Nora Ares se apoyó en la encimera con los brazos cruzados sonriendo, cuando me dirigí a abrir la puerta. Sin embargo; antes de abrirla, sentí que me ponía blanca de repente. Allí estaba mi madre, tan emperifollada como una modelo. Llevaba un vestido negro ajustado que resaltaba sus exuberantes curvas. Era corto y dejaba una vista perfecta de sus larguísimas piernas. Siempre me sentí pequeña al lado de ella. Pero en ese momento, me sentí muy poca cosa. Ella colocó su cabello lacio por detrás de sus hombros, me abrazó, estirando el cuello para mirar hacia el interior de la casa. Sin disimular, ni un poco sus intenciones. —No tenía tu número para avisarte que vendría, pero me cansé de esperar que me llamases para que viniese a conocer a mi nieto —. Me dio un golpecito en el hombro —. Tuve que enterarme de que estabas aquí por rumores de mercado. Entró a la casa, lanzando un suspiro teatral. —¿Así que, ahora, si quieres conocer a tu nieto? —Escupí afilada —. ¿A tu novio, ya no le i
Ares Desde la cocina me llegó el sonido estridente de la risa de mamá. El aroma a macarons llenaba toda la casa y supe que pronto tendríamos a un batallón de hombres intentando ser alimentados por mi mujer. Lo que me hacía sentir entre orgulloso y celoso, en partes iguales. Las dos últimas semanas, cada vez que llegaba a la casona, me preguntaban si Nora, les llevaría el desayuno esa mañana. Lo que no me gustaba ni una pizca. Pero, sobrepasaron el límite, definitivamente, cuando comenzaron a golpearnos la puerta, para pedirnos comida. Aún, no habíamos abierto el restaurante y ya teníamos una clientela recurrente. Era el colmo. —Ares, estoy muy orgullosa de ti —, me dijo mi madre en cuanto me vio entrar y rodé los ojos, negando con la cabeza —. No solo eres el primero en darme un nieto, sino que también has tenido muy buen tino para escoger la madre —. Me guiñó un ojo, creyendo que era de lo más disimulada —. Ya comenzaba a pensar que iba a morir antes de conocer un nieto. —Mamá
Ares Mi madre resopló cuando se dio cuenta de que la analizaba detenidamente. —¡Ya deja de verme así, que no eres mi jefe! Entrecerré los ojos. —¿Dónde está Nora? —Ella se llevó el dedo a la barbilla —. ¿Has abierto la botella de vino, verdad? —Respiré profundamente, intentando mantener la calma —. Anda, dime, ya sabes que soy muy flexible. Mamá lanzó una carcajada. —Tú, no eres nada flexible —. Replicó divertida, recibiendo a León en sus brazos —. Ven aquí, cariño. Pero si estás muy guapo —. Arrastró un poco las palabras y fui directamente a la cocina, en busca de evidencia —. ¿Qué te parece si vamos a dar un paseíto al pueblo? ¡Lejos de ciertos aguafiestas!—¡Sí! —Exclamó León, emocionado —. ¿Podemos ir a los juegos? —Claro, si me acompañas primero a comprar algunas cosas. —Bueno —. León rodó los ojos, sacando el estuche con el glucómetro y la insulina —. Te voy a acompañar, pero no le digas a todo el mundo que vea lo lindo que soy. Me da mucha vergüenza. —Me limitaré: voy
Nora Nunca antes me había interesado encajar. Siempre me gusto estar en mi mundo aislada de todo, hasta que llegó León y mi mundo cambió. Con el correr del tiempo, creí que seriamos solo nosotros para siempre. Pero, entonces, nuestro mundo volvió a cambiar y Ares, entró en él, poniéndolo patas arriba. Aunque él venía con una gran familia. Y de pronto, comencé a desear encajar en esa familia unida que tenían. Así que, allí estaba, en modo: “ama de casa”. Corriendo de un lado al otro para que todo estuviese absolutamente perfecto. No estaba segura de si quería impresionar a los posibles compradores o Aquiles D’Amico. Había escuchado muchísimas cosas sobre él y me asustaba un poco no agradarle, porque era como un padre para Ares. Por lo tanto, su opinión, tendría gran peso sobre las decisiones de su hermano.—Nora, deja eso de una vez —. Me reprendió mi suegra —. Comenzarán a llegar los invitados y aún no te has maquillado —. Se quedó un instante observándome de arriba abajo —. Ese
Nora Sonreí con dulzura. —Déjame decirte que no conoces bien a tu hermano si piensas que alguien podría engañarlo de esa forma horrible. Ares, siempre tuvo dudas sobre ella. Así que puedes dejar de protegerlo porque ya no es un niño y sabe perfectamente lo que hace —. Repuse —. Como ya le dije a tu madre, esta suspicacia es justamente la que deseo evitar. Si un día consigo ser la dueña de mi propia empresa de catering o montar un restaurante, espero poder conseguirlo por mis propios medios. Por lo tanto, no es necesario que sugieras que lo estoy manipulando a tu hermano por su dinero. —¿Piensas que conoces mejor a mi hermano que yo? —Alzó las cejas con incredulidad —. Yo soy su familia. —Creo que ahora, León y yo también somos su familia. Sé que últimamente no has hablado mucho con él, pero deberías saber que la primera vez que lo vi, me encontré con un hombre roto, de mal humor y huraño. Sin embargo, ahora es un hombre diferente, siempre está sonriendo y es un padre excelente. —
NoraMe contuve para no salir corriendo de la habitación, aunque no logré evitar temblar al caminar hacia el salón principal. —¡Qué bueno que la encuentro chef! —Exclamó uno de los ayudantes de cocina y no puede evitar sonreír a pesar del momento que acababa de pasar. Acababa de llamarme chef. Puse mi mejor cara de póker, mientras que internamente daba saltitos de felicidad. Qué pensaría si supiese que no era chef realmente y que, en realidad, pasaba mis fines de semana leyendo libros de cocina que sacaba de la biblioteca y memorizaba las recetas desde que era una niña. Me creería, si le dijese, que no comencé a practicar realmente hasta hacía unos meses y gracias a Ares. Ares, siempre decía que compraría una caminadora o terminaría como una enorme bola. Era mi conejillo de indias y lo amaba más por serlo. —¿Qué ocurre? —Me apresuré a bajar de dos en dos el resto el tramo de escalera que nos separaba. —Tenemos un problema en la cocina. El chef de partie, ha quemado el chocolate
Nora Me quedé paralizada durante un breve momento. El miedo se volvió tan denso que empañó mi visión. Por lo que me costó una eternidad, finalmente poder reaccionar. —¿Qué estás haciendo aquí? —Intente darme la vuelta, pero me sujetó por el brazo con firmeza, manteniéndome de espalda a él —. Suéltame o voy a gritar tan fuerte que vamos a tener a cinco hombres de seguridad sobre nosotros en segundos. —No vas a gritar y nada malo va a ocurrir —. Dijo suavemente en mi oído, antes de que sintiese algo frío y metálico en el omoplato—. Shhh…No quiero hacerte daño, solo quiero hablar contigo. ¿Tienes idea de cuánto esperé para que encontrarte finalmente sola? El contacto frío del amenazante objeto que llevaba en la mano, me dejó aturdida. —¿Hablar? —No moví un músculo, al sentir que me empujaba, chirriando los dientes —. Te has colado en la fiesta, me seguiste hasta aquí y ahora me estás amenazando. Pero dices que solo quieres hablar, debe ser una broma —. Repliqué agitadamente —. Máxi
Ares —¡Allí estás! —Escuché la voz de un hombre a mi espalda entre la multitud de personas que recorrían los salones y me di la vuelta, para ver de quién se trataba. No lo reconocí de inmediato, pero él se acercó con una sonrisa brillante como si me conociese de toda la vida. —Lo siento —. Menee la cabeza, sintiéndome culpable por no recordar de dónde nos conocíamos —. ¿Nos conocemos? —Por supuesto —. Respondió sonriendo —. Soy el hombre que recientemente te ha salvado el trasero —. Definitivamente, acababa de llamar mi atención. Y después de analizarlo durante un momento, supe quién era. —¿Milton? Las pocas fotos que había encontrado de él, eran antiguas y no le hacían justicia. Imaginé que ser discreto con su apariencia era parte de su oficio. —El mismo —. Nos estrechamos la mano, como si fuésemos viejos conocidos —. Oye, sé que esta es tu gran noche y no me aparecería aquí si no fuese porque tengo grandes noticias —. Dijo dándome un golpe en el brazo —. Amigo, esto es una ma