo la mano para acariciar su rostro con el dorso de mis dedos―. Acabo de enterarme de que mi equipo de beisbol favorito perdido anoche el partido y apenas ahora me estoy enterando ―espero que se trague la mentira―. Son rabietas de fanático. Me inclino y le doy un beso en la frente. —Has hecho añicos el periódico del consultorio —sonríe—, van a pensar que te has vuelto loco. Lo lanzo al cesto de la basura, antes de que se le ocurra tomarlo de mis manos. —Entonces en ese caso voy a gritarles que si estoy loco… ―muevo la mirada de sus
―¿Te sientes mejor, cariño? Asiente en respuesta, antes de soltar un bostezo y acurrucarse sobre mi pecho. ―Estoy mejor, Ethan. Le doy un beso en la frente y hago cosquillas en la espalda con mis dedos mientras espero a que se quede dormida. ―Duerme, cariño, estás a salvo conmigo. Me quedo con ella a su lado hasta que logra quedarse dormida. Le doy un beso en los labios y me levanto de la cama. No puedo quedarme de brazos cruzados, en tanto ese hombre anda suelto y se convierte en una seria amenaza para nuestra seguridad, sobre todo, para la de Victoria. Aprovecho la oportunidad para llamar a Evans, un gran amigo y dueño de una empresa de servicio de seguridad, dedicado a brindar protección y a realizar investigación y seguimiento a objetivos. Responde mi llamada al primer repique. —Ethan Callaway… ¿Cuánto tiempo sin saber de ti? Abandono la habitación y me dirijo hasta la sala. —Lo mismo digo, Evans. Abro las puertas del balcón y salgo al exterior. —Y dime, Ethan, ¿me lla
―No tienes idea de lo mucho que he estado esperando esto. Escalo sobre su cuerpo y me abro espacio entre sus piernas. Ella se siente avergonzada, pero dispuesta. Beso, la piel de su cuello con adoración y recorro con mis dedos, la piel tersa y suave de sus muslos. ―Te necesito, Ethan… Esa manera de pedirlo, me hace perder la cordura. En un arrebato, me pongo de rodillas y tiro de su blusa con fuerza y locura desmedida. Desprendo los botones y los hago volar por toda la habitación. Jadea, sorprendida y responde a mi vehemencia temblando de pies a cabeza. Quedo extasiado por su perfecta y blanca piel, por esos preciosos pechos cubiertos por la tela de encaje negro que me hacen fantasear y llenan mi cabeza de ideas lujuriosas. —Hermosa y perfecta ―menciono con la voz ronca al recorrer cada espacio de piel. Trazo un mapa con mis dedos por cada zona de su cuerpo y hago especial énfasis en la zona de sus pechos. Rozo con sutileza sus picos tersos y sensibles, que suplican por atención.