Esos aviesos dedos saben cómo hacer dinamitas mi interior. Entran y salen, se deslizan con facilidad haciendo que me arquee con frecuencia, quema, el ardor nunca se sintió así de fuerte y placentero. Las corrientes que serpentean me tienen atrapada. Sus movimientos se incrementan hasta que no puedo más, exploto.
Sé que es mi turno. Con su ayuda logro sentarme en la cama con las rodillas flexionadas. A continuación sonríe lujurioso, me acerca a su miembro. Su tamaño sigue dejándome perpleja, el grosor me aterra porque sé que todo eso volverá a enterrarse en mí, todavía no me acostumbro. Comienzo deslizando la lengua en su glande, hago círculos, también de vez en cuando uso mis manos. Está caliente y palpita en mis palmas que muevo de arriba hacia abajo y viceversa en su pene. Finalmente me lo meto en la boca y succiono, a diferencia del otro día no me dan ganas de vomitar, ni me siento asqueada.
—No te detengas —ronronea empujando hacia a
Verónika aparece con un abrigo rosa palo, botas marrones de piel, dos prendas más que al entregarme puedo ver que se trata de una camisa de lana y jeans. También hay una bufanda y guantes para el frío. Cuando conecta conmigo una sonrisa surca sus labios, la igualo con la misma sinceridad que transmite el gesto que me ha dedicado. Algo tan corriente que hacen las personas como lo es salir, pasear y andar por el mundo, en mis circunstancias además de un aliciente por el mal vivo que, es un milagro del cielo. No lo puedo creer, de seguro ella tampoco. —Deja que te peine, ¿quieres? —se ofrece. Como una niña pequeña asiento emocionada —. Entonces ve a vestirte, Luna. —Muchas gracias. Me meto en el baño y me pongo todo, mirarme vestida así me hace evocar momentos de mi vida en el pasado. Siento que recupero una parte que creí perdida. Vuelvo a habitación, la admiración de la rusa me cohibe un poco. —Estás hermosa, supuse que era tu talla. Ven aquí —señala el diván, me muevo adónde me in
¿Privilegio? A esto no se le puede considerar así. Es un imbécil. Pero es cierto que esto es poco convencional. No es lo que normalmente hace un secuestrador, y lo que hace él es lo más extraño a sabiendas de lo peligroso que es. Me abre la portezuela del auto, no pretende ser caballero solo cerciorarse de que aborde el deportivo. Me meto, no es como si voy a salir corriendo a estas alturas. Mientras el rodea el auto, yo miro el arma sobre el tablero, quizá sí esté cargada. Bato la cabeza, descarto la intención. Ya he evaluado lo que pudiera pasar si lo apunto con esa pistola. No conseguiré nada. Me pongo el cinturón de seguridad, él hace lo mismo. De inmediato nos ponemos en marcha. En la radio suena una melodía, la canción llena el espacio que hemos condenado al silencio de su parte y la mía. No hablamos, callados transcurre todo el camino. Una salida esporádica, sorpresa y reconfortante en medio de esta tempestad, ya forma parte del pasado. Esos malditos portones que se corren de
POV. AleksanderMe descontrola que los planes cambien, no obtener el resultado, odio que a veces mis hombres sean tan estúpidos, lo que ellos llaman ser precavidos, lo considero cobardía. No perderé más el tiempo, yo mismo mataré a ese idiota, no me importa si se desata la tercera guerra mundial.—¡Dominic, nos vamos! —ordeno. No lo dejaré cerca de Luna, la miro a ella, sabe que debe volver a la habitación.Es un chico con las hormonas alborotadas y no me fío en la forma como se le queda viendo.—¿No me puedo quedar platicando con tu amiga?Ni en sueños.—¡No, no puedes!—Yo regresaré a la habitación, no me siento bien —dice ella dejando la silla, se pone en pie —. Hasta pronto.Eso es, buena chica, Lunita.—Nos vemos luego, Luna —le corresponde Dominic con una sonrisa.
Verónika me ha traído el biógrafo y la hoja de papel que le pedí. Uso la mesilla de noche como apoyo. Y aquí voy a expresarme, a dejarlo todo por escrito. Sellaré hasta mis pensamientos más recónditos en él. Lo haré con la esperanza de que pueda llegar a papá.Lágrimas escapan sin parar, a medida que voy dejando hasta el alma en cada palabra.Papá, ha pasado mucho, tanto tiempo sin poder abrazarte, besarte y decirte lo orgullosa que estoy de ti o lo mucho que te amo. De la noche a la mañana todo cambió, lo que no imaginé vivir jamás, lo estoy viviendo ahora.Si llegas a leer esta carta, quiero que sepas que el día de hoy, 2 de diciembre, sigo viva, aún resisto incluso en el infierno.Estoy en Rusia, en una habitación, he pasado los últimos meses encerrada, sin modo de encontrar una escapatoria porque estos tipos no son cualquiera. Es la mafia, la mafia rusa, padre. Quizá su apellido te sonará famil
Italia, Capri.Italia, un paradisíaco, pintoresco y hermoso lugar al que he sido llevada a rastras para volverme cautiva en una de sus islas, Capri. Perteneciente a la bahía de Nápoles en Italia, famosa por su paisaje escabroso, los hoteles exclusivos y el comercio, esa ha sido la elección de Aleksander.La villa más que una propiedad sofisticada, es elegante. Ni hablar de las exuberantes características del jardín. Además de moderna y minimalista, un interior diáfano, pero con la jardinería al aire libre que cautiva. Nunca había estado en un sitio similar.Las temperaturas no son tan crudas como en Rusia, aún así el invierno aquí se presenta en constantes precipitaciones y humedad, por ende hace frío; el cielo está despejado, totalmente soleado, pero hace 14° centígrados. Estoy abrigada, avanzo hasta posarme en el barandal de la villa en la que nos alojamos. La belleza natural es verdaderamente im
¿De dónde diablos ha salido? ¿De una película?Es consciente de mi buceo sobre su cuerpo, y yo sé que lo ha hecho adrede. Aparecerse así no ha sido de casualidad. Verdaderamente me estaba pillando y ahí está.—C-creí que tal vez pudiera usar la cocina, solo si me permites —susurro quitando la atención de su cuerpo, mis nervios juegan en mi contra, no puede ser —. Es decir, ¿puedo hacer el almuerzo?—Por mí está bien, adelante.Ha sido sencillo, no se negó.—Gracias.—Esta noche te quiero en mi habitación, ¿de acuerdo? —me informa a modo de orden.Y ha querido decir: "Esta noche te voy a poseer"—Bien.Cuando se ha ido, boto el aire de golpe. Tras recuperarme, me meto de lleno en la cocina, busco por todos lados ingredientes que me permita hacer algún platillo italiano. Al final l
El almizcle de su cuerpo y el mío es un solo aroma. Me besa, lo igualo con la misma intensidad, en los abisales de su profundidad no toco el fondo, floto, vuelo, pero sé que caeré en cualquier instante. No encuentro otra cosa más satisfactorio que la magia de su toque ardiendo en cada parte de mí. Es el fuego que necesita el hielo cubriendo mis laberintos, es la flama que no deseo se apague. No quiero que atenúe el calor. La bengala que él prende me bambolea, el placer que produce el acto me arquea, gimo sin parar. Y su nombre fluye de mis labios, el nombre de mi antítesis, de la noche y la sombra empeñada en opacar, destruir y cegar.Pero... Eso no importa ahora, lo que experimento es inigualable y si el precio es quedar en ruinas, de todos modos me arriesgo.Arranca jadeos de mi boca a medida que se entierra en mí, la salida y la entrada se asocian en un baile constante, la danza es especial. No hay salvajismo de su parte. Un remolino
Aleksander y yo caminamos un rato, las calles están húmedas debido a la lluvia que ha caído hace rato. Es increíble estar en Capri, sus rincones esconden historia, una que prevalece. Es hermosa, incluso después de la precipitación. Vamos a la par, pero es de súbito que su mano toma la mía, no hay nadie por aquí, tampoco pretendo echar a correr con este calzado, por lo que asumo que el adoso esconde otro motivo, y no es asegurarse de que huya. Incluso si hubiera algún transeúnte, no soy loca para pedir auxilio a gritos a sabiendas de que este hombre tiene un arma.Cualquier mínima intención que tenga, él la verá. Sus instintos y percepciones están entrenadas, es notable y deducible. Se da cuenta de lo que pretendo o no. Es muy listo.—¿En qué estás pensando?