Capítulo 37
La noche era profunda. En el estacionamiento solo se escuchaba el canto de las cigarras y los pasos del hombre acercándose. La repentina voz puso tensa a Ana. Apretó los puños y al girarse, se relajó al ver que era Gabriel.

—Disculpa si te asusté —Gabriel, notando su nerviosismo, se disculpó caballerosamente. —No pasa nada —Ana hizo un gesto con la mano y alzó la mirada encontrándose con sus ojos—. ¿Señor Urquiza viene tan tarde al hospital porque le molesta el estómago otra vez?

Bajo la luz de la farola cercana, podía ver claramente el rostro pálido de Gabriel – elegante y hermoso, como un dios descendido a la tierra. —No, vine a ver a Javier —Gabriel ya había preparado una excusa perfecta mientras esperaba. Javier trabajaba en el hospital y eran buenos amigos, era la coartada perfecta. Aunque su verdadero objetivo siempre había sido Ana.

Ana soltó un "oh" y el ambiente se volvió sutilmente peculiar. Gabriel curvó ligeramente sus labios, conteniendo el brillo en sus ojos, y dijo con v
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