La joven llegó con el ánimo por los suelos a la mansión, siendo bien recibida por cada uno de los criados que se cruzaban en su camino. “Srta. que alegría que esté de vuelta” o “la extrañamos Mi lady” escuchó de la boca de Maggie en cuanto llegó a la casa que habitó desde la infancia, hoy en día, solitaria. La chica aceptó cada reverencia y cumplido por parte de todos intentando mostrar su mejor cara y cortesía, pero su interés principal era subir a la habitación de su abuelo para verlo después de tanto tiempo.
-¡Mi niña hermosa! –dijo alegre al verla. Estaba aún acostado en su cama – la mansión es tan triste si no estás ¿cómo está Marilyn? – preguntó revelándole que sabía de su paradero. A Emiliana le hizo
Emiliana abrió los ojos luego de dormir por largas horas. Se sentía totalmente descansada, pues las camas de la casa Smith no eran tan cómodas como las de la mansión. Esperó ver a su abuelo velando su sueño, como cuando era niña, pero este no era el caso, la habitación estaba vacía. Su estómago rugió rogándole que le diera de comer, se levantó dirigiéndose a la cocina. Escuchó voces, lo cual le pareció poco común, cuando llegó, en la mansión no había nadie, persiguió las voces que la llevaron a la estancia. Advirtió un tumulto de gente, en su mayoría criados y sirvientes y al adentrarse se topó de frente con Maggie quien la tomó por la cintura y se la llevó directamente a la cocina. En ese momento se dio cuenta que algún incidente había ocurrido y no se quedaría con esa. 
Meditaba lo ocurrido sentada en su cama, de verdad necesitaba el cálido abrazo de un ser querido. Se había preparado para el funeral de su abuela con un vestido negro y un velo que cubría su rostro, pero el verdadero luto lo llevaba en su interior, no tanto por la muerte de quien quería desgraciar su vida, porque ciertamente nadie le importaba mientras vivió, sino la soledad a la que había sido destinada. Su abuelo Wilfred, era quien le quedaba, al igual que Marilyn, pero sentía un vacío en su corazón, de niña jamás pensó que la vida le fuese a cambiar de manera tan drástica. Un recuento de acontecimientos infortunados ocurridos en la mansión, se paseaba por su mente: en primer lugar, la desaparición y muerte de sus padres, aunado a los secretos que este encubría, sabía que su padre André había tenido santa sepultura por parte de Phillips, pero su madr
-¡Edgard! –le llamó Wilfred desde afuera de su encierro. El hombre preso estaba sentado en el catre con la cabeza abajo, sufriendo en silencio su desdicha. Levantó la mirada y se dirigió hacia la voz que le hablaba sosteniendo los barrotes de la oscura celda.-¡Gracias por venir amigo mío! –Respondió Phillips con aire de esperanza -¿Cómo entraste hasta acá? –preguntó.-Vine para abogar por ti, el comisario me dejó entrar a verte. Quiero que sepas que tienes todo mi apoyo en esto –expresó –solo tengo preguntas, que únicamente tú puedes responder.-¡Lo sé! –Dijo resignado –y estoy dispuesto a responderlas, Wilfred –caminó lentamente hacia atrás para sentarse de nuevo en el catr
Pasados unos días llegó la respuesta del Comisario acompañada de una tarde que pronosticaba un posible aguacero, unas grises y espesas nubes amenazaban con dejar caer un chaparrón. Una inesperada pero grata visita se acercó desde Londres hasta la propiedad Owen. Se supondría que los visitantes vendrían por petición del comisario, pero en este caso, venían desde tan lejos para ver al joven Jeremy.Una carroza muy elegante se detuvo en la entrada. Jeremy se hallaba en el umbral, esperando que se estacionara y de ese modo, percatarse quién era el misterioso invitado. Dos personas se vieron salir del elegante carruaje, un distinguido señor, de mostacho encanecido y una lente en su ojo derecho, elegantemente vestido se apeó alisando su traje. Jeremy lo reconoció de inmediato. El anciano maniobró abriendo un enorme paraguas, pues ya había comenzado a garuar y
Los días se hacían fatigosos para Jeremy Owen. En primer lugar su cabeza no dejaba de pensar el momento en el cual se encontraran Emiliana y Lisa de frente. En segundo, tener que lidiar con las miradas desafiantes y sugerentes que Lisa a diario en todo momento le lanzaba.Ensillaba muy temprano su caballo para salir a la ciudad. Antes debía pasar por la mansión a buscar a Emiliana para visitar a Edgard Phillips en la delegación. Su mañana había estado tranquila porque todos aún dormían, por lo tanto aprovechó para salir sin ser visto. La visita de su antigua enamorada había puesto su mundo al revés. Necesitaba ver a Emiliana para librarse de cualquier confusión que se pudiera estar cocinando en su interior. Su mente era un caos y requería retomar el control. Distraído, cepillaba a Coraje mientras trataba de poner sus pensamientos en orden.<
El hecho de haber pasado el día completo en la compañía de Emiliana trajo a Jeremy Owen un alivio que produjo reposo a sus pensamientos. Sentía que la presencia de Lisa en su casa ya no sería un problema de confusión en sus sentimientos; la sonrisa de la mujer más hermosa reafirmó sus emociones y pudo esclarecer, que a su lado era que quería pasar el resto de su vida. Lisa era solo un fantasma del pasado que jamás tendría cabida nuevamente en su corazón. Estaba seguro de su amor por la pequeña Winchester.Abrió la puerta de su hogar, al final del pasillo pudo ver las figuras sentadas a la mesa compartiendo la cena de esa noche. Su padre, feliz por la visita que le acompañaba, invitó a Helen para que les conociera y les cocinara con sus prodigiosas manos. En los últimos días se había percatado de la presencia de Helen de manera dist
-¡Cuanta curiosidad siento! Conoceré finalmente la mansión Winchester –dijo Lisa esbozando una sonrisa de oreja a oreja.La joven se había acicalado de manera especial. Traía un traje fino comprado en una boutique de Francia, que acentuaba su exuberante figura, su cabello perfectamente recogido en un moño acompañado de una elegante cofia con un lazo púrpura que hacía juego perfectamente con su elegante atuendo. Salió de la casa contenta para subir al carruaje que los llevaría, cosa que le causaba una desconfianza a la irritada Angie, a quien le correspondía acompañar a los invitados en la carroza, entre tanto Jeremy y John viajaban a caballo. La pequeña Owen sería quien le pondría el ojo a esa mujer impertinente que buscaba premeditadamente la atención de su hermano.-¡Disfrutarás el paseo! Es
-¿Pasas el día durmiendo? No puedo creerlo –dijo el detective abriendo la celda –Helen te envió almuerzo y Angie, una tarta.-¿Qué crees que puedo hacer en este lugar? Para mí siempre es de noche –expuso incorporándose para recibir el vianda -¡Por fin, una comida decente! ¡Manjar de dioses! ¿Qué cuentas? –preguntó Phillips lamiéndose los dedos.-¡No mucho! Papá se casará con Helen –dijo indiferente - …y yo le propuse matrimonio… a tu hija –masculló nervioso.-¡Bromeas! –Exclamó molesto –de ti debí cuidar a mi hija ¿Cómo pudiste hacerme esto? –Preguntó alterado –ni siquiera he comenzado mi rol de padre –