XXIV.

Se dirigía a su habitación luego de darse un refrescante baño, con prisa pues el reloj marcaba un cuarto para las siete de la mañana, por lo visto su ducha se había extendido más de lo pensado.

Desde abajo la pequeña Angie le gritaba cuan tarde llegaría al trabajo, por suerte el desayuno ya estaba servido. La jovencita soltaba regaños pues la comida se le enfriaría en la mesa, como pudo, se vistió con velocidad para no seguir escuchando la pelea de su abnegada hermanita que con dulzura preparó sus panecillos favoritos: los que venían rellenos de piña. De prisa bajaba las escaleras y le esperaban su hermana y su padre a la mesa para dar gracias.

-¡Buenos días, perdonen la demora!- se sentó rápidamente al lado de Angie mientras un dulce aroma inundaba su nariz, inspiró sintiéndose extasiado - &

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