Ares Una vez que la vi lo suficiente cerca como para saber que algo no iba bien. Sentí una punzada, seguida de una marea de emociones confusas. La intuición que me decía que se avecinaba un desastre inminente, se agudizó, a medida que se acercaba y conseguí ver su expresión tensa e irritada. Por lo que miles de posibilidades cruzaron por mi cabeza. —Creo que iré a darle el almuerzo a León —dijo Eros —, ya pasaron los veinte minutos. Asentí agradeciéndole silenciosamente.—No lo dejes salir, por favor —. Le pedí y él me dio una palmadita en el hombro para infundirme fuerzas. Podía sentir el fuego en la mirada de Nora, estaba furiosa. Me obligué a respirar hondo, para deshacer el nudo que me cerraba la garganta y me apresuré a salir a su encuentro, interceptándola a medio camino. —Quítate del medio —me dijo, intentando continuar hacia la casa, mirando fijamente el suelo. Sin embargo, la tomé del brazo, obligándola a alzar la vista. —¿Qué es lo que ocurrió? —No quiero hablar conti
AresLeón, parecía lo suficiente distraído como para no notar lo que estaba ocurriendo. Con suerte detendría a la loca de su madre, antes de que lo perturbase con sus ideas de huida. —¿Qué le pasaba a mi mami? —Preguntó León llevándose un enorme bocado de pollo.—Humm… No estoy seguro, creo que estaba cansada —le respondió mi hermano, cortándole el resto de carne. —Me gusta mucho el pollo de mi mami —pasó de asuntos estresantes para concentrarse en lo importante. Bien por él, a veces deseaba ser así de relajado. —Ya me di cuenta, espero nunca tener que llevarte a cenar, amiguito —. Pasé por la cocina y le hice un gesto a mi hermano, para darle a entender que necesitaba que lo mantuviese alejado y distraído. Él lo captó de inmediato. Así que asintió con la cabeza, antes de volverse al vaquero —. ¿Qué tal si después de almorzar, vemos una peli? ¿Te gusta la idea? —¡Sí! —Lo escuché decir a León y el corazón se me encogió en el pecho. Ese niño ya era un D’ Amico, no volverlo a ver, se
Ares Mi mano libre flotó hasta su cuello y coloqué la palma sobre la base su garganta con cuidado. Tocarla de ese modo, era físicamente doloroso, podía sentir el pulso de su corazón, acelerándose bajo mi tacto. Me acerqué más a ella porque la abrumadora necesidad de sentirla me estaba dominando por completo. —Quería saber si tus latidos también se aceleraban, cuando me tenías tan cerca —. Susurre con la voz demasiado ronca y ella se mojó los labios, antes de entreabrirlos —. O quizás, solo era una excusa para poder tocarte —. Deslicé mi mano hacia su nuca, enterrándola en su cabello para atraerla aún más. —¿Por qué simplemente no puedes dejarnos ir? —Me preguntó en un murmullo —. Mereces a alguien que no tenga tantos agujeros, alguien con quien puedas comenzar una historia sin dramas —. Contuve el aliento, mientras dibujaba con un trazo suave el contorno de su pómulo, los labios, la mandíbula. Cerró los ojos durante un instante, dejando escapar un suspiro. —Para empezar, eso no se
Nora—¡Eh, mami! ¡Mami! ¡Llegó mi mami!—Se levantó de un salto del balancín, dejando a Oki, junto a su vaquero de juguete. Abrió de un golpe la tela mosquitera y se perdió en el interior. Luego, cuando estuve un poco más cerca, lo vi salir de la casa, con los brazos extendidos —. ¡Has llegado! —Me abrazó con fuerza —. Te hemos estado preparando con una sorpesa y te va a gustar muchísimo. Ayudé a Ares a hacer todo. Soy su ayudante. —Humm. ¿Una sorpresa? —Me mordí el labio, para ser honesta, no era muy fan de las sorpresas. En mi niñez, una sorpresa, significaba que probablemente mamá, tenía un nuevo novio —.¿Qué sorpresa? —De pronto me di cuenta de que llevaba ropa nueva —. Estás muy guapo, ¿de dónde ha salido esa ropa? —¡¿Te gusta?! —Dio una vuelta alegremente —. Ares me llevó de compas y Eros nos acompañó, ¡compamos un montón de cosas! —Tiró de la camiseta con una imagen de Batman lego en el frente —. Como esta camiseta. Eros dijo que era un fastidio, que no las hicieran de su tall
Nora —No llores, mami —me consoló y me resultó muy extraño porque se suponía que debía ser justo lo contrario —. La voy a pasar muy bien jugando con mis nuevos amigos, y Ares puede cuidar de ti —. Me puse en cuclillas para verlo a los ojos y se abrazó a mi cuello durante un instante, le dio un corto abrazo a Ares y luego corrió hacia donde se encontraban los demás niños de su clase, realizando una fila para entrar a la salita. León se dio la vuelta cuando estaba por entrar, para mirarnos con una enorme sonrisa y agitó su manito, antes de que su maestra de jardín, se la tomase, para llevarlo con los demás niños. No tenía idea de que le había dicho, pero lo vi sonreír y tuve la certeza de que mi niño era muy feliz. Mi pecho se elevó al tomar una inspiración prolongada e irregular. No podía creer cuanto había crecido desde que llegamos a Monte de Oro. El día que llegamos, era un niño tímido, que temía hablar con personas nuevas o separarse de mi lado. Mientras que ahora, se veía seg
Ares La bilis comenzó a subirme por la garganta cuando lo sostuve por el cuello de la camisa y lo empujé, haciéndolo tambalear. Su espalda chocó con parte trasera del coche que se encontraba aparcado frente a mi camioneta. —No vas a faltarle el respeto frente a mí e irte de rositas —. Gruñí a solo milímetros de su rostro con los puños crispados. —¡Basta, Ares! —Me rogó Nora, bajando de un salto de la camioneta. —Puedo y lo dije — Máximo meneo la cabeza y siseo en mi oído —, es lo que pienso. No puedo creer que haya caído tan bajo como para estar con un fracasado que vive a la sombra de su hermano —. Echó el rostro hacia atrás, para mirarme a los ojos y sonrió con malicia —. Voy a confesarte algo; me importa poco el crío, aunque estoy dispuesto a fingir ser el padre del año, para poder volver a tenerla conmigo. Es una chica lista. Si no tuvo reparos contigo, menos los tendrá conmigo. —¡Cállate! —Rugí a solo un par de centímetros de su rostro, deseando poder partirle la cara —. Si
Nora —Nora…—Susurró Ares y pude ver cuánto le dolía. No era justo, porque Ares nos hacía muy felices y no merecía sufrir por alguien como Máximo. Me moría de miedo y, por otro lado, era cierto que en ocasiones hubiese deseado compartir algunos momentos de la vida de mi hijo con su padre. Porque imagina que no había nada más maravilloso que vivir las pequeñas cosas con el hombre, con el que creaste un ser humano tan perfecto, como León. Sin embargo, las cosas, a veces, simplemente, no podían ser de ese modo. Ya el tiempo de las oportunidades, había quedado atrás. Nos merecíamos formar una familia con Ares, sin que nadie interfiriese. ¿Por qué tenía que inclinarme ante él como si lo mereciese? —Dejamos esto pendiente hace unas semanas. Es cierto que dije que te esperaría, pero creo que es momento de que pongamos las cartas sobre la mesa. Te quiero de vuelta, quiero lo que es mío —. Aún me costaba creer que fuese tan egocéntrico como para pensar que le pertenecíamos como si fuésemo
Ares —Es más difícil, hablar contigo que con el director de banco central —. Bromeo, Aquiles, justo cuándo alcé la vista al techo y le indiqué a Mario que tuviese cuidado con las molduras al mover la escalera —. Te he llamado toda la semana, creí que estabas evitándome. Pensé que quizás todavía estás molesto conmigo. Lancé un gruñido al ver que movía la escalera sin ningún tipo de cuidado con las molduras y él simplemente se encogió de hombros. —¿Por qué estaría molesto contigo? —Le pregunté firmando la entrega de materiales, que me acercó uno de los transportistas, luego de que mi capataz le dejase espacio para pasar —. Además, imagino que Eros, ya te ha pasado un informe completo, ¿no? Deberías saber que me gusta la vida del campo. Digamos que el aire descongestionado me está sentando bien. Otro de los hombres, pasó frente a mí con la correspondencia en las manos y me apresuré a detenerlo. —¿Qué llevas allí? —Aparté el móvil para preguntarle. —Le llevo la correspondencia a No