Capítulo 42
La evidencia demostró que Santiago no tenía ninguna reacción física hacia Milena, ni siquiera un mínimo de interés.

Al bajar, Milena estaba preparando el desayuno. Al verlo, sonrió inmediatamente:

—Señor Cruz, el desayuno está listo.

Santiago echó un vistazo a la mesa y se sentó:

—¿Lo hiciste todo tú?

—Sí. Vi que había ingredientes frescos en la nevera y preparé algo. No sé si será del gusto suyo y de su abuela.

Milena le pasó los cubiertos apresuradamente.

Santiago probó un par de bocados:

—Está muy bueno.

Milena se alegró por el halago, pero al ver llegar a Alicia, su sonrisa se atenuó notablemente.

Santiago comió un poco más y dejó los cubiertos:

—Me voy a la oficina, hoy volveré tarde.

Milena lo siguió hasta la entrada:

—¿Puedo ir contigo?

Santiago la miró:

—Ya renunciaste, mejor no vayas a la oficina.

—Pero temo que a tu abuela no le agrade...—dijo Milena. En realidad, pensaba que Alicia era extraña y difícil de tratar, y no quería quedarse a solas con ella.

Sin embargo, San
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