¿De dónde diablos ha salido? ¿De una película?
Es consciente de mi buceo sobre su cuerpo, y yo sé que lo ha hecho adrede. Aparecerse así no ha sido de casualidad. Verdaderamente me estaba pillando y ahí está.
—C-creí que tal vez pudiera usar la cocina, solo si me permites —susurro quitando la atención de su cuerpo, mis nervios juegan en mi contra, no puede ser —. Es decir, ¿puedo hacer el almuerzo?
—Por mí está bien, adelante.
Ha sido sencillo, no se negó.
—Gracias.
—Esta noche te quiero en mi habitación, ¿de acuerdo? —me informa a modo de orden.
Y ha querido decir: "Esta noche te voy a poseer"
—Bien.
Cuando se ha ido, boto el aire de golpe. Tras recuperarme, me meto de lleno en la cocina, busco por todos lados ingredientes que me permita hacer algún platillo italiano. Al final l
El almizcle de su cuerpo y el mío es un solo aroma. Me besa, lo igualo con la misma intensidad, en los abisales de su profundidad no toco el fondo, floto, vuelo, pero sé que caeré en cualquier instante. No encuentro otra cosa más satisfactorio que la magia de su toque ardiendo en cada parte de mí. Es el fuego que necesita el hielo cubriendo mis laberintos, es la flama que no deseo se apague. No quiero que atenúe el calor. La bengala que él prende me bambolea, el placer que produce el acto me arquea, gimo sin parar. Y su nombre fluye de mis labios, el nombre de mi antítesis, de la noche y la sombra empeñada en opacar, destruir y cegar.Pero... Eso no importa ahora, lo que experimento es inigualable y si el precio es quedar en ruinas, de todos modos me arriesgo.Arranca jadeos de mi boca a medida que se entierra en mí, la salida y la entrada se asocian en un baile constante, la danza es especial. No hay salvajismo de su parte. Un remolino
Aleksander y yo caminamos un rato, las calles están húmedas debido a la lluvia que ha caído hace rato. Es increíble estar en Capri, sus rincones esconden historia, una que prevalece. Es hermosa, incluso después de la precipitación. Vamos a la par, pero es de súbito que su mano toma la mía, no hay nadie por aquí, tampoco pretendo echar a correr con este calzado, por lo que asumo que el adoso esconde otro motivo, y no es asegurarse de que huya. Incluso si hubiera algún transeúnte, no soy loca para pedir auxilio a gritos a sabiendas de que este hombre tiene un arma.Cualquier mínima intención que tenga, él la verá. Sus instintos y percepciones están entrenadas, es notable y deducible. Se da cuenta de lo que pretendo o no. Es muy listo.—¿En qué estás pensando?
Abro los ojos, me los froto al tiempo que bostezo. Estoy sola en la habitación, al ladear la cabeza avisto sobre la mesilla una píldora sobre la servilleta a la par de un vaso de agua. No tardo en tomarla.Mis ojos se clavan en ese anillo, sonrío, si tan solo fuera de verdad y Aleksander otro tipo de persona entonces todo fuera perfecto. Aunque muy valiosa la sortija, no tiene el valor más importante: amor.¿Qué hay del colgante? No lo sé.Me doy prisa, rápidamente me encamino a mi habitación. En el interior de mi alcoba siento la necesidad de ponerle seguro a la puerta. Cepillo mis dientes y tomo una ducha larga, lo suficiente para drenar mi mente y poner en orden la mezcolanza que está en mi cabeza.¿Qué rayos me ocurre? He dejado de ver a Konstantinov como un malvado hombre que mucho daño me ha hecho, ya mis ojos no observan a un tipo que me privó de la libertad.Es
¿Luna de miel? No existe ese momento, Aleksander me informa que debemos irnos de Capri. Al parecer ha llegado a oídos de Elmo que estamos en la isla, empaco lo que puedo. Los nervios me atacan, el temblor no se aleja y eso entorpece que logre actuar con rapidez.—¡Date prisa, Luna! —exclama desde el exterior.Hago lo que puedo.—¡Ya voy! —grito devuelta, nerviosa hasta la médula.Milagrosamente he terminado, tomo la valija y salgo encontrando a Aleksander como un animal encarcelado, se mueve de un lado al otro soltando maldiciones.—Debemos irnos.La huida es tan trillada, siempre sucede, con él no existe estabilidad. La pregunta más grande es: ¿a dónde iremos?—¿Adónde vamos? —averiguo saliendo con la misma premura que él.—Al aeropuerto, nos iremos a New York —informa.&n
¿Luna de miel? No existe ese momento, Aleksander me informa que debemos irnos de Capri. Al parecer ha llegado a oídos de Elmo que estamos en la isla, empaco lo que puedo. Los nervios me atacan, el temblor no se aleja y eso entorpece que logre actuar con rapidez.—¡Date prisa, Luna! —exclama desde el exterior.Hago lo que puedo.—¡Ya voy! —grito devuelta, nerviosa hasta la médula.Milagrosamente he terminado, tomo la valija y salgo encontrando a Aleksander como un animal encarcelado, se mueve de un lado al otro soltando maldiciones.—Debemos irnos.La huida es tan trillada, siempre sucede, con él no existe estabilidad. La pregunta más grande es: ¿a dónde iremos?—¿Adónde vamos? —averiguo saliendo con la misma premura que él.—Al aeropuerto, nos iremos a New York —informa.&n
Estás respirando demasiado rápidoY el miedo no te pasaTe equivocas, pero es lo mismoSabes, me quedaréHemos tenido demasiadas cosasPara dos que básicamente nos gustanNos apagamos hace mucho tiempoCulpa a lo que no eresY tengo un sueño detrás de mi corazónDonde la gente se encuentraHice lo que pudeY tu silencio lo entendíPero somos canicas en la arenaSin una verdadera direcciónY aunque el viento los animeLa primavera nunca vuelve.Ultimo—...Doy vueltas en la cama, no puedo conciliar el sueño. Ya es tarde, es de madrugada en unas horas habrá amanecido y si no encuentro la manera de dormirme voy a parecer un zombie por la mañana. Ladeo la cabeza, Aleksander duerme como un bebé. No es justo que descanse tan plácido con tantos crímenes y demonios en él, pero yo que soy una víctima me he vuelto rehén de pesadillas y torment
Perdí el tiempo mirando adentro yArreglé algunos de mis hábitosPero entonces la noche que vino y yoMe preguntaba dónde está el puntoSi hay algún sentido para todo estoPerdí el tiempo mirándote dentro yDeshice tu corazón entre las páginasPero entonces la noche que vino y yoMe preguntaba dónde está el punto, si tiene algún sentido en estoMira, lo sientoNo hay necesidad de hablarDesde el amortiguador el sol se poneY nos conformamos con ello.—Ultimo, Il Ballo Delle Incertezze....Camino al centro de la ciudad pasamos cerca del edificio donde viví desde que tomé la decisión de independizarme. Se me hace un nudo en la garganta, quiero volver a mi vida anterior, y no puedo.—Ahí está mi departamento —comento. No era mi intención decirlo en voz alta.Pero él ya me ha
Estoy estupefacta, Aleksander ha vuelto con un animalito entre sus manos. Es un gato pequeño. Me le quedo mirando en el desconcierto que ha causado el felino.—Mira nada más, no sé cómo pudo llegar hasta aquí, ¿tienes idea?La verdad es que no.—No, ¿puedo sostenerlo? —susurro ansiosa.—Da igual, tómalo, pero no le tomes cariño, me desharé de él —advierte despectivo.Su pelaje blanco es tan suave como el algodón. Cómo no amar a esta pequeña bola de pelos. Es tan hermoso, lo reviso, es macho. Aleksander bufa exasperado, ¿ni siquiera le puede tener compasión a un inocente animalito?—Deja que me lo quede, por favor —imploro, ya me preparo para su negativa.—No, es mi decisión final. No insistas.—Dijiste que no serías tan inexorable —le recuerdo dando un suspiro sonoro.—Lo sé, per