Capítulo 31

Las montañas parecían interminables, se extendían de un lado a otro sin permitirles ver nada diferente en el horizonte. Solo una vasta naturaleza impregnada de soledad. Un mundo solo para ellos dos.

—¡Lucas, no te alejes tanto! —le pedía Tania.

Solían salir a correr cada mañana. Sorteaban grandes piedras, escalaban riscos y saltaban ríos cristalinos perdiéndose en la nada. Solo ellos y la vida.

—¡Si no te apresuras te tocará lavar los platos después de la cena! —bromeó él, apresurándose por alejarse.

Ella era más veloz, pero aún no confiaba en sus capacidades. Tenía miedo de caer y resbalar, por eso se retrasaba. Él la provocaba para que dejara de ser tan precavida y le diera rienda suelta al poder que latía en su interior. Uno que estaba ansioso por salir.

Al llegar a la cima de una de las montañas, Lucas pretendió apurar la huida para bajar en medio de saltos a través de una zona pedregosa, pero justo cuando iba a iniciar el descenso, ella se propulsó con ayuda de las piedras y no s
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