Xander despertó y todo su cuerpo se sentía pesado e incómodo. Sus manos estaban atadas y su espalda dolía de puta madre, se movió un poco cuando escuchó la voz de Alex, en un lastimero gemido en busca de que él hiciera alguna señal de que estaba vivo. Se sentó como pudo y frunció el ceño al ver a su madre en esas condiciones tan deplorables.
— Mamá —llamó al mayor—. ¿Qué está pasando?
— Tu papá nos tiene aquí —sollozó—. Es mi culpa, todo lo hago mal.
— ¿Papá Mikhail?
— No, sabes de quien hablo —sollozó—. Siempre me meto en problemas, mira ahora donde estamos.
— Así que eres mi sensual abuelo —fue lo primero que dijo Alex—. Tengo que decirte que en verdad eres sexy.— Mamá, me estás avergonzando —gimió Xander—. Deja de decir esas cosas.— Es mi oportunidad, cuando lleguemos a la casa tu padre estará ahí y ya no podré decirle a este bombón lo sexy que es —señaló—. ¿Verdad, Liam?— Gracias al cielo —murmuró mirando el paisaje—. Nunca creí que esta familia se metiera en tantos problemas.— No pidas milagros, por algo somos los Jackson Hamilton, se meten en líos desde la primera generación —dijo obvio—. Iniciando con tu padre.<
Esto sucede antes de la muerte de Liam y Harry 1.Un chico de ojos verdes claros, estaba siendo embestido por alguien que nunca se imaginó que fuera capaz de hacer algo como eso con él. Sus pequeñas manos se aferraban lo más que podían al barandal que estaba en una de las ventanas de la última planta de la iglesia.El pequeño pueblo estaba iluminado por los grandes faroles que el demonio que estaba abusando de él había regalado.Todos pensaban que era un Dios, un Ángel mandado por los dioses o que simplemente era alguien que había llegado para ayudar a las personas sin ningún tipo de beneficio o de recompensa por hacerlo.El menor sabía qué clase de persona era, quien era el causant
Xander, el pequeño y hablador pequeño de ocho años que se encontraba mirando a Bastian desde una esquina de la habitación. Todavía no se rendía, deseaba tanto que ese chico de quince años le dijera que sí. Su padre Alex le había dicho que debía de seguir luchando por lo que quería, así como hicieron sus abuelos, hasta el día de su muerte.Se sentía tan cansado, pero valía la pena verlo todo el día, no se rendiría así de fácil, eso sí que no.Hasta que un día escuchó la conversación que cambió su vida, Bastian hablaba con un chico de su facultad de medicina que se preguntó si eran algo más que amigos, por la forma en que sonreía y en la que susurraba cosas que no lograba escuc
Xander salió de la facultad y fue hacia su carro. Se sentía cansado como para ir a su trabajo en el hospital. Su padre le había dado un trabajo en ese lugar, ya que era el director del lugar, y su madre era el jefe de los enfermeros.Desde hace dos años que trabajaba en el lugar, y no vivía con ellos y sus hermanos, los cuales estaban cada vez más insoportables.— Ya voy de camino, mamá —abrió la puerta del carro, y puso el teléfono en el altavoz—. Iré después al gimnasio.— Pasas más tiempo metido en eso que en tu casa —le gruñó Alex, caminando de un lado a otro—. Ya es hora de que llegues aquí.— Dije que ya voy de camino, d
Xander tenía muchas cosas en mente y una de esas era tener a Bastian arrodillado frente a él, por qué él no podría ser el chico delicado que él quería pero podía ser mejor que cualquier chico con el que Bastian haya estado hasta ahora.Con ese pensamiento salió de su habitación para dirigirse a la salida. Hoy era su día libre en el hospital y podría ir temprano al gimnasio y luego regresar a casa de sus padres a almorzar.Si deseaba, podía ir a su departamento, pero como sabía que Bastian estaba cerca, prefería mantenerse lo más posible junto a él.— Veo que también vas de salida ¿Te llevo? —Bastian se acercó a él, estaba esperando que el menor saliera de su e
Xander estaba con las manos sobre su espalda baja, estaba sudoroso por la previa acción que vivió a manos del dominante. Sus ojos estaban cubiertos por una venda y no se escuchaba absolutamente nada en esa habitación, el frío metal de una jodida pala de metal estaba siendo guiada por toda su espalda, hasta detenerse en sus glúteos.— Palabra de seguridad, Sum —le quitó la mordaza—. Es nuestra última escena.— Trece, mi señor —abrió la boca lo suficiente para que el mayor colocara de forma adecuada la mordaza.Xander sonrió, aunque no podía mostrarse, estaba seguro de que su pequeño amigo había hecho.Dos dedos fueron puestos sobre su espalda, inclin&aa
Después de terminar sus rondas por las habitaciones donde le tocaba, pudo respirar feliz e ir a donde estaba su mochila y ponerse a estudiar un poco sobre los exámenes finales que le tocaban tomar. Bastian lo seguía de cerca, más de lo que debería.Xander secó el sudor de su frente y se dirigió al cuarto de los enfermeros, pero no sé quedó con darle una mirada coqueta a Bastian el cual volteó rápidamente para otro lado. Lo haría rogar, haría que todas las palabras no quedaran en el olvido.— Xander, espera —Xander aceleró sus pasos y al llegar al cuarto—. Oye, que esperes; te estoy hablando.Bastian agarró fuertemente a Xander de los brazos y lo acorraló contra la pared, y acercó s
Xander lo miró de arriba hacia abajo, buscando la manera de echarlo de su casa, pero lo veía tan mal que le dio pena.— Estás borracho —se cruzó de brazos—. Es mejor que te vayas a tu casa, Bastian.— No, no me vas a decir lo que tengo que hacer —se agarró del marcó de la puerta para no caerse—. Tengo que decirte unas cuantas cosas que no pueden esperar.— Me las dices después, ahora estoy algo ocupado —susurró lo último—. ¿No puedes esperar hasta mañana?— No, no puedo esperar —entró de lleno al apartamento—. ¿Con quién estás? —señaló las maletas—. ¿Te mudas?