Capítulo 30

Simulaba dormir con la profundidad de un bebé. Gracias a eso las personas que habían entrado en la cabina del camión durante el viaje apenas la molestaron. Evaluaban sus signos vitales y se marchaban. Solo uno se atrevió a tocarla de más, alzando sus párpados para revisar sus pupilas con una linterna delgada.

Le costó controlarse para no arrancarle la cabeza en el momento en que él se había inclinado sobre ella. Si demostraba que había recuperado parte de sus capacidades, estando aún encadenada, la perforarían con decenas de inyecciones para hacerla de nuevo débil. No podía permitirlo.

El dolor que sentía en el pecho ya le doblegaba el alma. La posibilidad de que su abuelo y Lucas estuviesen muertos le devastaba por completo.

Severiano muchas veces le había indicado que la calma la ayudaba a mantener a tono a sus instintos. De esa forma podía serenar mejor sus emociones para hallar soluciones en sus momentos de crisis.

Eso hizo. Se esforzó por poner en práctica lo aprendido para deter
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