Nora Sonreí con dulzura. —Déjame decirte que no conoces bien a tu hermano si piensas que alguien podría engañarlo de esa forma horrible. Ares, siempre tuvo dudas sobre ella. Así que puedes dejar de protegerlo porque ya no es un niño y sabe perfectamente lo que hace —. Repuse —. Como ya le dije a tu madre, esta suspicacia es justamente la que deseo evitar. Si un día consigo ser la dueña de mi propia empresa de catering o montar un restaurante, espero poder conseguirlo por mis propios medios. Por lo tanto, no es necesario que sugieras que lo estoy manipulando a tu hermano por su dinero. —¿Piensas que conoces mejor a mi hermano que yo? —Alzó las cejas con incredulidad —. Yo soy su familia. —Creo que ahora, León y yo también somos su familia. Sé que últimamente no has hablado mucho con él, pero deberías saber que la primera vez que lo vi, me encontré con un hombre roto, de mal humor y huraño. Sin embargo, ahora es un hombre diferente, siempre está sonriendo y es un padre excelente. —
NoraMe contuve para no salir corriendo de la habitación, aunque no logré evitar temblar al caminar hacia el salón principal. —¡Qué bueno que la encuentro chef! —Exclamó uno de los ayudantes de cocina y no puede evitar sonreír a pesar del momento que acababa de pasar. Acababa de llamarme chef. Puse mi mejor cara de póker, mientras que internamente daba saltitos de felicidad. Qué pensaría si supiese que no era chef realmente y que, en realidad, pasaba mis fines de semana leyendo libros de cocina que sacaba de la biblioteca y memorizaba las recetas desde que era una niña. Me creería, si le dijese, que no comencé a practicar realmente hasta hacía unos meses y gracias a Ares. Ares, siempre decía que compraría una caminadora o terminaría como una enorme bola. Era mi conejillo de indias y lo amaba más por serlo. —¿Qué ocurre? —Me apresuré a bajar de dos en dos el resto el tramo de escalera que nos separaba. —Tenemos un problema en la cocina. El chef de partie, ha quemado el chocolate
Nora Me quedé paralizada durante un breve momento. El miedo se volvió tan denso que empañó mi visión. Por lo que me costó una eternidad, finalmente poder reaccionar. —¿Qué estás haciendo aquí? —Intente darme la vuelta, pero me sujetó por el brazo con firmeza, manteniéndome de espalda a él —. Suéltame o voy a gritar tan fuerte que vamos a tener a cinco hombres de seguridad sobre nosotros en segundos. —No vas a gritar y nada malo va a ocurrir —. Dijo suavemente en mi oído, antes de que sintiese algo frío y metálico en el omoplato—. Shhh…No quiero hacerte daño, solo quiero hablar contigo. ¿Tienes idea de cuánto esperé para que encontrarte finalmente sola? El contacto frío del amenazante objeto que llevaba en la mano, me dejó aturdida. —¿Hablar? —No moví un músculo, al sentir que me empujaba, chirriando los dientes —. Te has colado en la fiesta, me seguiste hasta aquí y ahora me estás amenazando. Pero dices que solo quieres hablar, debe ser una broma —. Repliqué agitadamente —. Máxi
Ares —¡Allí estás! —Escuché la voz de un hombre a mi espalda entre la multitud de personas que recorrían los salones y me di la vuelta, para ver de quién se trataba. No lo reconocí de inmediato, pero él se acercó con una sonrisa brillante como si me conociese de toda la vida. —Lo siento —. Menee la cabeza, sintiéndome culpable por no recordar de dónde nos conocíamos —. ¿Nos conocemos? —Por supuesto —. Respondió sonriendo —. Soy el hombre que recientemente te ha salvado el trasero —. Definitivamente, acababa de llamar mi atención. Y después de analizarlo durante un momento, supe quién era. —¿Milton? Las pocas fotos que había encontrado de él, eran antiguas y no le hacían justicia. Imaginé que ser discreto con su apariencia era parte de su oficio. —El mismo —. Nos estrechamos la mano, como si fuésemos viejos conocidos —. Oye, sé que esta es tu gran noche y no me aparecería aquí si no fuese porque tengo grandes noticias —. Dijo dándome un golpe en el brazo —. Amigo, esto es una ma
Ares Llamé a mamá, pero ella tampoco la había visto desde hacía más de media hora. Entonces, vi a mis hermanos bajando las escaleras. Eros se veía molesto y Aquiles, tenía esa expresión que solo veía cuando alguno de nosotros estaba furioso con él. Ignoré la inquietud que me provocó aquello y fui hacia ellos. —¡Qué guapo! —Exclamó Eros llevándose la mano al pecho —. Estás hecho un galán —. Inclinó la cabeza para observarme y su sonrisa se desvaneció al ver mi ceño fruncido —. ¿Ocurre algo malo? —No encuentro a Nora, no está en ningún sitio y no contesta el móvil. Estoy preocupado, para ella esta fiesta es muy importante, nunca se habría marchado así. Mamá, dice que cree que fue la última en verla. Mi inquietud se transformó en pánico al ver que cruzaban miradas. —Aquiles —. Dijo Eros, preocupado y nuestro hermano mayor se contrajo como si fuese culpable de algo. Lo conocía demasiado, así que estaba seguro de que algo callaba. —¿Qué hiciste? —Le pregunté agitado. —Yo hablé con
Nora —Date prisa —me ordenó Máximo, empujándome para que cruzara el alambrado. Lo levantó, lo suficiente para darme paso y luego se coló con facilidad. Tenía la sensación de que estaba cocinando ese golpe desde hacía varios días, puede que desde nuestro encontronazo a unas calles del colegio. Sabía por dónde moverse y como evitar la seguridad. Lo que me aterraba realmente de Máximo, era lo inestable que parecía. —Hago lo que puedo —. Jadee, lo único que deseaba era poder encogerme y cubrirme del frío. La noche era cálida; sin embargo, yo tiritaba violentamente y mi mente era un revoltijo de teorías inquietantes. ¿A dónde me llevaba? No estaba segura de desear conocer la respuesta. Lo vi cruzar el alambrado, sin dejar de amenazarme con una pistola pegada a mi espalda y escruté la oscuridad que nos rodeaba. Unos faros bajaron por la calle de ingreso de los empleados. Un empleado de seguridad, les abrió la valla y pude escuchar las voces lejanas. No obstante, no logré reconocerla
Nora Entorné los ojos, buscándolos entre los árboles, y entonces, los tres hermanos D’ Amico, emergieron muy cerca de nosotros, bajo el brumoso resplandor lunar, con un gesto amenazante.Máximo se puso rígido al instante, los tres parecían lobos a punto de atacar y la única garantía de que no lo hicieran era que yo me interponía entre ellos. No podía estar más feliz de verlos, incluso al gruñón de Aquiles. De ser posible lo hubiese abrazado. —Suelta a Nora, imbéc¡l y puede que te permita subir a la patrulla con todos los huesos sanos —. Siseo Eros, en un tono bajo y escalofriante. Aquiles se acercó un par de pasos despacio. Pero yo percibí la alerta de Ares, al ver lo que Máximo apretaba contra mi espalda. —Ninguno de los tres de un solo paso más, o lo que ocurra aquí, será su culpa. Ares se inclinó ligeramente, midiendo la distancia que nos separaba y calculando el tiempo necesario para estar sobre nosotros. Sin embargo, mi captor, lo leyó al igual que yo y me insto a dar un pa
AresMe encontraba en el medio del salón, mientras los camareros recogían y la orquesta continuaba tocando con suaves acordes. Me quité los gemelos y arremangué mi camisa, cuando la vi dejar el delantal sobre una de las mesas. Se acercó a mí con los labios curvados en una suave sonrisa. Tenía los ojos brillantes, como el jade, y me perdí en ellos hasta que estuvo frente a mí. —Baila conmigo —. Le dije, tomándola por la muñeca y acercándola a mí, antes de colocar mis manos sobre sus caderas. —¿Ahora? —Miró a nuestro alrededor, éramos los únicos en el salón, además de la orquesta. Les pedí que se quedaran porque no quería irme a la cama sin saber que no había bailado con la mujer que amaba. —Sí, he esperado toda la noche para poder tenerte para mí un momento a solas —. Todavía con dudas en su mirada, se acercó a mí y dejó que la estrechase —. Y si tengo que ser completamente franco, le pedí a la orquesta que continuase tocando porque deseaba poder hacer esto. Bailar contigo, no he