Pasados unos días llegó la respuesta del Comisario acompañada de una tarde que pronosticaba un posible aguacero, unas grises y espesas nubes amenazaban con dejar caer un chaparrón. Una inesperada pero grata visita se acercó desde Londres hasta la propiedad Owen. Se supondría que los visitantes vendrían por petición del comisario, pero en este caso, venían desde tan lejos para ver al joven Jeremy.
Una carroza muy elegante se detuvo en la entrada. Jeremy se hallaba en el umbral, esperando que se estacionara y de ese modo, percatarse quién era el misterioso invitado. Dos personas se vieron salir del elegante carruaje, un distinguido señor, de mostacho encanecido y una lente en su ojo derecho, elegantemente vestido se apeó alisando su traje. Jeremy lo reconoció de inmediato. El anciano maniobró abriendo un enorme paraguas, pues ya había comenzado a garuar y
Los días se hacían fatigosos para Jeremy Owen. En primer lugar su cabeza no dejaba de pensar el momento en el cual se encontraran Emiliana y Lisa de frente. En segundo, tener que lidiar con las miradas desafiantes y sugerentes que Lisa a diario en todo momento le lanzaba.Ensillaba muy temprano su caballo para salir a la ciudad. Antes debía pasar por la mansión a buscar a Emiliana para visitar a Edgard Phillips en la delegación. Su mañana había estado tranquila porque todos aún dormían, por lo tanto aprovechó para salir sin ser visto. La visita de su antigua enamorada había puesto su mundo al revés. Necesitaba ver a Emiliana para librarse de cualquier confusión que se pudiera estar cocinando en su interior. Su mente era un caos y requería retomar el control. Distraído, cepillaba a Coraje mientras trataba de poner sus pensamientos en orden.<
El hecho de haber pasado el día completo en la compañía de Emiliana trajo a Jeremy Owen un alivio que produjo reposo a sus pensamientos. Sentía que la presencia de Lisa en su casa ya no sería un problema de confusión en sus sentimientos; la sonrisa de la mujer más hermosa reafirmó sus emociones y pudo esclarecer, que a su lado era que quería pasar el resto de su vida. Lisa era solo un fantasma del pasado que jamás tendría cabida nuevamente en su corazón. Estaba seguro de su amor por la pequeña Winchester.Abrió la puerta de su hogar, al final del pasillo pudo ver las figuras sentadas a la mesa compartiendo la cena de esa noche. Su padre, feliz por la visita que le acompañaba, invitó a Helen para que les conociera y les cocinara con sus prodigiosas manos. En los últimos días se había percatado de la presencia de Helen de manera dist
-¡Cuanta curiosidad siento! Conoceré finalmente la mansión Winchester –dijo Lisa esbozando una sonrisa de oreja a oreja.La joven se había acicalado de manera especial. Traía un traje fino comprado en una boutique de Francia, que acentuaba su exuberante figura, su cabello perfectamente recogido en un moño acompañado de una elegante cofia con un lazo púrpura que hacía juego perfectamente con su elegante atuendo. Salió de la casa contenta para subir al carruaje que los llevaría, cosa que le causaba una desconfianza a la irritada Angie, a quien le correspondía acompañar a los invitados en la carroza, entre tanto Jeremy y John viajaban a caballo. La pequeña Owen sería quien le pondría el ojo a esa mujer impertinente que buscaba premeditadamente la atención de su hermano.-¡Disfrutarás el paseo! Es
-¿Pasas el día durmiendo? No puedo creerlo –dijo el detective abriendo la celda –Helen te envió almuerzo y Angie, una tarta.-¿Qué crees que puedo hacer en este lugar? Para mí siempre es de noche –expuso incorporándose para recibir el vianda -¡Por fin, una comida decente! ¡Manjar de dioses! ¿Qué cuentas? –preguntó Phillips lamiéndose los dedos.-¡No mucho! Papá se casará con Helen –dijo indiferente - …y yo le propuse matrimonio… a tu hija –masculló nervioso.-¡Bromeas! –Exclamó molesto –de ti debí cuidar a mi hija ¿Cómo pudiste hacerme esto? –Preguntó alterado –ni siquiera he comenzado mi rol de padre –
Mili descansaba en su habitación. Una fresca brisa entraba por su ventana pronosticando un frio invierno. Leía minutos antes de caer profundamente dormida. Lord Wilfred decidió que lo más prudente era que Phillips se quedase por un tiempo en la mansión y así fue. Los caballeros, se reunieron a fumar un puro esperando a Jeremy que estaba invitado al té esa tarde.La joven soñaba, suspiraba enredada entre las sábanas que tuvo que usar para cobijarse, al dejar de entrar por su ventana una brisa fresca para convertirse en fría. Estirándose perezosa, abrió lentamente los ojos percibiendo una presencia frente a ella.-Padre ¿eres tú? –dijo incorporándose con la misma pereza que la poseía. Advirtió que la presencia no era su padre y se arrastró hacia atrás en la cama -¿Qué hace aqu&iac
El escandaloso canto de un gallo la hizo despertar sobresaltada. Miró a su alrededor recibiendo los rayos tenues de un sol no tan caliente que le informaba que la mañana había llegado. Había pasado toda la noche cabeceando y despertando hasta que el sueño la venció. No sentía sus brazos porque estaban amarrados al poste por detrás. Se sentía débil tanto física como en lo emocionalmente, había perdido las ganas de luchar. Las horas pasaban lentamente y a medida que avanzaban, la sed se hacía inaguantable y había comenzado a sentir hambre, haciendo que su cuerpo colapsara y no pudiese controlar los espasmos que le producía el pánico que comenzaba a sentir. El entumecimiento era su peor enemigo y sus esperanzas estaban quebradas por lo que en esos momentos experimentaba. Comenzó a llorar amargamente.*****<
Emiliana y Lord Wilfred volvieron a la mansión luego de que interrogaran a la joven. Por fortuna, los Ford los esperaban y les habían preparado algo para comer. Emiliana moría de hambre, sin embargo aún, ni un bocado le pasaba por el mal rato que vivió. Su tía Marilyn la acompañó a darse un baño caliente, y ver si se disponía a comer frugalmente para eliminar la debilidad que su cuerpo sentía.-¡Querida mía! Estuve tan asustada, orando porque todo saliera bien –dijo Marilyn. Emiliana estaba en la bañera y su tía, con una vasija dejaba caer el agua desde su cabeza.-Te confieso que fue horrible. Pero me alegra estar bien, tía –expresó –después de este baño, borraré las manos de ese ogro de mi cuerpo –dijo.-¡Lamento tanto que
Emiliana dormía. Arropada diligentemente por su tía, se veía descansada luego del mal día que tuvo. Con suavidad, Clara tomó el picaporte, temerosa de lo que se encontraría, una posible Emiliana comprensiva o tal vez una Emiliana aún enfurecida. Fuera cual fuese su reacción era algo que debía enfrentar con determinación, recuperar la relación con su hija no sería fácil, la conocía y quizá eso fue lo que temió al regresar, sin embargo, su pequeña era la razón por la cual había sobrevivido después de tantos años, su razón para seguir viviendo cada día.Finalmente, abrió la puerta para adentrarse a la habitación que lucía muy parecida a la que dejó de ver cinco años atrás, vio la joven durmiendo, pero no quiso separarse de ella ni un instante. En total silenci