NoraCuando por fin terminé de ducharme, el agua salía fría. Tenía la sensación de que había pasado una eternidad desde la última vez que me había dado una ducha como Dios manda. En la casa de Erin, sentí que estaba invadiendo su espacio, por lo que me forcé, para no demorar más de diez minutos.Sin embargo, decidí que allí, podía tomarme mi tiempo. En todo caso, la enorme mansión tenía al menos cinco baños. Si Ares deseaba ducharse, podría escoger cualquiera de esos cinco, mientras yo ocupaba el de la casa de servicio. Aunque en el fondo sabía que usaba eso. Estaba en su espacio y eso me provocaba un cosquilleo en la piel.Para mi sorpresa, descubrí que vivía en la pequeña casa con revestimiento de piedra, contraventanas de madera, y porche con columpio, que parecía asentarse suavemente sobre la hierba.Lo supe en cuanto entró y me vi envuelta en el delicioso olor masculino del gel de baño. La casa contaba con tres habitaciones y no paraba de preguntarme si él dormía en la habitación
NoraÉl se apartó un poco confundido, para mirarme de frente y no sobre mí.—No sé de qué estás hablando —. Me aparté de él tan rápido como pude y tomé la tabla para cortar yo misma los vegetales.—¿No lo sabes? ¿Estás seguro de eso? —Él negó con el entrecejo fruncido, al tiempo que yo retiraba la carne ya sellada, para luego agregar la cebolla, la zanahoria y el puerro —. Tú repentina generosidad, no tiene nada que ver con que creíste que podrías pasar un buen rato conmigo, ¿no? —Revolví hasta que los vegetales quedaron rehogados —. Nora, la cualquiera. ¿No te dice nada? —Apoyé las manos sobre la encimera —. Mira, yo sé lo que dije la primera vez que nos vimos, solo que no me refería a esto.Me sentí nerviosa, agitada y todo me daba vueltas.—¿Qué? ¡No! —Estalló, dejando de lado el humor complaciente que mostraba hasta hacía un momento —. Mi hermano me pidió que remediarse mi comportamiento, eso es todo y bueno, no sé, creí que había algo… Tampoco tiene nada que ver con lo que dijist
AresPasé al menos cien veces frente a la habitación donde estaba durmiendo Nora con su hijo.Sabía que era muy impulsivo, pero aún experimentaba una extraña necesidad de hablar con ella para disculparme. Me había sentido culpable desde que cerró la puerta de un golpe, dejándome solo en la cocina.Me sentí culpable por haber dejado que se fuera a la cama, molesta y sin cenar. Apenas si había logrado pegar un ojo y después de darle muchas vueltas, comprendí que era inútil continuar perdiendo el tiempo. Además, luego de ver la hora, me di cuenta de que ya pasaban de las cinco de la madrugada y de todas formas, solo restaba media hora, antes de levantarme.Finalmente, decidí marcharme para no ceder a la tentación de llamarla. Por lo que me puse a trabajar en la mansión. Intenté concentrarme lo suficiente como para terminar los planos y realizar costos.Sin embargo, sobre las seis, estalló una tormenta de proporciones épicas, que me obligó a correr nuevamente a la casa de servicio. El te
Nora Era una pena ver el jardín completamente descuidado y seco. Las altas hierbas cubrían el espacio donde en algún momento habían florecido preciosos rosales, y los setos, crecían salvajes. El jardín trasero, donde se encontraba la piscina y una explanada, no había corrido mejor suerte. Junté un montón de hierba y la coloqué dentro de una carretilla, para luego llevarlos hasta el contenedor de escombros que se encontraba cerca de la entrada de servicio de la mansión. Ya casi era mediodía y el sol estaba alto. El intenso calor comenzaba a tornarse insoportable. Por lo que el sudor, hizo que el cabello se me pegase en las mejillas y la frente. Me sequé unas cuantas gotas que corrían por mi rostro, con el dorso del brazo y me quité los guantes, cuando vi la camioneta de Ares, ingresando por el camino de grava. León bajó de un salto del columpio del porche, y corrió hacia donde me encontraba al verlo llegar. Me preocupaba, un poco, la extraña fascinación que tenía por Ares, tanto
Nora Cuando era niña, uno de los novios de mamá nos llevó a pasar el día a la playa. Recordaba haberme alejado del lugar donde ellos se encontraban e ir a la orilla a jugar. Y lo próximo que vi, fue una ola tan grande como una casa cerniéndose sobre mí. Algunas noches en mis pesadillas rememoraba el terror, la confusión y la incertidumbre al sentir que el agua me arrastraba como a una muñeca vieja, para luego dejarme caer a toda velocidad. Creí que moriría, a pesar de mi corta edad, aun sin tener una noción clara de que era la muerte. Pensé que nada superaría esa experiencia. Pero me equivoqué. Escuchar al pediatra de urgencias decir que mi hijo estaba en coma, era mil veces más aterrador, infinitamente más doloroso, y angustiante: —León se encuentra en coma Cetoacidótico —. Observó los resultados del laboratorio con el ceño fruncido, antes de volverse hacia mí —. La muestra arrojó que la glucemia en su analítico de ingreso fue de seiscientos miligramos por decilitro —. Suspiró pe
Nora Un silencio espeso se apoderó de la habitación y la temperatura disminuyó varios grados en unos segundos. —Sí, es posible, si no se tienen las precauciones necesarias. Sus niveles de glucosa estaban muy elevados, se encontraba muy descompensado y su PH muy disminuido. Es diabético tipo uno como ya dije. No obstante, esto no necesariamente debe volver a ocurrir si lleva el tratamiento y los cuidados imprescindibles —. Se inclinó un poco hacia adelante —. Verán, el cuerpo de León es incapaz de metabolizar la insulina, cuando esto ocurre, el cuerpo intenta utilizar otros sustratos en un intento por reparar esto. Generalmente, utiliza ácidos grasos, lo que es muy problemático porque son ácidos. Esos valores extraños en la sangre, lo llevaron a hiperventilar en un intento de liberar el CO2 y luego se descompensó por la inminente deshidratación neuronal. Con esto, lo que quiero decir; es que cada vez que entre en acidosis, ocurrirá esto. Lo que solo se puede regular con insulina y u
Ares Nora ni siquiera me escuchó. Salió precipitadamente del consultorio, y atravesó el pasillo como un rayo, antes de que lograse decir nada más. Corrí tras ella, a través de la recepción, esperando alcanzarla antes de que saliese fuera de la clínica. Estaba ciega de dolor y aturdida por la noticia. Me preocupaba realmente lo que pudiese llegar a hacer. —Señor D’ Amico —me llamó la recepcionista al verme, ofreciéndome una sonrisa encantadora —. Necesito sus datos para cargarlos al sistema, el doctor Gotzer, me dijo que lo cargaremos a su cuenta —. Le alcé una mano a modo de disculpa. —En un momento haré lo que me pida, pero ahora, solo deme un minuto —. Ella asintió y volvió al ordenador, azotando su cabello sobre el hombro, un tanto ofendida. La puerta de cristal se abrió y bajé los peldaños de dos en dos. —Nora, ¿A dónde vas? —La tomé por el brazo, antes que bajase a la acera y la atraje pegándola a mi pecho. —Solo necesitaba un poco de aire —me lanzó una mirada recelosa y
Ares —Muchas gracias, hombre —le dije a mi hermano, acomodando la caja donde se encontraba el muñeco que esperaba alegrarse a León y por qué no, también pretendía sumar puntos con Nora. Desde que me había dicho que se casaría conmigo, me miraba como si tuviese la peste e intentaba evitarme —. El niño va a estar feliz, hoy lo trasladaron a una habitación normal e incluso le dieron la cena. No sé mucho de medicina, pero creo que esa es buena señal. —Pues, me alegro mucho, es muy pequeño y cuando me contaste me sentí fatal por él —dijo mi hermano —, y en realidad no fue nada, los venden en todos lados, no sé por qué tanto alboroto —. Sonreí. —Eso lo dices porque no has visto las películas, es el mejor vaquero del mundo. John Wayne no le llega a los talones de sus botas de cuero —. Eros lanzó una carcajada profunda. —Normal, no las he visto porque tengo más seis años y no soy padre. En cambio, tú, te has convertido de buenas a primeras en una de las dos cosas: niño o padre —. Apenas s