XL

Una fresca mañana otoñal, Priscila Winchester decidió salir de su invernadero, lugar para el cual, al parecer, había nacido. Desde que la mansión quedó vacía, la sexagenaria dispuso que lo único que merecía cuidado en esa casa, eran las plantas, pues no recibiría traición jamás de ellas. (Aunque quizá muchos no estarían de acuerdo con ella, siendo la primera traidora, solo por mantener las apariencias y que todo girara conforme le convenía, incluyendo entregar a la muerte a sus propios hijos).

Se vistió de negro, permaneciendo en un luto por la muerte de su hijo (aunque algunos pensaban que estaba implicada). Bajó las escaleras sin prisa, observando a su esposo Wilfred que, sentado frente al piano entretenía con una dulce melodía al ama de llaves, Maggie.

-¿Aún no se incorpora Al

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