Ambos se fundieron en un dulce beso, uno como ese del hospital, lleno de ternura, una ternura que Adriano recién comenzaba a experimentar porque nunca antes la había vivido.Si para Angelina todo ese cúmulo de sentimientos era totalmente nuevo, para Adriano, el gran hombre de negocios, el príncipe de la mafia, el tipo con el corazón de acero y sangre en las manos, también, y parecía que comenzaba a derretirse como si fuera de cera al acercarse peligrosamente al fuego del corazón de Angelina.— Creo que este es el comienzo de una nueva vida para mí, Angelina, no puedo explicar lo diferente que me siento a tu lado, si alguien me lo hubiera dicho antes, si me lo hubieran advertido me habría burlado — Dijo soltando una risita estúpidamente nerviosa — Pero parezco un adolescente inexperto a tu lado, es como si sacaras aquello que nunca se desarrolló en mí, lo que estaba cubierto por todo el dolor, el resentimiento y no sé, tal vez los traumas…Ella tomó su rostro entre sus manos con cariño
Adriano presionó su cuerpo contra el de Angelina contra el muro, haciendo presión en los lugares en donde ambos se amoldaban perfectamente el uno al otro mientras encendía los motores de algo que no sabía si echaría a perder sus planes de esa noche.Ella se dejó llevar por sus besos hambrientos que comenzaron como sutiles y suaves y comenzaban a llenarse de un deseo embriagador. Sin embargo, Adriano sabía que dejaba subir muy fuertemente la intensidad, ella se detendría, solo por cuidar de su salud, así que no permitiría que eso sucediera.Tomó ambas manos de Angelina y las subió por encima de su cabeza contra la pared, manteniéndola atada contra la pared mientras la llenaba de besos desde el cuello hasta abajo, buscando su escote. Las caderas de la chica respondieron automáticamente con movimientos acompasados y rítmicos, pidiendo físicamente lo que su mente
Adriano puso el anillo en su dedo y ella se inclinó para besarlo, él de inmediato se levantó alzándola en brazos como si la chica fuera tan liviana como el viento y subió las escaleras con ella hasta la habitación.Si la de la mansión era lujosa y amplia, esta lo era el doble, con finos acabados modernos, mucha luz y un ventanal panorámico con vista al mar.Adriano la depositó con cuidado sobre la cama y se acomodó sobre ella esperando que protestara, pero no lo hizo, estaba tan imbuida en el momento que olvidó por completo la recuperación de su marido. A él no le molestó, tampoco sintió dolor o nada que le indicara que debía parar.De modo que cuando acortó la distancia entre ambos, Angelina comenzó a desabotonarle la camisa sin perder tiempo, haciendo que Adriano se sintiera más que deseado por ella.La pelirroja pasó las manos sobre el pecho desnudo y absolutamente escultural de Adriano, dibujando con la punta de sus dedos cada forma, cada valle y cada montaña de cuerpo trabajado.
Angelina dio un respingo y levantó la cabeza. — ¿Qué haces? ¿Por qué te detienes? La sonrisa habitualmente sexi de Adriano apareció de nuevo en su atractivo rostro y angelina supo que se traía algo más entre manos. — Cariño mío, creo que te apresuraste a decidir sobre entregarte a mis deseos más oscuros. Ella sonrió. — A ver, cariño — Ella dijo con una picardía que sorprendió a Adriano — Ponme a prueba. Él abrió los ojos sorprendido, y se quedó pensando un minuto. — Creo que te he convertido en un monstruo cariño mío. En el otro lado de la propiedad, Antón se entrevistaba con un hombre oscuro y gris, un tipo peligroso y poderoso conocido por no dar segundas oportunidades a quienes caían de su gracia. Este hombre, uno de los principales de la mafia rusa, había sido el responsable del trabajo en el que Adriano se había topado con el imbécil de Vico. — Bienvenido, señor Volkov, ¡Es todo un honor poder reunirme con tan importante caballero! — Antón lo saludó dándole la mano e im
— ¿Y si vamos a la tina? — Adriano sugirió desesperado tomándola por la cintura.— Creí que querías que me pusiera creativa…— Sí, lo deseo con cada célula de mi cuerpo, pero tengo algo para ti en la tina.Angelina sonrió, justo cuando había pensado que no podía ponerse mejor, él la sorprendía de nuevo con algo más.Él la tomó de la mano y la guio hasta el jacuzzi, era enorme y lleno de brillo, gritaba dinero por todas partes, había dispuesto una mesita con fresas y una fuente de chocolate.— ¿En qué momento preparaste todo esto, Adriano?— Tengo mis trucos, Amore Mío.— Ya veo — dijo sentándose con una pierna sobre la otra en la escalerilla de la tina.Adriano tomó una fresa grande y la sumergió en chocolate y luego caminó hacia Angelina y acercó la fruta hasta su boca y humedeció delicadamente su labio inferior, a modo de tentación ella intentó darle un mordisco, pero él se lo impidió alejándola a manera de juego erótico.Ella sonrió y se lamió el chocolate de su labio clavando su m
Angelina se quedó petrificada.— ¿Sucede algo cariño? — atrevió a preguntar con temor — Te he dicho que Livia está bien, solo dile que regrese, te prometo que dejaré mis celos de lado y…— ¿Celos? Pero mujer, ¿Quién está hablando de celos? ¿O de Livia? ¿O de tonterías como esas? Estoy hablando de Vico ¡Se suponía que estaba en el calabozo!¿Tonterías? Angelina tuvo que sentarse, ella había pasado un muy mal rato pensando en que tal vez había condenado a muerte a esa mujer por haberla encontrado sobre su esposo, y ¿A él le parecía una tontería?Lo escuchó discutir fuertemente con Antón por teléfono y luego unos golpes en la puerta.— ¡Pasa!— Permiso jefe, Señora, buenos días…— Buenos días, Antón.Adriano caminó hacia él y de tres zancadas estuvo justo frente a su rostro.— Dime en la cara que perdiste al maldito de Vico.Antón bajó la mirada.— Entonces, ¿Cuándo fue?— Usted estaba en el hospital cuando pasó, pero yo lo supe recién cuando llegamos a Santorini.— ¿Y no me lo dijiste?
— ¿Lo viste? ¡Te lo dije! Te dije que regresarías sin problemas a la mansión, conozco a Adriano, ¡Es un pelele! No aplica mano dura en su casa, y me aprovecharé de eso para hacerlo comer tierra a mis pies, ¡Ya lo verás! Ahora tú harás exactamente lo que te diga, y cuando lo hayas hecho, entonces te daré lo acordado para que desaparezcas y seas libre.Livia sonrió. Estaba enamorada de la idea de la libertad, hacía mucho que soñaba con tener su propia fortuna y hacer lo que quisiera, pero sabía que no podía, sus expedientes policíacos dejaban mucho que desear, de manera que cuando Adriano la recibió en casa pudo tener una vida digna fuera de la cárcel, pero no libre, estaba de nuevo en la mafia.Inspiró profundo y se imaginó en algún lindo lugar disfrutando de la vida, quizás iría a casinos de Mónaco, o a Las Vegas, lo más lejos de Roma que pudiera, pondría mucha tierra de por medio. Tal vez tuviera suerte e incluso encontrara alguien rico que se fijara en ella, todo era posible ahora c
— ¿Qué diablos es lo que está sucediendo aquí? — La voz profunda y poderosa de Adriano retumbó en el pequeño espacio e incluso los animales se incomodaron y comenzaron a moverse dentro de sus espacios.— ¡Adriano! — Angelina exclamó asustada.— ¡Señor! Viene a buscar a la señora, pero la encontré dormida sobre el heno y…— ¡Cierra la boca, traidor!— ¿Traidor? ¿Por qué estás viendo fantasmas siempre en donde no los hay? — Angelina gritó — ¡Cuando tú eres el único sin honor aquí! — El rostro de la chica se cubrió de un rojo carmesí mientras era presa de los nervios y las lágrimas inundaban su rostro.La furia de Adriano se incrementó al escucharla enfrentarlo de ese modo.— ¿Me vas a negar lo que acabo de ver? ¡Este mequetrefe estaba acariciando tu cara, Angelina, ¡Estaba diciéndote cosas al oído y planificaban fugarse juntos! — Las palabras salieron como un tropel por su boca, sin riendas y sin nada que las contuviera hiriendo aún más el frágil y lastimado corazón de la pelirroja.El