Encontraba vacía su alma al igual que su casa, sin la alegría que causaba su tía Marilyn. Ahora que, estaba de malas con su malvada abuela, el único refugio que le quedaba era pasar las mañanas en compañía de su dulce abuelo frente al piano. Extrañaba todo, las palabrerías sin fin que su tío Ángel el grande en los negocios, emitía al llegar a casa, prácticamente todo el día explicando cada paraje de cada uno de sus viajes. Su ánimo había decaído de manera tal que ni deseaba compartir con su amiga de la infancia Monique para enterarse de los avances de su relación con el gentil y dedicado Sr. Forrest.
Escuchaba con deleite la mágica melodía que interpretaban los virtuosos dedos de su abuelo, mientras recostada en un diván se libraba de toda preocupación, la música le permitía poner su mente en blan
Se dirigía a su habitación luego de darse un refrescante baño, con prisa pues el reloj marcaba un cuarto para las siete de la mañana, por lo visto su ducha se había extendido más de lo pensado.Desde abajo la pequeña Angie le gritaba cuan tarde llegaría al trabajo, por suerte el desayuno ya estaba servido. La jovencita soltaba regaños pues la comida se le enfriaría en la mesa, como pudo, se vistió con velocidad para no seguir escuchando la pelea de su abnegada hermanita que con dulzura preparó sus panecillos favoritos: los que venían rellenos de piña. De prisa bajaba las escaleras y le esperaban su hermana y su padre a la mesa para dar gracias.-¡Buenos días, perdonen la demora!- se sentó rápidamente al lado de Angie mientras un dulce aroma inundaba su nariz, inspiró sintiéndose extasiado - &
> Años atrás, nos reuníamos en la mansión a la hora del té para platicar y compartir entre amigos. Recuerdo que había un grupo grande, algunos cercanos, otros, no tanto. Sin embargo nos complementamos por un largo tiempo. La pasábamos bien. André y yo nos disputábamos el amor de Clara. Pero no éramos los únicos, había un hombre entre los amigos de Ángel Winchester que pidió casarse con Clara, pero nos llevaba algunos años. Ese hombre era Peter Lancaster - Jeremy y Emiliana lo miraban atónitos, pero sin ninguna intención de interrumpir. El hombre continuó el relato.>André ocupaba el primer lugar como favorito de Priscila debido a su familia, era el heredero a un ducado, por lo tanto yo con mi título de Lord, no aumentaba el rango que ya poseían los Winchester. Este hombre, Lancaster, no pose&i
Al llegar a la mansión ella divisó si se encontraban rondando los vigías. Vio todo tranquilo y con una pasividad que realmente le preocupó. El detective le brindó una mano de apoyo para bajar del caballo y juntos caminaron en silencio por el jardín delantero hasta llegar al portal de la mansión. Jeremy rompió el silencio.-¡Eeeeh! Espero para mañana su respuesta - dijo con timidez. Sus ojos buscaban en la mirada de la chica la complicidad que necesitaba para hablarle. Ella, reflejó en su rostro lo que el joven buscaba, una afirmación para restaurar aquello que la falta de comunicación y confianza había echado a perder. Los ojos azules asintieron y el joven aprovechó.-Quisiera…- ella bajó su cabeza, sonrojada- quisiera- él, repitió mientras con su dedo levantaba el rostro de la chica y
Con un infrecuente nerviosismo, miró su reloj de bolsillo que indicaba un cuarto de hora para las siete de la mañana y nadie aparecía. El tren saldría dentro de media hora y ya había comprado los tres boletos. De pie en medio del pasillo estaba Jeremy el detective esperando sus acompañantes y emprender la aventura de conseguir el indicio para develar el misterio de tres posibles asesinatos. Divisaba al horizonte, cuando desde lejos, vio haciéndose paso entre la gente, una hermosa pelirroja sobriamente vestida que le dio oportunidad de recrearse la vista. La joven caminaba con disimulo, que ya era parte de ella, a pesar de su corta edad había aprendido el arte de encubrirse donde quiera que fuese, su largo cabello del color de la zanahoria perfectamente recogido en un moño que dejaba caer unos bucles acompañados de una elegante cofia, que sostenía con sus manos para que no se le cayera, mientras se paseaba e
Emiliana bajó del tren con la misma ilusión de cuando era solo una niña. Con una sonrisa en el rostro se abrió paso al salir de la estación de tren, a la hermosa campiña que los recibía en distintos tonos de verde. A Jeremy se le iluminaron los ojos de ver tanta belleza en toda la inmensidad que los rodeaba. El clima frio les hacía abrigarse con más fuerza. Caminaban por el adosado que abría el paseo hacia las cabañas turísticas, que algún día fueron casas de telares elaboradas en piedras, todo un lugar rustico y lleno de chimeneas humeantes. A medida que subían escuchaban los pájaros cantar y la mezcla de olores que despedían los troncos humedecidos de los árboles junto al de las piedras al mojarse con el agua de la pequeña quebrada.-¡Qué lugar tan espléndido! – expresó Jeremy suspirando
El tren viajaba a toda máquina rumbo a Gloucester, luego de llegar a la estación siendo escoltados por un entrañable amigo de los Winchester, el Sr. Conrad que estaba de visita en Bibury por asuntos de negocios. Edgard Phillips se sintió complacido de poder encontrarse de nuevo con su amigo después de tantos años, el Sr. Conrad que era un hombre fornido con una edad avanzada, con su enorme sombrero de copa y unas pequeñas gafas le daban un aire muy característico, no los dejó marchar sin antes pasar a una taberna a desayunar unas deliciosas tostadas con mermelada y así, brindando con cerveza, ponerse al día de todos los pormenores pues el hombre no había visitado Gloucester en un largo periodo y de los Winchester no sabía absolutamente nada.Emiliana, tomando en cuenta el tiempo, había crecido considerablemente desde la última vez que el Sr. Conrad visi
-¡Oh queridísimo Inspector Owen! Me tuvo abandonada todo este tiempo – reclamó la mujer. Llevaba en su mano derecha un abanico que movía de un lado a otro para refrescarse y un horrible lápiz labial de un color morado que para nada enmarcaba sus labios, pues no lo aplicó con destreza - ¡Esta sí que es una sorpresa y hasta creo que lo traje a mi casa con el pensamiento! - replicaba Isabel Lancaster al encontrarse con el amable saludo del detective en la puerta de su casa. El joven, intimidado por el desparpajo de las palabras de la mujer asintió apretando los labios, temiendo la posibilidad de que a esta chica, un poco alocada, se lanzara a sus brazos para plantarle un beso. Mantuvo la distancia, sin embargo, la mujer aguantó sus impulsos, ya que eran obvias sus intenciones, por la llegada de su padre que se acercaba desde el recibidor hasta donde estaban.-¡Cara
Dwain Wesley acompañado de Lady Priscila aguardaban en las afueras de la Mansión la llegada de Emiliana. Desde lejos se veía venir la carroza de los vecinos Smith. La pequeña Winchester, desde la carroza advirtió la figura arrogante del hombre pulcramente vestido con su elegante bastón sostenido por su mano derecha, había venido desde su propiedad en las afueras esta vez, sin el Sr. Forrest quien aún no llegaba de Londres. A medida que se acercaban podían ver en el hombre una sonrisa acartonada y a Priscila conversando sin parar, se veía a gusto, probablemente adulando a su diabólica abuela, que, por supuesto era una de las cosas que ella más disfrutaba.-¿Qué carajos hace ese monigote en mi casa?- expresó encendida. De sus ojos brotaban llamas como una fogata ardiendo, lo cual estremeció a la dulce Monique.-¡Em