Capítulo 18
Milena sonrió.

—Gracias, Lina.

Esa noche, Lina apenas pudo dormir. La primera mitad de la noche estuvo pendiente del suero, y en la segunda, cada vez que cerraba los ojos, revivía aquella noche en la tienda de campaña. Estuvo dándole vueltas toda la noche, casi al borde del colapso. Al amanecer, escuchó pasos y al abrir los ojos se encontró con la mirada de Santiago.

—¿No has dormido?—preguntó Santiago al verla despierta. Se sentó a su lado y dejó una bolsa en la mesa. —Te traje algo de desayunar. Gracias por tu ayuda.

Lina se incorporó.

—Ya que está aquí, me voy.

—Lina—la llamó Santiago—llévate el desayuno.

Pero Lina negó con la cabeza.

—No hace falta, déjeselo a Milena.

Dicho esto, salió de la habitación. Al cerrarse la puerta, la tenue luz del interior hizo que Santiago se sintiera incómodo. Quizás por la resaca, se frotó la frente con fastidio.

*

Aún era temprano cuando Lina regresó a su dormitorio en la universidad. Se duchó, se cambió de ropa y luego fue a la oficina.

Ese día,
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