Capítulo 14
—Señor Gómez, usted es muy bromista. Nuestro señor Cruz siempre ha sido muy considerado con sus empleados—dijo Fernando.

El señor Gómez le lanzó una mirada fría.

—Señor Olivares, estoy hablando con el señor Cruz. ¿Por qué sigues interrumpiendo?

Fernando asintió y guardó silencio.

Santiago permaneció sentado, acariciando su copa con los dedos y con expresión sombría. El señor Gómez y los demás mostraban sonrisas falsas. La tensión en la sala privada era palpable.

En ese momento, la puerta se abrió y se oyó una voz femenina:

—Disculpen la interrupción.

—¿Milena?— Fernando se sorprendió ligeramente. —¿Qué haces aquí?

—Hay un documento urgente que necesita la firma del señor Cruz—dijo Milena, acercándose a Santiago con los papeles.

Todas las miradas de los hombres en la sala se dirigieron hacia la única mujer presente. Milena vestía un traje profesional: camisa blanca y falda negra ajustada. Al inclinarse ligeramente, se notaban sus curvas.

El señor Gómez entrecerró los ojos, mostrando i
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