Capítulo 33
El silencio se apoderó de la escena, con todas las miradas concentradas en Ana y Mateo. Ana bajó la vista hacia el cheque mientras Mateo continuaba: —¿No es dinero lo que quieres? ¡Tómalo y lárgate con tu supuesta amiga! —Después del incidente en la mansión, Mateo sentía un profundo desprecio por Ana, y solo ver su rostro hacía que su ira se encendiera instantáneamente.

Los murmullos de la multitud iban y venían, pero Ana los ignoraba. Se agachó para recoger el cheque, y Lucía se alarmó: —Ana... —pero las palabras se le atascaron en la garganta al ver lo que Ana hizo a continuación: destrozó el cheque en pedazos.

El rostro de Mateo se ensombreció al instante, sus puños crujieron al apretarse. —¡Ana! —¡Señor Herrera, no estoy sorda, baje la voz! —mientras hablaba, Ana lanzó los pedazos del cheque al aire, dejándolos caer como confeti.

Era la primera vez que Mateo sufría semejante humillación. Su reacción era exactamente lo que Ana esperaba, y conteniendo su satisfacción, se burló: —¿No
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