-¡Damas y Caballeros su atención, por favor! - dijo la mujer nefasta tocando su copa de champagne con un tenedor un par de veces para ser escuchada por todos – ¡Me encuentro enteramente complacida de compartir esta esplendorosa noche con todos ustedes! Especialmente, los esposos - dirigió su copa con una sonrisa cómplice hacia Monique y Tomas, quienes tenían los ojos como platos pues no sabían que imprudencia diría en ese momento - ¡qué boda tan maravillosa! Y bueno como me encanta este tipo de celebraciones, quería invitar a todos y cada uno, a la boda Wesley- Winchester en dos semanas –dijo con una sonrisa que mostraba su dentadura y levantando la copa en señal de brindis.
Marilyn se enfureció e intentó caminar hacia donde estaba Priscila, pero Landon la tomó por el brazo impidiéndoselo. No debía armar un al
Pasada una semana, Angie Owen y Emiliana aún se hallaban en la propiedad Smith acompañando los padres de Monique para que no se sintieran tan solos, mientras se acostumbraban a la idea que su adorada hija no habitaría en su hogar. La jovencita tenía su propio hogar ahora, y ellos estaban felices por ella, pero era su única hija y la tristeza podía sentirse en cada pasillo, en cada habitación de esa enorme casa.Compartían en el jardín un vaso de refresco con unos deliciosos panecillos, esta vez no hechos por Angie, sino por Eliceth quien tenía unas manos bendecidas para la pastelería. Conversaban de su pasión por los pasteles, cuando divisaron desde lejos un par de caballos, se trataba de Jeremy y Phillips, que llegaban para llevar a Angie a casa. Al acercarse, las chicas y la Sra. Smith salieron a su encuentro. Jeremy solicitó hablar con Emiliana a solas y le fue permitid
-¡Mili, querida! ¿Te encuentras bien? –preguntó insistentemente y preocupada la Sra. Smith mientras le acariciaba el rojizo cabello. La joven tenía el rostro hinchado de tanto llorar y no había querido desayunar.-¡Estoy bien! Solo, no quiero irme de esta casa. Gracias por su cuidado y atención Sra. Smith –dijo con su cara aun entristecida intentando esbozar una pequeña sonrisa.-¡Sabes que esta es tu casa, pequeña! Vuelve en cuanto puedas –la abrazó con ternura - ¡vamos! El cochero de los Winchester espera desde hace un rato –comentó, instándola a caminar. Emiliana no emitió palabras, sus pensamientos vagaban en un mar de confusión lo cual no le permitía estar atenta, se encontraba distraída, distante. La Sra. Smith lo percibió y no quiso presionarla.
La joven llegó con el ánimo por los suelos a la mansión, siendo bien recibida por cada uno de los criados que se cruzaban en su camino. “Srta. que alegría que esté de vuelta” o “la extrañamos Mi lady” escuchó de la boca de Maggie en cuanto llegó a la casa que habitó desde la infancia, hoy en día, solitaria. La chica aceptó cada reverencia y cumplido por parte de todos intentando mostrar su mejor cara y cortesía, pero su interés principal era subir a la habitación de su abuelo para verlo después de tanto tiempo.-¡Mi niña hermosa! –dijo alegre al verla. Estaba aún acostado en su cama – la mansión es tan triste si no estás ¿cómo está Marilyn? – preguntó revelándole que sabía de su paradero. A Emiliana le hizo
Emiliana abrió los ojos luego de dormir por largas horas. Se sentía totalmente descansada, pues las camas de la casa Smith no eran tan cómodas como las de la mansión. Esperó ver a su abuelo velando su sueño, como cuando era niña, pero este no era el caso, la habitación estaba vacía. Su estómago rugió rogándole que le diera de comer, se levantó dirigiéndose a la cocina. Escuchó voces, lo cual le pareció poco común, cuando llegó, en la mansión no había nadie, persiguió las voces que la llevaron a la estancia. Advirtió un tumulto de gente, en su mayoría criados y sirvientes y al adentrarse se topó de frente con Maggie quien la tomó por la cintura y se la llevó directamente a la cocina. En ese momento se dio cuenta que algún incidente había ocurrido y no se quedaría con esa. 
Meditaba lo ocurrido sentada en su cama, de verdad necesitaba el cálido abrazo de un ser querido. Se había preparado para el funeral de su abuela con un vestido negro y un velo que cubría su rostro, pero el verdadero luto lo llevaba en su interior, no tanto por la muerte de quien quería desgraciar su vida, porque ciertamente nadie le importaba mientras vivió, sino la soledad a la que había sido destinada. Su abuelo Wilfred, era quien le quedaba, al igual que Marilyn, pero sentía un vacío en su corazón, de niña jamás pensó que la vida le fuese a cambiar de manera tan drástica. Un recuento de acontecimientos infortunados ocurridos en la mansión, se paseaba por su mente: en primer lugar, la desaparición y muerte de sus padres, aunado a los secretos que este encubría, sabía que su padre André había tenido santa sepultura por parte de Phillips, pero su madr
-¡Edgard! –le llamó Wilfred desde afuera de su encierro. El hombre preso estaba sentado en el catre con la cabeza abajo, sufriendo en silencio su desdicha. Levantó la mirada y se dirigió hacia la voz que le hablaba sosteniendo los barrotes de la oscura celda.-¡Gracias por venir amigo mío! –Respondió Phillips con aire de esperanza -¿Cómo entraste hasta acá? –preguntó.-Vine para abogar por ti, el comisario me dejó entrar a verte. Quiero que sepas que tienes todo mi apoyo en esto –expresó –solo tengo preguntas, que únicamente tú puedes responder.-¡Lo sé! –Dijo resignado –y estoy dispuesto a responderlas, Wilfred –caminó lentamente hacia atrás para sentarse de nuevo en el catr
Pasados unos días llegó la respuesta del Comisario acompañada de una tarde que pronosticaba un posible aguacero, unas grises y espesas nubes amenazaban con dejar caer un chaparrón. Una inesperada pero grata visita se acercó desde Londres hasta la propiedad Owen. Se supondría que los visitantes vendrían por petición del comisario, pero en este caso, venían desde tan lejos para ver al joven Jeremy.Una carroza muy elegante se detuvo en la entrada. Jeremy se hallaba en el umbral, esperando que se estacionara y de ese modo, percatarse quién era el misterioso invitado. Dos personas se vieron salir del elegante carruaje, un distinguido señor, de mostacho encanecido y una lente en su ojo derecho, elegantemente vestido se apeó alisando su traje. Jeremy lo reconoció de inmediato. El anciano maniobró abriendo un enorme paraguas, pues ya había comenzado a garuar y
Los días se hacían fatigosos para Jeremy Owen. En primer lugar su cabeza no dejaba de pensar el momento en el cual se encontraran Emiliana y Lisa de frente. En segundo, tener que lidiar con las miradas desafiantes y sugerentes que Lisa a diario en todo momento le lanzaba.Ensillaba muy temprano su caballo para salir a la ciudad. Antes debía pasar por la mansión a buscar a Emiliana para visitar a Edgard Phillips en la delegación. Su mañana había estado tranquila porque todos aún dormían, por lo tanto aprovechó para salir sin ser visto. La visita de su antigua enamorada había puesto su mundo al revés. Necesitaba ver a Emiliana para librarse de cualquier confusión que se pudiera estar cocinando en su interior. Su mente era un caos y requería retomar el control. Distraído, cepillaba a Coraje mientras trataba de poner sus pensamientos en orden.<