Se disponía con apremio, como todas las mañanas hacía, la exigencia que su empleo le demandaba, para él era importante avanzar en el caso que le daría prestigio a su carrera como Investigador Privado, por lo tanto, su atención estaba inclinada únicamente a concluir este asunto que cada día traía un embrollo nuevo. Ensilló su caballo, negro y elegante, con un pelaje brillante y el trote un poco pretencioso. Le dio unas palmadas, Coraje era su nombre y era su compañero de viaje, su fiel amigo; su madre se lo había regalado cuando ambos eran pequeños y desde entonces eran inseparables.
En cuanto subió, el caballo relinchó emocionado pues sabía que una aventura se aproximaba, ambos salieron a todo galope en dirección hacia la mansión Winchester. Jeremy se disponía a entrevistar al Sr. Landon Ford en conjunto con la Tía Mar
El reloj de péndulo marcaba las dos y treinta de la tarde. Emiliana estaba sentada en su cama, enajenada, absorta en sus cavilaciones que corrían una tras otra, como rio de corriente rápida. “Jeremy Owen, Edgard Phillips, el asesinato de su tío, su abuela y sus presiones, Marilyn y su affaire con el Sr. Ford, el interrogatorio de esa mañana al que fueron sometidos, ¡ah! Y por supuesto, visitar a Monique para obtener información de su posible propuesta”… entre otras. Su principal preocupación: el encuentro que tendría en unos momentos con el joven detective que la hacía suspirar con solo pensar en él. Faltaba tan poco tiempo y aún no había decidido su indumentaria. Ni siquiera sus piernas daban respuesta a levantarse por los nervios que sufría en ese preciso momento.Su compromiso con la Srta. Owen le permitió tomar la decisión de arre
A medida que sus pensamientos se ocupaban solo en pensarla, aumentaba la desazón que sentía por no ser capaz de sacarla de su cabeza. Emiliana Winchester, la joven con el torbellino de emociones, se había vuelto casi una obsesión para él, pero, decidido a despejar su mal humor causado por el recuerdo del mal comentario hecho por la chica, camino de la casa hasta el despacho sacando provecho del día nublado que se respiraba fresco y sereno, ideal para liberar su mente.Todo cuanto iba observando a lo largo del camino le recordaba la chiquilla caprichosa, el cabello cobrizo de una mujer que cruzó la calle, un perfume frutal de una señora que pasó a su lado, ese aroma lo enloquecía, el azul de sus ojos los comparaba con el cielo al moverse las nubes, una delicada voz que viajaba acompañándolo. Durante su caminata no había hecho otra cosa que repetir el nombre de Emiliana, en
Encontraba vacía su alma al igual que su casa, sin la alegría que causaba su tía Marilyn. Ahora que, estaba de malas con su malvada abuela, el único refugio que le quedaba era pasar las mañanas en compañía de su dulce abuelo frente al piano. Extrañaba todo, las palabrerías sin fin que su tío Ángel el grande en los negocios, emitía al llegar a casa, prácticamente todo el día explicando cada paraje de cada uno de sus viajes. Su ánimo había decaído de manera tal que ni deseaba compartir con su amiga de la infancia Monique para enterarse de los avances de su relación con el gentil y dedicado Sr. Forrest.Escuchaba con deleite la mágica melodía que interpretaban los virtuosos dedos de su abuelo, mientras recostada en un diván se libraba de toda preocupación, la música le permitía poner su mente en blan
Se dirigía a su habitación luego de darse un refrescante baño, con prisa pues el reloj marcaba un cuarto para las siete de la mañana, por lo visto su ducha se había extendido más de lo pensado.Desde abajo la pequeña Angie le gritaba cuan tarde llegaría al trabajo, por suerte el desayuno ya estaba servido. La jovencita soltaba regaños pues la comida se le enfriaría en la mesa, como pudo, se vistió con velocidad para no seguir escuchando la pelea de su abnegada hermanita que con dulzura preparó sus panecillos favoritos: los que venían rellenos de piña. De prisa bajaba las escaleras y le esperaban su hermana y su padre a la mesa para dar gracias.-¡Buenos días, perdonen la demora!- se sentó rápidamente al lado de Angie mientras un dulce aroma inundaba su nariz, inspiró sintiéndose extasiado - &
> Años atrás, nos reuníamos en la mansión a la hora del té para platicar y compartir entre amigos. Recuerdo que había un grupo grande, algunos cercanos, otros, no tanto. Sin embargo nos complementamos por un largo tiempo. La pasábamos bien. André y yo nos disputábamos el amor de Clara. Pero no éramos los únicos, había un hombre entre los amigos de Ángel Winchester que pidió casarse con Clara, pero nos llevaba algunos años. Ese hombre era Peter Lancaster - Jeremy y Emiliana lo miraban atónitos, pero sin ninguna intención de interrumpir. El hombre continuó el relato.>André ocupaba el primer lugar como favorito de Priscila debido a su familia, era el heredero a un ducado, por lo tanto yo con mi título de Lord, no aumentaba el rango que ya poseían los Winchester. Este hombre, Lancaster, no pose&i
Al llegar a la mansión ella divisó si se encontraban rondando los vigías. Vio todo tranquilo y con una pasividad que realmente le preocupó. El detective le brindó una mano de apoyo para bajar del caballo y juntos caminaron en silencio por el jardín delantero hasta llegar al portal de la mansión. Jeremy rompió el silencio.-¡Eeeeh! Espero para mañana su respuesta - dijo con timidez. Sus ojos buscaban en la mirada de la chica la complicidad que necesitaba para hablarle. Ella, reflejó en su rostro lo que el joven buscaba, una afirmación para restaurar aquello que la falta de comunicación y confianza había echado a perder. Los ojos azules asintieron y el joven aprovechó.-Quisiera…- ella bajó su cabeza, sonrojada- quisiera- él, repitió mientras con su dedo levantaba el rostro de la chica y
Con un infrecuente nerviosismo, miró su reloj de bolsillo que indicaba un cuarto de hora para las siete de la mañana y nadie aparecía. El tren saldría dentro de media hora y ya había comprado los tres boletos. De pie en medio del pasillo estaba Jeremy el detective esperando sus acompañantes y emprender la aventura de conseguir el indicio para develar el misterio de tres posibles asesinatos. Divisaba al horizonte, cuando desde lejos, vio haciéndose paso entre la gente, una hermosa pelirroja sobriamente vestida que le dio oportunidad de recrearse la vista. La joven caminaba con disimulo, que ya era parte de ella, a pesar de su corta edad había aprendido el arte de encubrirse donde quiera que fuese, su largo cabello del color de la zanahoria perfectamente recogido en un moño que dejaba caer unos bucles acompañados de una elegante cofia, que sostenía con sus manos para que no se le cayera, mientras se paseaba e
Emiliana bajó del tren con la misma ilusión de cuando era solo una niña. Con una sonrisa en el rostro se abrió paso al salir de la estación de tren, a la hermosa campiña que los recibía en distintos tonos de verde. A Jeremy se le iluminaron los ojos de ver tanta belleza en toda la inmensidad que los rodeaba. El clima frio les hacía abrigarse con más fuerza. Caminaban por el adosado que abría el paseo hacia las cabañas turísticas, que algún día fueron casas de telares elaboradas en piedras, todo un lugar rustico y lleno de chimeneas humeantes. A medida que subían escuchaban los pájaros cantar y la mezcla de olores que despedían los troncos humedecidos de los árboles junto al de las piedras al mojarse con el agua de la pequeña quebrada.-¡Qué lugar tan espléndido! – expresó Jeremy suspirando