Capítulo 34
Ana acababa de salir de urgencias con Lucía cuando recibió la noticia. La mujer, pálida y sudorosa, se apoyaba completamente en Ana – un segundo antes gritaba insultos con energía, y al siguiente la atacó una gastritis.

—Lucía, toma el día libre mañana para descansar —Lucía asintió débilmente mientras caminaban hacia la sala de infusiones. —Alejandro se lo merece... Y ni siquiera murió, qué resistente... —mascullaba Lucía, mientras Ana asentía ocasionalmente.

Después de acomodar a Lucía, Ana fue a comprar agua. Frente a la máquina expendedora, acababa de pagar dos botellas cuando una sombra la cubrió. —Ana, lo de Alejandro... ¿tienes algo que ver? —Mateo acababa de salir de la habitación de Isabella.

Los tres conocían a Alejandro y ya habían sido interrogados por la policía. Había muchas dudas, y su instinto le decía que Ana sabía más detalles. Alejandro había visto a Ana justo antes de desaparecer, algo que Mateo no mencionó a la policía – quería preguntarle él mismo. Parecía cosa del
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