Verónika me ha traído el biógrafo y la hoja de papel que le pedí. Uso la mesilla de noche como apoyo. Y aquí voy a expresarme, a dejarlo todo por escrito. Sellaré hasta mis pensamientos más recónditos en él. Lo haré con la esperanza de que pueda llegar a papá.
Lágrimas escapan sin parar, a medida que voy dejando hasta el alma en cada palabra.
Papá, ha pasado mucho, tanto tiempo sin poder abrazarte, besarte y decirte lo orgullosa que estoy de ti o lo mucho que te amo. De la noche a la mañana todo cambió, lo que no imaginé vivir jamás, lo estoy viviendo ahora.
Si llegas a leer esta carta, quiero que sepas que el día de hoy, 2 de diciembre, sigo viva, aún resisto incluso en el infierno.
Estoy en Rusia, en una habitación, he pasado los últimos meses encerrada, sin modo de encontrar una escapatoria porque estos tipos no son cualquiera. Es la mafia, la mafia rusa, padre. Quizá su apellido te sonará famil
Italia, Capri.Italia, un paradisíaco, pintoresco y hermoso lugar al que he sido llevada a rastras para volverme cautiva en una de sus islas, Capri. Perteneciente a la bahía de Nápoles en Italia, famosa por su paisaje escabroso, los hoteles exclusivos y el comercio, esa ha sido la elección de Aleksander.La villa más que una propiedad sofisticada, es elegante. Ni hablar de las exuberantes características del jardín. Además de moderna y minimalista, un interior diáfano, pero con la jardinería al aire libre que cautiva. Nunca había estado en un sitio similar.Las temperaturas no son tan crudas como en Rusia, aún así el invierno aquí se presenta en constantes precipitaciones y humedad, por ende hace frío; el cielo está despejado, totalmente soleado, pero hace 14° centígrados. Estoy abrigada, avanzo hasta posarme en el barandal de la villa en la que nos alojamos. La belleza natural es verdaderamente im
¿De dónde diablos ha salido? ¿De una película?Es consciente de mi buceo sobre su cuerpo, y yo sé que lo ha hecho adrede. Aparecerse así no ha sido de casualidad. Verdaderamente me estaba pillando y ahí está.—C-creí que tal vez pudiera usar la cocina, solo si me permites —susurro quitando la atención de su cuerpo, mis nervios juegan en mi contra, no puede ser —. Es decir, ¿puedo hacer el almuerzo?—Por mí está bien, adelante.Ha sido sencillo, no se negó.—Gracias.—Esta noche te quiero en mi habitación, ¿de acuerdo? —me informa a modo de orden.Y ha querido decir: "Esta noche te voy a poseer"—Bien.Cuando se ha ido, boto el aire de golpe. Tras recuperarme, me meto de lleno en la cocina, busco por todos lados ingredientes que me permita hacer algún platillo italiano. Al final l
El almizcle de su cuerpo y el mío es un solo aroma. Me besa, lo igualo con la misma intensidad, en los abisales de su profundidad no toco el fondo, floto, vuelo, pero sé que caeré en cualquier instante. No encuentro otra cosa más satisfactorio que la magia de su toque ardiendo en cada parte de mí. Es el fuego que necesita el hielo cubriendo mis laberintos, es la flama que no deseo se apague. No quiero que atenúe el calor. La bengala que él prende me bambolea, el placer que produce el acto me arquea, gimo sin parar. Y su nombre fluye de mis labios, el nombre de mi antítesis, de la noche y la sombra empeñada en opacar, destruir y cegar.Pero... Eso no importa ahora, lo que experimento es inigualable y si el precio es quedar en ruinas, de todos modos me arriesgo.Arranca jadeos de mi boca a medida que se entierra en mí, la salida y la entrada se asocian en un baile constante, la danza es especial. No hay salvajismo de su parte. Un remolino
Aleksander y yo caminamos un rato, las calles están húmedas debido a la lluvia que ha caído hace rato. Es increíble estar en Capri, sus rincones esconden historia, una que prevalece. Es hermosa, incluso después de la precipitación. Vamos a la par, pero es de súbito que su mano toma la mía, no hay nadie por aquí, tampoco pretendo echar a correr con este calzado, por lo que asumo que el adoso esconde otro motivo, y no es asegurarse de que huya. Incluso si hubiera algún transeúnte, no soy loca para pedir auxilio a gritos a sabiendas de que este hombre tiene un arma.Cualquier mínima intención que tenga, él la verá. Sus instintos y percepciones están entrenadas, es notable y deducible. Se da cuenta de lo que pretendo o no. Es muy listo.—¿En qué estás pensando?
Abro los ojos, me los froto al tiempo que bostezo. Estoy sola en la habitación, al ladear la cabeza avisto sobre la mesilla una píldora sobre la servilleta a la par de un vaso de agua. No tardo en tomarla.Mis ojos se clavan en ese anillo, sonrío, si tan solo fuera de verdad y Aleksander otro tipo de persona entonces todo fuera perfecto. Aunque muy valiosa la sortija, no tiene el valor más importante: amor.¿Qué hay del colgante? No lo sé.Me doy prisa, rápidamente me encamino a mi habitación. En el interior de mi alcoba siento la necesidad de ponerle seguro a la puerta. Cepillo mis dientes y tomo una ducha larga, lo suficiente para drenar mi mente y poner en orden la mezcolanza que está en mi cabeza.¿Qué rayos me ocurre? He dejado de ver a Konstantinov como un malvado hombre que mucho daño me ha hecho, ya mis ojos no observan a un tipo que me privó de la libertad.Es
¿Luna de miel? No existe ese momento, Aleksander me informa que debemos irnos de Capri. Al parecer ha llegado a oídos de Elmo que estamos en la isla, empaco lo que puedo. Los nervios me atacan, el temblor no se aleja y eso entorpece que logre actuar con rapidez.—¡Date prisa, Luna! —exclama desde el exterior.Hago lo que puedo.—¡Ya voy! —grito devuelta, nerviosa hasta la médula.Milagrosamente he terminado, tomo la valija y salgo encontrando a Aleksander como un animal encarcelado, se mueve de un lado al otro soltando maldiciones.—Debemos irnos.La huida es tan trillada, siempre sucede, con él no existe estabilidad. La pregunta más grande es: ¿a dónde iremos?—¿Adónde vamos? —averiguo saliendo con la misma premura que él.—Al aeropuerto, nos iremos a New York —informa.&n
¿Luna de miel? No existe ese momento, Aleksander me informa que debemos irnos de Capri. Al parecer ha llegado a oídos de Elmo que estamos en la isla, empaco lo que puedo. Los nervios me atacan, el temblor no se aleja y eso entorpece que logre actuar con rapidez.—¡Date prisa, Luna! —exclama desde el exterior.Hago lo que puedo.—¡Ya voy! —grito devuelta, nerviosa hasta la médula.Milagrosamente he terminado, tomo la valija y salgo encontrando a Aleksander como un animal encarcelado, se mueve de un lado al otro soltando maldiciones.—Debemos irnos.La huida es tan trillada, siempre sucede, con él no existe estabilidad. La pregunta más grande es: ¿a dónde iremos?—¿Adónde vamos? —averiguo saliendo con la misma premura que él.—Al aeropuerto, nos iremos a New York —informa.&n
Estás respirando demasiado rápidoY el miedo no te pasaTe equivocas, pero es lo mismoSabes, me quedaréHemos tenido demasiadas cosasPara dos que básicamente nos gustanNos apagamos hace mucho tiempoCulpa a lo que no eresY tengo un sueño detrás de mi corazónDonde la gente se encuentraHice lo que pudeY tu silencio lo entendíPero somos canicas en la arenaSin una verdadera direcciónY aunque el viento los animeLa primavera nunca vuelve.Ultimo—...Doy vueltas en la cama, no puedo conciliar el sueño. Ya es tarde, es de madrugada en unas horas habrá amanecido y si no encuentro la manera de dormirme voy a parecer un zombie por la mañana. Ladeo la cabeza, Aleksander duerme como un bebé. No es justo que descanse tan plácido con tantos crímenes y demonios en él, pero yo que soy una víctima me he vuelto rehén de pesadillas y torment