Retrocedo pasmada y no tardo en ponerme de pie.
—¿Qué?
Asiente de nuevo para darle ahínco a su respuesta.
—De ahí el rencor, Red. Tu padre fue un espléndido cazador, uno de los mejores por su ascendencia, su linaje. Él proviene de una familia que solo se dedicó a darle muerte a los vampiros. Fue entrenado desde muy joven en las artes del asesinato. Culminó sus entrenamientos y casi a inicios de su carrera se encontró con Gabriel Lébedev cerca de su hogar metiendo las narices en donde no debía. Tuvieron una larga lucha. Tu tío estaba tan seguro de ganar que dejó su punto débil al descubierto con tanta facilidad que tu padre aprovechó eso para someterlo. Sin embargo, antes de desnucarlo, algo le hizo negar esa acción. No sé el qué, pero lo dejó libre, con la respiración agitada y lleno de heridas graves y leves. Tal vez fue empatía. Algo más lo incitó a tomar otra decisión. —Se frota las manos igual de pensativo que yo—. Fue un grave error.
—¿Por qué —t
Me reclino contra el inodoro, vomito todo lo que puedo y gimoteo. Mi estómago se vuelve a remover. Me echo en la pared de porcelana sentada de medio lado con una picazón debajo del cuerpo y los ojos en el techo. Calculo el tiempo; falta poco para poder marcharnos.Luego del ajetreo vino la calma. Se comunicó al público interesado —nada nerviosos, eran más fingidos que mis actos— que fue una sorpresa hecha para advertirles qué tan influyentes y poderosos podían ser, pues los hicieron pegar brincos y amilanarse, así como iban a hacer con la población humana. Buen marketing. Río. Pero sé que buscan respuestas en cualquier rincón que puedan allanar y lastimosamente me podrán ubicar en uno.Después siguieron con lo programado como si nada hubiese pasado.En un estado de ánimo fatal, me sumí en un cansancio que no esperaba hasta caer aquí
Zelig aguarda por mí al lado de Arsen. Al frente de él, el malnacido ríe con una copa rojiza agarrada con fuerza a la altura de su pecho. Lo escudriño. Sé que a mis espaldas viene la rubia cabizbaja y nerviosa con el entendimiento en sus rasgos. Al sentirnos, los tres se giran en nuestra dirección. Bajo el mentón, entrelazo los dedos y me quedo quieta, como si nada hubiese pasado. La muchacha hace lo mismo. No me dirige la atención, pero de alguna manera tengo el conocimiento pleno de que desea decirme algo.Siento el interés de dos vampiros, el de mi tío incestuoso y el del castaño.—¿Por qué tanta la tardanza?—Nos pusimos a charlas —contesta la rubia.Me estremezco.—Anabeth, querida, nuestro invitado está apurado por irse.El ruido de su palma impactándose contra la mejilla de su bella sirvienta me hace subir l
El olor de los frondosos árboles y arbustos arrebata el aroma de ciudad que prevalecía bajo mis fosas nasales. Dejo la calidez del automóvil para recibir la brisa helada del bosque con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa. Al mismo tiempo, Vukmir ayuda a Zelig en descargar el poco equipaje. Quiero deshacerme de este vestido en cuanto antes.—Bienvenidos a casa.Aún sonriente lo veo; las canas en su enmarañado cabello son más evidentes gracias a los tenues rayos del sol. La vejez en él contiene muchas memorias que deberían ser compartidas. Me examina también con una pequeña encantadora mueca.—Hasta aquí llega tu medio consejero —bufonea. Dejo que su brazo se apoye en mis hombros—. Sé que en algún momento nos volveremos a ver.Asiento, pero el pesimismo me golpea.Ojalá el destino lo mantenga bien.
Salto raíces salidas y ramas caídas. Los pulmones se me queman por el esfuerzo. Evito tener un rasguño con cada hojarasca que encuentro en el camino. Disminuyo la velocidad al por fin escuchar voces. Una algarabía, más bien. Lo primero que diviso son espaldas y personas de medio lado con los brazos cruzados. Discuten algo, no de manera agresiva, sino agradecida y estupefacta. Camino hacia el primer grupo. Son todos los habitantes del bosque, incluso los que viven en el sur. A tirones y empujones logro llegar al centro. Busco con la mirada esa cabellera rojiza de mi padre, pero no la encuentro. Desisto entonces. Sin embargo, me pongo a hallar la de Lion o la de Tiger, ¡la de cualquier conocido! No encuentro a nadie.Me empujan por la espalda.Maldigo por lo bajo.El portón del cuartel está cerrado. Con esfuerzo, me acerco a la rejilla y mediante el metal logro examinar a un guardián encapuchado y enmas
PARTE VIFamilia arrebatadaPapá me observa desde su asiento al otro lado de la mesa redonda. Comparte asiento con uno de los entrenadores y un viejo hechicero. A mi costado está Crow rígido sin saber qué pensar. Lo he metido en esto y no se ha quejado. Se lo agradezco.Hemos dado toda la información que recaudamos, incluso sobre el atento que los vampiros planean. Por ello, guardianes estarán en los alrededores de las cuevas de las brujas, así como Eva lo aceptó unos minutos Ella descansa perpendicular a mí. Ingiero saliva. Estoy cansada, necesito dormir. No obstante, esto es prioridad.El general mantiene la barbilla recta sin ánimos de dejarse humillar por los demás de la conferencia.—Es estúpido —alega la líder guardiana del este. Están todos los líderes present
Los analizo; Briz y Bear me muestran los dientes, Priscila tiene su atención puesta en sus botas y Tree —vaya suerte, qué apodo tan lindo— reposa sus antebrazos a la altura de su pecho. Mientras tanto, Zelig está encorvado con su hombro apoyado en el mío. Somos suficientes para este encargo. Según me dijeron, la líder del este es demasiado buena en combate cuerpo a cuerpo y en manejo del arco, casi como Briz, mas no tanto. Con ella estamos hechos. Muchísimo mejor si tenemos a alguien que es estratega, veloz y ágil como lo es Green —prefiero el apelativo que le di—. Les hago la seña. No tardan en ocultar sus rostros tras las máscaras.Estamos a unos diez metros del centro de ganado. Desde aquí se oye la algarabía de dicho lugar; pasos pesados, susurros casi imperceptibles, algún que otro gruñido. Sonrío hasta que las mejillas me duelen. Nos agazapamo
Su mirada asustada a través de las ranuras de su máscara se dirige detrás de mí. A mis espaldas, luces rojizas parpadean difusas por la torrencial lluvia, pero el pitido de la alarma no es cobarde ante el ruido de las gotas caer. La mandíbula se me desencaja. ¿Crow habrá sido el culpable? ¿Acaso lo fueron Bear y Briz? ¿Nos vieron? ¡No! Ladeo la cara hacia mi derecha, justo en el rincón. En lo alto de él hay una cámara que se enfoca en nosotros. ¿Qué mierda? ¿En qué momento…?Soy halada. Casi me tropiezo por la manera en que me lleva por las escaleras que parecen no tener fin. Me alejo de su apretón. Tenemos poco tiempo, de modo que no tenemos que dudar en ningún instante. Mis tímpanos tienen otro síntoma: el de mi corazón atropellándose contra ellos. Abajo se oyen las fuertes pisadas de quizá diez vampiro
Asimilo esa situación como puedo mientras ayudo a Green, que se hallaba atado al final del pasillo. Los dos muchachos tiemblan a nuestro lado, cansados y hambrientos. Asimilo, engullo ese momento, mas no logro entender con suficiente pericia por qué se fue sin más, sin darme la respuesta más grande que he necesitado durante estos diez años sin mi mellizo. En sus facciones alcancé a captar disculpas e incluso un atisbo de esperanza. Así como se fue, cesaron los fulgores rojizos y las pisadas apresuradas de los vampiros. ¿Qué habrá hecho? Habrá dado una buena coartada y… Mi interés conecta con un chupasangre descabezado a unos tramos de nuestra ubicación. Ese cadáver no estaba allí antes. Se deshizo de los suyos. La cabeza fue arrancada con furia, así que mi camarada no fue quien lo hizo.Entonces la humanidad tiene otro posible aliado: uno de los herm