127. La Caída

Nathan ajustó el espejo retrovisor. El dolor había disminuido, pero la marca permanecería para recordarle lo cerca que había estado de perderlo todo. Afuera, la lluvia golpeaba el parabrisas con furia, como si el cielo mismo presintiera lo que estaba por ocurrir.

Miró de reojo a Isabella, sentada a su lado en el asiento del copiloto mientras revisaba las noticias en su teléfono.

—Esto es grave —dijo, mostrándole la pantalla. En la imagen, mujeres hacinadas se distinguían con claridad dentro de un contenedor con el logo de Titans—. No paran de compartirlo.

Nathan echó un vistazo antes de volver su atención a la carretera. Su mandíbula se tensó.

—¿James ya comentó algo?

—Ninguno todavía. Pero la policía ya acordonó el puerto.

El teléfono de Nathan vibró y activó el altavoz.

—Kingston.

—Jefe, James ha convocado una reunión de emergencia en Titans —informó Mario—. Está furioso."

Nathan intercambió una mirada con Isabella.

—¿Cuánto tiempo tenemos?

—Una hora, máximo. Esto es un desastre.

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