¿Su esposa?Aquellas palabras me dejan sin aliento. Me le quedo mirando como si no lo comprendiera o me hubiera hablado en un idioma totalmente diferente. Las revoluciones de mi corazón se multiplican en milésimas de segundos y mis pulmones se quedan sin aire. ¿Acaba de pedirme que me case con él?A pesar de que su propuesta es inesperada y hecha sin la más mínima preparación, es decir, en un contexto nada apropiado y mucho menos que romántico, causan el efecto deseado.―Reconozco que no hay una pizca romanticismo al hacer esta propuesta en medio de una habitación de hotel y completamente desnudos ―sonríe como niño travieso―, pero mis palabras son sinceras, Vicky ―mis piernas se tornan flácidas, por fortuna, él lo nota, antes de que caiga de rollito sobre el suelo―. Te prometo, que en la próxima ocasión te daré rosas y un anillo de compromiso, pero, ahora mismo, lo único que necesito es que me digas que quieres casarte conmigo ―me aprisiona contra su cuerpo y me sorprende con un beso
Después de colgar la llamada, llamo a la recepción y pido que me suban el desayuno. Aprovecho la oportunidad y me doy una ducha rápida. Veinte minutos después, salgo del baño y regreso a la habitación.Me pongo un vestido veraniego y saco mi computadora personal del maletín para aprovechar el tiempo trabajando. La coloco sobre la mesa y abro mi correo para revisar los mensajes y meterme de lleno al trabajo. Mientras respondo algunos mensajes, oigo un par de toques a la puerta.Me levanto de la silla y camino hacia la entrada.―Buenos días ―me indica el camarero―. Traigo su desayuno.Abro la puerta para que entre y deje toso sobre la mesa. Me acerco al mueble y saco de mi cartera la propina y se la entrego, antes de que abandone la habitación. Mi estómago cruje del hambre.Vuelvo a la silla y devoro todo el desayuno en cuestión de pocos minutos. Con el vaso de jugo de naranja en la mano, me acerco al balcón y quedo fascinada con el hermoso día soleado que está haciendo y con lo azul qu
En tres días estaremos volviendo a Estados Unidos y no quiero irme de aquí sabiendo que ella volverá a los brazos de ese imbécil. Lo tengo decidido. Voy a poner todas mis cartas sobre la mesa y hacer lo que debo hacer para retenerla a mi lado.Después de recorrer todas aquellas áreas que están incluidas en el proyecto de remodelación, Jeremy y yo, volvemos a su oficina.―¿Crees que hay alguna posibilidad que el tiempo de ejecución se adelante una semana?Es bastante complicado, pero no imposible.―Por supuesto, Jeremy, no obstante, antes de confirmártelo quiero estar seguro de que podemos hacerlo.Asiente en respuesta. Su teléfono suena, así que aprovecho la oportunidad para repasar toda la información que levanté durante el recorrido a las instalaciones y hago cálculos mentales. Sin embargo, mis pensamientos me llevan al Penthouse de este hotel. Lugar en el que se encuentra la mujer de mi vida.Me levanto de la silla y me dirijo a la ventana para disfrutar de las preciosas vistas que
Esta acaba de convertirse en la mejor noche de toda mi vida. Ni en sueños habría imaginado algo como esto. La verdad, es que me ha tomado por sorpresa. Pero, ¿qué voy a contestar? Quiero decirle que acepto ser su esposa y saltar a sus brazos mientras grito de emoción y felicidad. Sin embargo, la sortija que llevo incrustada en mi dedo anular izquierdo me obliga a mantener ese sí, que quiero darle atrapado dentro de mi boca.Lo observo postrado sobre su rodilla derecha, nervioso e inseguro, pero arriesgado y valiente. ¿Cómo no estar enamorada de un hombre tan maravillosos como este? Los latidos de mi corazón se escuchan fuertes y sonoros por encima de la voz del joven que interpreta la hermosa canción que sirve de fondo a la petición más maravillosa que me han hecho en toda mi vida. ¿Alguna vez me sentí tan emocionada? Esta vez mi corazón, mi alma y mi amor están comprometidos al cien por ciento con esta relación. No me di cuenta, sino hasta ahora, de que no estaba enamorada de Dalton,
A pesar de que esta noche no he conseguido que acepte ser mi esposa, estoy satisfecho por la manera en que las cosas están marchando. Por supuesto, estaba consciente de que esto podía suceder, sin embargo, estaba seguro de que, bajo otras circunstancias, Victoria no habría dudado en aceptar la propuesta. ―Bajemos al camarote, cariño ―le hago una señal a los músicos para que se retiren y nos dejen solos―, estás achispada, está cerca de dar la media noche y las sorpresas aún no terminan. Ella me mira risueña, me rodea del cuello con sus brazos y se alza en la punta de sus pies. ―¿Sabes por qué te amo? Me hago el idiota mientras sonrío como un tonto enamorado, loco y perdido por el amor de esta hermosa mujer. ―No tengo ni la más mínima idea ―la rodeo con mis brazos y le pego contra mi pecho―, pero te aseguro que tengo una lista de opciones que pueden convertirse en la respuesta correcta para tu pregunta. Alza una de sus cejas y me observa divertida y curiosa. ―¿Ah, sí? ―pregunta, i
Despierto, al sentir besos por toda mi espalda. Giro mi cuerpo y me consigo de frente con esos ojos oscuros que me observan con hambre y seseo, pero, al mismo tiempo, con amor y adoración. ―Buenos días, cariño. Se inclina y me da un beso en los labios. Se ve hermoso, guapo e imponente con ese traje azul de tres piezas que lleva puesto. ―Buenos días, amor ―me cuelgo de su cuello con mis brazos y lo atraigo más cerca. Sonríe a pesar de que sabe que estoy llenando de arrugas su bonita camisa de lino―. ¿A dónde vas tan temprano? Elevo la mano y acaricio su rostro perfectamente rasurado. ―Acaba de llamarme Blackwood, quiere que nos reunamos en su oficina, al parecer quiere agregar unas nuevas modificaciones. Hago un puchero de tristeza. ―Creí que pasaríamos el día, encerrados en esta habitación ―susurro en tono sugerente―. Aún tengo mucho que dar. Atrapo su labio inferior entre mis dientes y tiro de ellos con suavidad. El gesto provocativo y travieso lo hace gruñir. Me envuelve entr
Mis ojos se abren como platos y mis nervios se disparan al máximo. Su mirada es fría y escalofriante. Intento alejarme, pero antes de que lo haga me toma del brazo con brusquedad y me mete a la habitación. Mis temores más profundos se hacen realidad, es el momento de enfrentar la verdad, aunque las consecuencias sean catastróficas. No puedo seguir ocultando esto, debo confesarle la verdad, decirle que amo a otro hombre. —¿Qué crees que hago en este lugar Victoria? ― con sarcasmo―. ¿Pensaste que me quedaría con los brazos cruzados mientras ese maldito intenta quitarme lo que es mío? Me empuja sobre el sillón de manera violenta. Sus ojos echan fuego y destilan una ira infinita que hace que mi piel se erice por completo debido al temor. ―Me estás haciendo daño ―le indico con la voz temblorosa―. Debes calmarte, antes de que hagas algo de lo que te puedas arrepentir. Me mira como si me hubiera salido una nueva cabeza. ―¿Calmarme? ―escupe, iracundo―. Te vas sin decirme nada, me cuelgas
Trago grueso, antes de decírselo. ―Tengo que aclarar las cosas con él ―le digo decidida―, no puedo seguir callando y esperar a que ustedes se maten cuando se vuelvan a ver ―niego con la cabeza―. Mi silencio es la razón por la que las cosas se salieron de control, así que debo resolverlo, antes de que las consecuencias sean irreparables. Me mira expectante. —Dime preciosa, ¿qué quieres que haga? Dudo, antes de decírselo. —Necesito quedarme a solas con Dalton ―me mira con incredulidad―, tengo que decirle que lo nuestro no puede ser ―me muerdo el labio inferior―. Que estoy enamorada de ti. Ethan ahueca su rostro entre mis manos y me mira a los ojos con preocupación. —No puedo dejarte sola con ese lunático, cielo ―niega con la cabeza―. No me pidas eso. Me abraza con fuerza y me besa en la sien derecha. —Tienes que hacerlo, Ethan, por favor ―le suplico, porque no puedo seguir batallando con mi consciencia―. Estoy decidida ―insisto―, soy la que debe encargarse de esto, tienes que co