DAILA PETTERSEN. Estos cinco días, incluido el fin de semana, me pase trabajando. Fabricio ha desaparecido, no sabemos de él, simplemente informó sobre un viaje de negocios y ya. Tengo la impresión de que es el causante de todo esto o, mejor dicho, estoy segura de que es el causante, sin embargo, me falta pruebas. Si no fuese por Derek, que estuvo estos días ayudándome bastante, no descubriríamos nada, pero lo hicimos. El gerente del área contable ya se encuentra detenido, ahora nuestro investigador se hace cargo de la búsqueda del ex vicepresidente de la compañía. Derek demostró ser un buen amigo y pese a no ser igual que nosotros los humanos, me siento en confianza con él. Me ha explicados diversas cuestiones de su vida; especialmente las habilidades que posee. La velocidad, la fuerza, el oído más agudo como tambien el curarse rápido. Su habilidad es lograr borrar la memoria de otras personas. Mientras que la de Gael es la telepatía y otras más, pues al ser el Rey, heredero de san
Una sombra oscura y ojos grises me observan, parecen tristes, preocupados; no obstante, no entiendo que sucede. Me siento perdida. Escucho rumores, mientras intento abrir los ojos, pero el cuerpo me duele, la cabeza siento que va a explotar. Suelto un gruñido de dolor cuando intento ponerme de pie aun con los ojos cerrados y entonces escucho pasos acercarse a mí. Puedo reconocer a Derek y a Gael, mirándome preocupados y no entiendo por qué. Creo que nos estrellamos, no sé, no recuerdo nada. Siento como una laguna, una parte mis recuerdos que se ha desvanecido. —¿Qué me pasó? —pregunto, con la garganta seca—. Necesito agua. —Tuvimos un accidente. Necesito curarte —habla Gael esta vez. Por alguna extraña razón siento que no es verdad, pero no pienso discutir en estos momentos y al parecer él se da cuenta de lo que estoy pensando y no me importa ocultarlo. —Yo puedo curarme sola —explico, mientras intento ponerme de pie, pero el dolor me lo impide. —Te has roto una pierna, y para p
GAEL CLAYTON No he parado de recordar su cuerpo con poca tela y aunque no la miré como podía haberlo hecho, vi lo suficiente para que mi cuerpo reaccionara ante tan eventualidad. Luego pienso en lo que me dijo cuando estaba en mi forma animal, por su mente pasa miles de cosas, que es imposible estar en ellas, pero sus pensamientos son tan peculiares que a veces quisiera reír a carcajadas. —Hace tiempo no te veo sonreír de ese modo —dice Derek, quien se encuentra sentado en mi frente. —Solo estoy recordando lo que dijo Jezebeth. —¿Y qué dijo? —Cuervo come ojos —digo conteniendo una risa, pero la carcajada que se mandó mi amigo fue sorprendente, quizás se escuchó hasta el palacio. —Esta mujer nos ha puesto nombres muy ridículos. Alienígenas, cara pálida, terrorífico, cuervo come ojos, lee mentes. En serio, es estupenda, me cae bien. —Realmente su imaginación vuela muy alto. Aunque a veces logra bloquear su mente y no entiendo como lo hace. —Deberías dejar de hacer eso —sugiere.
La luz del sol entra por la ventana y de cierta forma me molesta, pues no puedo estar mucho tiempo bajo Él. De alguna u otra manera lo soportamos, pero nos debilita, por lo que normalmente tratamos de evitarlo, más cuando no nos alimentamos como se debe. Descansamos a medias, porque normalmente no dormimos. Luego de todo el trajín para asearme y vestirme, salgo de mi habitación, para ir a subir a mi auto y emprender mi viaje hasta el edificio de mi amada. Por alguna razón que no entiendo, esa mujer se ha convertido en la luz de mi oscura realidad, le ha dado la esperanza que he anhelado desde siempre. Somos seres superiores, con habilidades sobrenaturales y aun así me siento pequeño a su lado. Conduzco a una velocidad moderada, el trafico aun me molesta un poco, sin embargo, debemos acostumbrarnos a esto. Relacionarnos. Entiendo que en el pasado hubo muchas pérdidas de vidas inocentes, que pagaron por culpa de las guerras entre nosotros. Pero a pesar de ello, quiero que entiendan qu
Luego de esa rara conversación, empecé a trabajar en lo que realmente me importaba la seguridad de mi pueblo y de mi amada; por lo que decidí ausentarme nuevamente y dejarle todo a cargo a la señorita, ella es más buena en eso que yo. Debía volver a mi hogar, avisar a mi pueblo y poder entender más a fondo la situación para poder protegerlos. Cuando por fin llegué, di aviso de lo ocurrido, así también asistí junto a una bruja, quien me hablo de una antigua leyenda, sin embargo, eso no tiene nada que ver con lo que me dijo el brujo. —Voy más por la segunda opción, pues solo quiere venganza —hablo, para después ponerme de pie. —Entonces pertenecía a algún clan de brujos más no hechiceros. Pero para poder destruirte necesita un poder extremadamente enorme y ese poder solo tiene ella. —¿Crees que sabe de ella? —pregunto. —Lo más probable. Pero sería un peligro, porque ella puede que no sepa de la existencia de su poder. Todas las palabras que salieron de la boca de esa bruja me diero
DAILA PETTERSEN. Los trabajos estaban aumentando y los problemas disminuyendo. Eso era algo que me tranquilizaba en un noventa por ciento. El prestigio mejoraba cada vez más, nuevos socios se unían a nuestro conglomerado y eso era beneficioso para nosotros. La paz llego, los personales pueden respirar tranquilos porque no perderán su trabajo, las entrevistas fueron realizadas y muy pocos fueron destituidos de su cargo. Los investigadores no encuentran nada en contra de Fabricio, pero las fallas vienen de ahí, de su cargo. Desapareció y volvió con los papeles, pero aparentemente no había nada. Eso me enojaba. Por alguna extraña razón eso me llenaba de enojo, porque en el fondo sé que él es el responsable. —¡Ahg! —exclamo alterada y sin darme cuenta mis uñas estaban clavadas en la mesa. ¿Cómo lo hice? Observo mis dedos y mis uñas están bien, pero el esmalte rasgado, la abolladura en la mesa son profundas. Una sola vez viví algo similar y fue cuando me enojé con mis padres por no deja
Camino hacia la cama, miro mi cuerpo y tengo puesto un camisón al estilo victoriano, una suave briza ingresa por la ventana logrando sobresaltarme en mi lugar. —¿Dónde estoy? —pregunto, bloqueando netamente mi mente, no sé cómo logro hacer eso, pero todo porque no sepa lo que pienso o lo que me pasa. —En Transilvania —con una voz un poco más tosca. Mis ojos se abren demasiado. Estoy en Rumania. En el castillo de —no me jodas— pienso, y puedo ver su sonrisa. —¿Estás diciéndome que viaje siete mil cuatrocientos kilómetros? —inquiero preocupada y muy enojada. —Así es —arguye—, casi dieciocho horas. —Necesito volver, necesito regresar, trabajar. En quince días debo volver al hospital —empiezo a caminar de un lado para otro. —Cálmate y hablaremos —lo miro, muy enojada para ser honesta. Toco mi rostro, miro mis brazos buscando rastros de heridas, pero es obvio que no lo voy a encontrar. —Lo hiciste de nuevo. Pasaste tu lengua sobre mi piel como si yo fuera un hueso. —Sí y lo haría si
La confesión de Gael era algo sumió el habiente en un silencio aterrador, si de por si el castillo era como la de una película de terror, éste ambiente sordo lo hacía ver mucho peor. —¿Pueden explicarme porque quiere eliminarlos? —pregunto, un poco preocupada de esta situación. —Poder —responde Gael, observándome y puedo notar en sus ojos preocupación. —¿A quién busca? —me atrevo a preguntar. —Buscan a la hibrida. La loba blanca y la hechicera más poderosa —explica su madre. —Entonces búsquenla y lleguen a un acuerdo. —Ese es el problema. No sabemos nada de ella, solo que es mujer. No sabemos si ya sabe de sus poderes, de lo que es y tememos a que la encuentren primero y le envenenen la mente, ya que según la leyenda ella volverá para salvarnos, pero tambien a cobrar venganza. Proceso la información que me dan para poder entender mejor. Todo esto es un muy difícil de asimilar, aunque quisiera, aun no acepto saber de sus existencias. —Por lo que veo ustedes tienen algo que ver e