—No sé por qué ese hombre está tan interesado en Mia; eso es algo que no logro entender. Pero lo que sí sé es que todo este desastre fue debido a Tania —agregó Nicola, pero sigo sin entenderle. —Explícate. —Verás, hace meses le ayudé a idear un plan para que la obsesión del señor Borbon cambiara y así ella pudiera ser libre para irse conmigo —menciona mientras que lo examino de pies a cabeza. —¿En qué consistía ese plan? —En encontrar a una mujer lo suficientemente leal a ella o lo suficientemente tonta como para tener intimidad con él, sin que supiera lo ocurrido con tu hermana —hace una pausa, esperando que no haya dicho algo que pueda molestarme. —Continúa. —Después se tomarían pruebas de la infidelidad para mostrárselas al señor Baltasar y así él pudiera reclamarle a Félix Borbon para poder llevar a cabo ese divorcio —dijo con calma. Porque creo que en este punto ya sabes lo ambicioso que puede ser el señor Mercier. —Lo sé —confirmó—. Pero lo que sigo sin entender es
P.O.V. AdrianoEsta noche ha sido tan terrible y amarga. Creí haber encontrado de nuevo a una mujer que le interesaba que no me tuviera miedo; sin embargo, no es así. Mia, mi bella Mia, me ha traicionado. Tan solo pensar en eso hace que mi corazón duela. Una nueva herida se ha creado en ese corazón lleno de cicatrices; creo que estoy maldito, nunca encontraré a una mujer que me ame de verdad.Lo que más me duele es que no le podré cumplir lo que tanto desea mi madre antes de que muera porque, a pesar de que los doctores han intentado de todo, ella sigue empeorando y sé que su muerte será inevitable. Ella nunca verá a un nieto a menos que. —No, eso es imposible, él no puede —me digo a mí mismo. Dejó de estar atormentándome con eso hace años; no sabemos de él, quién sabe si siga vivo. Me levanto del sofá y camino por mi habitación que está completamente a oscuras, hasta llegar a la mesa de la esquina donde están mis bebidas alcohólicas. Destapo la botella de cristal, estoy por servirm
La tensión entre nosotros es evidente, la atmósfera es pesada y nuestras miradas permanecen fijas en el otro. Ante este comportamiento de mi padre, me daría miedo; ahora solo le tengo coraje y rabia. —¿Y qué es lo que según tú hice? —preguntó mi padre sin soltarme. —¡No finjas! Ya me enteré de que le vendiste la información de Mia a Adriano, tu rata asquerosa, ¡le dijiste dónde encontrarla y todo! —¿Y si lo hice? ¿Eso qué tiene que ver? —¡Que todavía tienes el descaro de ir a mi casa, mentirme y decirme que no sirvo para nada si tú mismo eres el que está jugando en mi contra! —vociferó, pero notó cómo él no se inmuta y pone una sonrisa ladina. ¿De qué demonios te ríes, rata de mierda? —Del simple hecho de que te admiras de mí y eres igual que yo, una malvada, una rata que, a pesar de saber que Adriano nunca te amará, estás de necia intentándole quitar el amor a tu prima.Oír lo que mi padre me está diciendo solo me hace enfurecer y es que cómo se atreve a decirme tales cosas.
P.O.V. Nicola No sé cómo me dejé convencer por ese hombre de hacer esto; sé que es una pésima idea; además, ¿qué le diré a Tania cuando llegue a la casa tocando nuevamente? Me siento como si fuera un perro regresando con la cola entre las patas, pero en fin, si lo hago es para que mi familia esté bien. Continuo caminando hasta detenerme a menos de cinco metros de la enorme reja de metal. Dudando si seguir adelante. —Continúa —oigo una voz hablándome al oído que es ni más ni menos que Bastian. —Lo sé, pero déjame pensar bien en mi coartada —digo en tono bajo para que nadie me pueda escuchar. —Ya te di el tiempo suficiente para que lo pensaras, así que continúa o uno de mis hombres te disparará en este instante —me amenaza. —Hazlo, me harían un gran favor para no entrar a esa casa —le respondo sin miedo y es que prefiero esa bala a lo que tengo que hacer. —No te mataré, pero sabes que tu familia está en mis manos, así que si quieres que cumpla con mi parte del trato
—¿¡Qué carajos pasó en mi comedor!? —Ese grito retumbó en toda la habitación. Hasta a mí me asustó, pero controlo ese miedo y doy un par de pasos hacia el decidido a seguir con mi plan. —Te hice un pequeño detalle para la cena —habló de manera gentil y amable, señalando a la decoración. Él mira a todas direcciones, teniendo una expresión de desagrado; al final, termina deteniéndose en mí, dedicándome esa misma mirada. Me examina de arriba a abajo viendo lo que me acabo de poner; espero un gesto; sin embargo, no hay ninguno y regresa su vista al entorno. —Parece un hotel barato a donde llevarías a una mujerzuela —dijo con mirándome desdén— y no sé por qué la última palabra siento que es dedicada a mí, que me dan ganas de taparme el cuerpo con los brazos, pero evito hacerlo, ya que eso solo le demostrará que me ha dañado su comentario. —No digas eso, es una cena romántica —añadí y noto cómo rueda los ojos al escuchar esa palabra. —¿Y qué quieres sacar de esto? —me pregu
En un movimiento rápido, él me gira, colocándome en la mesa, apartando las cosas a los lados; algunas cosas caen al piso y el vino se derrama en la mesa, manchando de rojo toda el área que toca. Él se mete entre mis piernas a la vez que saca uno de mis pechos por las aberturas del vestido, jugando y pellizcando el pezón con cierta maldad. Eso hace que me estremezca y es que nunca había hecho esto; siempre había sido tierno y cariñoso, aunque no me molesta para nada. Después baja su rostro dejando un camino húmedo a su paso hasta llegar a mi pecho y empieza a jugar con él, besando mi cuello y las partes que el vestido deja al descubierto. Al final escucho el tintinear de la hebilla de su pantalón y oigo cómo baja su cremallera. Para mí me resulta algo bastante apresurado; siento cómo aparta a un lado mis diminutas bragas. Veo que escupe un poco en la palma de su mano y se la mete en medio de mis piernas. Percibo ese líquido tibio en mi parte y, sin esperar mucho, entra en mí de un
P.O. V. Adriano. La veo marcharse a toda velocidad saliendo por la puerta, dejándome solo en el comedor. Dejo salir un suspiro y trago saliva, camino acercándome al comedor, tomando una de las botellas de vino; miro la enorme mesa que está hecha un desastre. —¡Jenifer! —vociferó con fuerza. Espero a que la sirvienta venga. Oigo sus pasos acercarse a toda velocidad entrando al comedor. —Sí, señor —habla la mujer baja usando su traje de sirvienta y bajando la vista como si estuviera en la presencia de un rey, pero no estoy de humor para estar corrigiendo a esta mujer, ya que Max me contó que su antiguo jefe era un hombre muy malo que le hacía que se comportara así en su presencia. —Limpia la mesa —ordenó con una voz fría. —Sí, señor. Ella corre hacia la mesa haciendo lo que le pedí; doy unos cuantos pasos para salir, pero me detengo. —También quita todas esas… cursilerías —señaló a la decoración que Mia había puesto. —Sí, señor, pero ¿qué hago con las flores? —inquiere. —T
P.O.V. Tania No me gustan las preguntas que está haciendo mi madre. Tengo que aprovechar este momento para ponerla de mi lado, que sienta compasión de mí. —Durante los días que, según estábamos en nuestra luna de miel, todo fue un desastre, mamá. Hubo discusiones, situaciones difíciles y muchos malos entendidos. Me sentía sola a pesar de tener la compañía de Nicola. Teníamos que ocultarnos todo el tiempo, así que la poca felicidad que tuve fue muy corta —digo—. Al final, desastre de cuentas, no era feliz, así que para animarme un poco, le propuse a Mia venir a hacerme compañía. Ella se negó al principio, al final aceptó venir. Sin embargo, durante el tiempo que estuvo aquí, no sé cómo es que ellos empezaron a sentirse atraídos y en una noche, cuando salí, ellos pasaron la noche juntos —digo con voz quebrada, bajando el rostro, fingiendo estar triste. —Pero ¿por qué te pones así, hija, si tú misma lo has dicho, no lo amas? —agregó y, mientras tengo la mirada abajo, ruedo los ojos